Porque de tristes historias de perdedores estamos sobrados, pero de HAMOR a los jueguicos también.
PS2
Artículo Al Azar
Rygar optaba más por la exploración y la resolución de puzles que por la acción directa, que a veces pecaba de ser un tanto repetitiva y tampoco ayudaba mucho la poca variedad en el plantel de enemigos. Tampoco es demasiado descabellado afirmar que Rygar sirvió de precedente e inspiración para futuras aventuras que serían lanzadas en esa misma generación, y es que seguramente muchos de los que lo hayan jugado pensarán que los desarrolladores de la saga God of War encontraron un muy buen punto de referencia.
Con un retraso algo mayor de lo previsto os traemos la segunda parte de los ganadores de "La Lista de la Década". Conclusión y reflexión incluida por el mismo precio.
Viewtiful Joe es uno de esos juegos a reivindicar, de los que nunca está de más hablar y señalar como el camino a seguir para la industria. Y, de paso, repasemos la historia de su concepción, llena de intriga, traición y cabezas que a punto han estado de rodar.
Al principio sólo nos fijamos en ella. Lara Croft llegó para quedarse, y para cambiar algo. La primera gran heroína de los videojuegos (con permiso de Samus) nos recordó que el erotismo y la sensualidad también podían formar parte de esta industria, sobre todo teniendo en cuenta lo buenos que resultaron como recursos comerciales. Y esto fue así hasta tal punto que se nos olvidó que debajo de todo aquello había un videojuego.
Hubo un tiempo pretérito en que SEGA era la ama del cotarro. Diseñaba sus consolas pensando en las adaptaciones de recreativa y tenía tal confianza en sí misma que sus ejecutivos aprobaban toda clase de proyectos alocados a los que hoy en día nadie daría luz verde. Y, aún así, Crazy Taxi llamó la atención.
Si hoy hago cosas como escribir en webs sobre videojuegos es, en gran medida, debido a Ecco the Dolphin: Defender of the Future. Descubre uno de los grandes clásicos olvidados de Dreamcast y, de paso, ríete de la patética historia de mi infancia. Las mujeres han destrozado lo suficiente mi autoestima como para que ya no me importe.