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Stacklands Nivel Oculto

Análisis: Stacklands

Larga vida a los juegos de verano

Análisis: Stacklands 2
Fecha de lanzamiento
8 octubre, 2022
ESTUDIO
Sokpop Collective
EDITOR
Sokpop Collective
PLATAFORMAS
Windows, MacOS

Desde que era pequeño deseaba que llegará el verano. Era la época en la que jugar a aquellos videojuegos que durante el año no podías, esos que requerían mucho tiempo. A estos juegos los llamaba los juegos de verano. Normalmente solía ser el RPG de turno con unas cuantas horas de grindeo. A medida que he ido creciendo, lo de jugar en verano lo he llevado regular, por el tema de estar sentado en una silla empapado de sudor. Así que los famosos juegos de verano para mí, pasaron de ser los más interminables, a cositas más cortas y ligeras, sin muchas pretensiones de una gran trama o complejidades. Experiencias como A Short Hike, OlliOlli o Baba Is You, han sido algunas de las que más recientes que mejores sensaciones me han dejado. Para este año, creía que mis juegos de verano iban a salir de algunas de las demos catadas en el Next Fest de Steam, como Terra Nil, Necrosmith o Dome Keeper. Pero nada más lejos de la realidad, porque el que se ha llevado mi atención ha sido Stacklands -publicado el pasado 8 de abril-, un videojuego desarrollado por Sokpop, el colectivo que lleva desarrollando juegos mensuales desde que se abrieron Patreon en 2017.

El título es algo peculiar, mezclando cartas con gestión de recursos. Se trata de un roguelite muy sutil, en el que al comienzo de cada partida nos regalaran un primer sobre con un aldeano, un arbusto de bayas y materiales primarios. Con tan solo esos elementos, hay que conseguir toda la progresión. ¿Cómo? Pues la respuesta la da el propio nombre, haciendo «stacks«, es decir, apilando cartas que interactúan pasado un tiempo determinado en una barra de progreso. El resultado es una nueva carta. Si al apilarlas no ocurre nada, es porque estas no son compatibles o se necesita otra combinación de cartas. 

Stacklands Nivel Oculto

A partir de los recursos iniciales podemos obtener otros derivados con los que crear objetos, construcciones o herramientas. A su vez, todo lo creado lo podremos vender para conseguir unas monedas, con las que reinvertir en otro paquete de cartas. Aunque lo primordial es asegurarse de la alimentación de la aldea porque una de las dificultades es la gestión del hambre. De hecho esta es la principal mecánica de supervivencia que nos encontramos. Cada aldeano necesita comer dos veces al final de cada Luna, que es algo así como el turno en el que realizaremos todo. Una vez se acaba la Luna, se pausa el juego y se alimenta a todos los aldeanos. Si se termina una Luna y no hemos producido la comida suficiente que necesita cada aldeano, morirán. Y si mueren todos… Pues se acaba la run, teniendo que volver a empezar de nuevo en otra partida. A la mecánica del final de la Luna, se le suma otra que no es más que una comprobación de cuantas cartas tenemos en la mesa, ya que tenemos un límite y sí nos sobrepasamos, tocará vender. De esta manera, se incentiva a que estemos todo el rato vendiendo cartas para comprar más sobres mientras tenemos un ojo alerta para que no pase hambre nuestro poblado de monigotes.

La variedad nos la va dosificando el propio juego con la curiosidad de probar cómo interactúa todo entre sí, puedes llegar a apilar unos cuantos recursos solo por saber si va a sonar la flauta y hacer algo -muchas de las combinaciones solo requieren de lógica-. Pero también se contempla el caso de que no surja esta curiosidad, porque a medida que compres sobres, te puedes encontrar con la sorpresa de las cartas llamadas Ideas que explican cómo hacer una construcción, comida o herramienta. Cuanto más complejo sea el recurso creado, más caro lo podremos vender, así que razón de más para experimentar. Por eso mismo hagas lo que hagas, saldrás premiado por ello, tanto si experimentas como si compra-vendes de una manera elegante. Si descubrir todas las combinaciones o el pique de ver cómo de lejos eres capaz de llevar una civilización de hombres palo no te parece suficiente, puedes dedicarte a ir completando una lista de misiones que también pueden servir de guía para no ir tan perdido en la experiencia. Eso y completar una lista de cartas como sí de coleccionar los cromos de fútbol del año se tratase. El objetivo te lo marcarás tú.

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Aparte de este loop jugable de comprar y vender cartas, Stacklands se guarda un par de ases bajo la manga, como son los combates y eventos. Ahora bien, no esperes una gran complejidad, los combates son muy simples y apenas requieren más que una mínima gestión de quien o quienes van a ser los encargados de liarse a hostia limpia. Los eventos, por otra parte, van asociados a las lunas y suelen ser los mismos siempre, como la aparición de un portal o un carro itinerante. Aun así no dejan de ser añadidos que se agradecen. Son más formas de refrescar el conjunto de situaciones que gestionar y  aunque simples, resultan buenos para la experiencia global.

A medida que juguemos entenderemos mejor cómo va la vaina, desbloqueando nuevos tipos de sobres para comprar -que traerán cartas complejas más costosas- porque cuanto más avanzada esté la partida, más gestión del tiempo y los recursos hay que hacer. Si por lo que sea, no logramos que nuestra aldea sobreviva, no hay que echarse las manos a la cabeza, porque todo lo descubierto lo mantendremos en la siguiente partida, facilitando el volver a empezar, pero perdiendo un poco de rejugabilidad en el camino -a esto entraremos más en las conclusiones finales-. Hay unos cuantos secretos más ocultos, pero es mejor descubrirlos por uno mismo que destriparlos. La magia del asunto es aprender a base de equivocarse y hacer la mejor estrategia para sacarlo hacia delante.

No suelo entrar a reseñar el apartado gráfico y sonoro de los videojuegos, porque siempre he pensado que son ámbitos más subjetivos que objetivos. Aunque sí quiero mencionar que el apartado artístico del título de Sokpop tiene un apartado artístico similar al de un juego de mesa tradicional, con unas ilustraciones básicas pero efectivas. En cuanto al sonido me parece importante aplaudir el trabajo por hacer muestra de ser muy placentero, todo en el juego hace “pop” haciendo toda la experiencia mucho más agradable, o como se le suele llamar “juicy”, acompañado de una música muy relajante.

Stacklands destaca gracias a la sencillez en conceptos y jugabilidad mientras mantiene cierta profundidad en la gestión. Es cierto que puede llegar a pecar de perder algo de rejugabilidad -como mencioné dos párrafos atrás- de cara a futuras partidas, ya que sí sabes como se hacen todas las cartas, pierde ese punto de la experiencia. Aun así, pese a que Sokpop planteará el título como una experiencia corta, gracias al éxito que ha tenido, han ido ampliando el contenido con una nueva zona, cartas y localización a nuevos idiomas -originalmente no estaba disponible en castellano-. Haciendo una experiencia más redonda y disfrutable. Por lo bien y lo entretenido de la propuesta, al mínimo interés que tengáis en él, merece la pena la escasa inversión que supone. Un juego de verano que nos regalará unas buenas tardes, mañanas o noches dirigiendo sus cartas.

Stacklands Nivel Oculto
RECOMENDADO
Stacklands es el juego perfecto para el verano. Una apuesta ligera, divertida y con la suficiente profundidad como para engancharnos de inmediato.
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