Call of Juarez: The Cartel se parece a ese hermano pequeño que, tras ver fracasar a sus dos hermanos mayores intentando hacer las cosas de una manera «correcta» decide que va a saltarse todas las normas y triunfar con su banda de rock, para demostrarle a su madre que estaba equivocada con él y olvidar sucesos de la infancia con su padrastro. O dicho de otro modo, parece un juego hecho a tumba abierta, carente de cualquier dirección técnica que no se base en actualizar clichés de los arcades de los 90.
Por mi parte, esa mezcla de pandilleros disparando con el arma ladeada, polvo, persecuciones, tipos duros fuera de la ley, prostitutas vestidas de colegiala y ridículas explosiones me han alegrado la mañana de ese aciago día post-Stark.
