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Análisis: Rise of the Argonauts

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Rise of the Argonauts

Puede que a veces lleguemos tarde a las cosas, porque lo compensamos con sobredosis de HAMOR. Esto nunca había sido más cierto que con el juego que nos ocupa: Rise of the Argonauts, que tiene sus años (finales 2008) y le ha empezado hasta a salir barba ya, pero que cuenta por mi parte con un 40% más de amor.

Parto de la base de que a mí las historias de griegos y romanos me gustan (no, no en ese sentido, Espartaco), y el hecho de que apareciese un juego de rol “basado” en la historia de Jasón y los Argonautas me obligó a comprarlo. De esto hará un año, pero me lo he estado pasando de nuevo por eso de sacar logros como un tonto (lo soy) y me he visto obligado a hacer un análisis.

¿Por qué un análisis a estas alturas? Bueno, nunca es tarde si la dicha es buena. Tonterías aparte, creo que el juego ha sido injustamente apaleado por la crítica (o directamente olvidado en muchos de los medios populares), por el simple hecho de no ser un “OMG AAA+++”, vamos uno de esos juegos que hay que tener en esta generación del hype. Mi idea a lo largo de estas líneas es hacerle un poco de justicia y publicidad (lamentablemente) gratuita.

Partimos de una base sencilla. Rise of the Argonauts es un juego de rol y acción, que es a los espadazos in your face lo que Mass Effect a los headshots. Tiene mucho de rol (decisiones, conversaciones, misiones secundarias, desarrollo del personaje), pero también mucho de acción. Una acción que es especialmente sangrienta, con gente partida a la mitad, cabezas machacadas, gente atravesada…Lo mínimo que demanda el público videojueguil, que todos sabemos que son unos violentos dignos de censura.

La cosa comienza con el casamiento entre Jasón y Alcmena, que acaba de manera un poco rara. A partir de ahí, aproximadamente 15 horas para desfacer entuertos y resolver lo que ha pasado en la boda. Toda similitud con la historia original es echada a un lado, pero bueno, eso no hace que la ambientación deje de tener valor (como puede pasar con el God of War) sino que en muchos casos la reinterpretación de los mitos le da vidilla al asunto.

El sistema de combate es muy sencillo. Tenemos un botón para cargar con el escudo, otro para cubrirnos y dos botones para atacar con las distintas armas (espada, maza y lanza). A esto hay que añadir los ataques especiales de cada arma y los hechizos, que en un rato os cuento cómo se van ganando. Simple, pero efectivo, y muy divertido. El único problema es que la cámara a veces puede dejarnos vendidos, pero con cogerle un poco el truco no se harán muy tediosos y podemos encadenar golpes de manera bárbara, sin perder mucha salud. Salud que, por cierto, no se indica en pantalla. A medida que nos vayan hostiando la ropa se irá rompiendo (de manera poco sexy) y Jasón empezará a sangrar por todos lados, hasta llegar a un punto (indicado con cámara lenta y música) en el que nos matarán al siguiente golpe. La forma de sanar será mediante hechizos o dejando pasar tiempo. A esto lo completará la posibilidad de ir adquiriendo armas y armaduras distintas, nunca pagando, sino a través de misiones. Podrían ser más, pero habrá unas cuatro o cinco por cada tipo. De paso, siempre nos acompañarán dos compañeros más (podemos reclutar a cuatro), cada uno con su especialidad a la hora de luchar.

Ya que hablábamos de música, en general el sonido está muy a la altura. La banda sonora nos traslada bien a donde quiere trasladarnos, ambientando a la perfección, muy en la línea de lo que imagina uno oír. El doblaje al español es correcto (el doblador de Fraiser haciendo sátiro es maravilloso), aunque un poco mal sincronizado. Por eso yo me decanté en la primera partida por el doblaje original, que está muy bien y sí que sincroniza perfectamente con los personajes.

Para acabar con el apartado técnico, los gráficos están bien y mal a la vez. Los personajes principales están muy bien modelados (en un sentido exagerado que no desentona), pero no los secundarios, que pecan mucho de clónicos. Además, las animaciones son un poco ortopédicas, salvo en los combates, y los personajes apenas gesticulan al hablar. Los escenarios son un poco lineales, pero muy bellos y trabajados, siendo muy diferentes de una isla a otra que visitemos y el apartado artístico en sitios como el palacio de Jasón o alguna de las islas es magnífico. Tres pegas que se les podría poner son problemas con las texturas, ausencia de minimapa (estaremos entrando y saliendo todo el rato del menú para mirarlo) y la susodicha cámara (a espaldas del personaje, pero un poco más alejada que de costumbre), pero en general cumplen notablemente. Como vemos, es la parte más floja del juego, y la que (posiblemente) hace que no se le valore como debería, al estar por debajo de otros juegos de la generación.

Uno de los grandes aciertos del juego es el desarrollo del personaje. En un momento del juego les juraremos fidelidad a cuatro dioses del panteón olímpico (Ares, Hermes, Apolo y Atenea) y mucho de la historia girará en torno a ellos. Para empezar, en las conversaciones no habrá opciones buenas ni malas (el mítico azulito y rojo de Mass Effect, por ejemplo), sino que normalmente habrá una opción de conversación por cada dios. Así, podemos responder de manera valerosa y agresiva (Ares), original y astuta (Hermes), compasiva (Apolo) o justa (Atenea). Esto, a su vez, nos alineará más con un dios que con otro. Cada uno de ellos tiene varios dominios a la hora de otorgarnos sus favores (hechizos y bonificaciones), pero antes tenemos que dedicarles gestas, que serán las misiones principales y secundarias que vayamos logrando. Así, ni puntos de experiencia ni leches.

Las gestas son más variadas de lo que parece. Por ejemplo, habrá momentos en el juego en los que tendremos que decidir si celebrar el rito fúnebre a un cadáver, y a qué dios dedicarlo, o tomar parte en los juicios de la isla de la que Jasón es rey. Destaco una última gesta, probablemente mi favorita del juego: una encarnizada discusión filosófica contra un afeminado orador. Como veis, no todo son leches en la viña de Zeus. Otra detalle original es que cada una de estas gestas va integrada en una constelación, que conseguiremos completar cuando hagamos todas sus gestas. Casi todos los logros en el juego consistirán en completar constelaciones, salvo el típico de pasar el juego y algunos relacionados con los combates. No es que sea importante, pero es algo que le añade simpatía al tema de las hazañas.

Quizá el mayor problema de Rise of the Argonauts sea no ser una superproducción. Se nota falta de ambición en algunas cosas, especialmente el tema gráfico y de personajes secundarios, pero por otro lado tiene muchos detalles de calidad, un guión muy destacable y misiones muy variadas bien metidas dentro de esa trama. Tal vez con un poco más de profundidad en los personajes que nos acompañan (las conversaciones entre ellos son pocas, pero buenísimas) y más esmero en las animaciones y los gráficos estaríamos hablando de uno de los grandes juegos de rol de nuestra generación. Esto no es así, pero el mimo y la originalidad vertidos en él sí que lo convierten en un muy buen juego de rol, que cumple de sobra con lo que se le puede pedir. Y encima, ahora está barato en cualquier sitio, con lo cual puede convertirse en una buena adquisición de entretiempo.

Lo mejor: Sistema de desarrollo del personaje. Diálogos. Ambientación y guión.

Lo peor: Gráficos mejorables. Cámara traicionera. Falto de ambición. Unas horas más de duración lo rematarían.