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El Dominical: España y el futbol

El Dominical: España y el futbol 1

Como los mas avispados ya sabreis, España juega esta noche la final del Mundial de Futbol 2010 (jamás pensé que escribiría esto) contra Holanda. Mas allá de lo que pase esta noche, creo que es buen momento para repasar que ha sucedido en este país durante la celebración del mundial. Durante varias semanas este viejo país lleno de parches y males endémicos se ha unido en torno a un sentimiento. Algunos lo han llevado al simple patriotismo o lo han achacado al mal llamado «opio del pueblo», pero la realidad es que todas las ciudades se han llenado de camisetas rojas, pantallas gigantes, coches pitando a deshora y gente sonriendo, mucha gente sonriendo y cantando feliz. La realidad es que durante un instante nos hemos sentido todos orgullosos de algo, y creo que bien se merece un Dominical.

Aquellos que me conocen bien saben que mi sentimiento patriótico suele estar por los suelos. No suelo hablar demasiado bien de España, ni de Madrid, la ciudad donde nací y vivo actualmente. La clase política de este país me parece digna de cualquier república bananera, todo me parece caro en comparación con el resto de países europeos, la gente grita y se interrumpe constantemente, buscamos cualquier hueco para poder mostrar nuestra «picaresca española» (llámalo picaresca, llámalo ladrón, llámalo hijo puta) y me frustra hasta lo mas profundo de mi alma que todo funcione siempre mal. Transporte, administración, sanidad, información, comunicaciones…todo siempre depende de la buena voluntad del individuo con el que te toque lidiar, sin nada que lo sustente mas allá del humor que tenga el tipo que está detrás de la ventanilla. Podríamos hablar de educación, aunque sería otro debate. Baste decir que todo esto forma parte de nuestra idiosincrasia, y que desgraciadamente, el estar bañados por el Mediterraneo hace aflorar en nosotros una especie de desestructuración endémica que compartimos con el resto de países que formamos la vertiente latina europea.

En España solo sabemos unirnos para compartir el dolor o para compartir la alegría. Lo de combatir la injusticia se agotó en la expulsión de los franceses y desde entonces solo existen las manifestaciones con intereses políticos, monetarios o directamente publicitarios. Nos hemos unido amargamente en el dolor saliendo a las calles para mostrar nuestra repulsa contra atentados, a cada cual mas salvaje, y por supuesto nos unimos con una facilidad pasmosa en la alegría. Dicha alegría se manifiesta de muchísimas maneras, pero no cabe duda de que una reunión anual está por encima de todas. La alegría del fútbol.

Hemos ganado la Copa del Rey, la Liga, la Champions, la Europa Ligue, hemos ascendido…reuniones anuales donde la televisión nos muestra un grupo de personas eufóricas tomando plazas y fuentes, envuelta en banderas que enarbolan con orgullo mientras recitan cánticos de alabanza al equipo ganador y cánticos de burla hacia el rival. La situación actual de España es completamente imposible de entender sin el fútbol. La rivalidad entre distintas regiones españolas no ha nacido a través del fútbol, pero desde luego se ha mantenido en parte gracias a él. La clase política, en vez de intentar mantener alejados ambos conceptos, ha intentado aunarlos para hacer campaña. Laporta por ejemplo, ha realizado la mayor pre-campaña electoral de la historia en su paso por el Barça, pero desde luego no es el único, ni será el último. De este modo, todas nuestras alegrías han sido aprovechadas de un modo u otro por distintos sujetos para unos fines que poco o nada tienen que ver con lo que se celebraba.

Todos sabemos a estas alturas lo que le queda al futbol de deporte y lo que tiene de negocio. Nadie duda que los intereses económicos de los clubes están por encima de la afición, de la historia del club…etc. Por supuesto, nadie duda de lo que el fútbol significa en un país como el nuestro. Muchas veces he escuchado que «el futbol es el opio del pueblo» -curiosamente me lo solía decir gente que se sentaba en un banco de Malasaña a fumar otro tipo de opio, después de haberse gastado ingentes cantidades de dinero en ropa del Mercado de Fuencarral- y siempre me ha hecho gracia esa afirmación. Lo primero es porque creo firmemente que la población necesita su opio para poder seguir adelante. Orwell decía en 1984 que bastaba con tener a la población lo suficientemente alienada como para que se alegrase de la victoria en una guerra ficticia, para tener controlado el país. El futbol en España contiene algo de la propuesta Orwelliana. Debido a sus connotaciones adyacentes, si el Barça gana la liga siempre supone un varapalo para el Madrid. Nos mantenemos atentos al campeonato de liga deseando no solo que gane nuestro equipo, sino esperando que el contrario se hunda y humille públicamente. La alegría en esta parte del mapamundi siempre ha estado unida (si es que no ha venido directamente provocada) a la tristeza que provoca esa alegría en el rival.

Rafa Nadal, Gasol, Fernando Alonso, la selección de Baloncesto…todos nos han dado motivos para salir a las calles a celebrar sus victorias. Buenos deportistas españoles que han triunfado en deportes que hasta hace muy poco nos eran completamente ajenos. En cambio, en nuestro deporte rey siempre íbamos de cabeza. A mis treinta años recuerdo como si fuera ayer el penalti que Eloy fallaba ante Bélgica en el mundial del 86. Recuerdo un montón de gente en mi casa a las tantas de la mañana -o lo que yo creía que eran las tantas de la mañana, no tengo ni idea de que hora era- viendo como Butragueño y compañía abandonaban el mundial con cara de circunstancias. Supongo que aprendí pronto que las citas oficiales no eran lo nuestro. Después vino la cantada de Zubizarreta ante Camerún, el fallo de Salinas y el codazo a Luis Enrique contra Italia en el 94, la injusta eliminación ante Korea…y una y otra vez recordaba el partido ante Bélgica. Recordaba la sensación de tristeza de mi infancia y asumía que nunca vería un triunfo de la selección. Los españoles mirábamos a la selección con desdén. Siempre nos ilusionábamos al comienzo de cualquier competición, pero la desilusión era cada vez menor cuando nos eliminaban. En el fondo sabíamos que íbamos a caer, pero nos había gustado ilusionarnos durante dos semanas. Todo esto cambió a raíz de la Eurocopa. La ilusión fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un torrente que inundó las calles, explotando en el regreso de nuestros jugadores a España. Habíamos ganado. Adiós a Eloy, a Tasoti y a todos los fantasmas que me habían acompañado. Empezábamos de nuevo y esto prometía.

En este mundial partíamos con la ilusión de sabernos campeones de la Eurocopa, la sensación ha sido otra desde el primer día. Gente que no ha visto un partido en su vida se pintaba los colores de la selección en la cara, banderas colgadas en los balcones, conversaciones tácticas a la hora del café, Torres sí o no, Brasil o Portugal…Mis conversaciones que siempre giraban en torno a la crisis, al miedo al despido, al último caso de corrupción, al último asesinato por violencia machista, a la próxima manifestación o a la siguiente huelga injusta, cambió por completo. Cada día de partido todo se paraba, aunque estuvieras solo en tu casa, cada gol era celebrado en conjunto, puesto que los gritos de los vecinos se podían escuchar en varias manzanas a la redonda. Vuelta al trabajo, vuelta a la conversación táctica, volvemos a esperar el siguiente partido. Mas banderas, camisetas de la selección por todos lados, mas partidos, mas victorias, mas celebraciones…

Mi madre, una mujer que ya forma parte de la mal llamada tercera edad y que últimamente se está enganchando al fútbol, me llamó segundos después de terminar el partido contra Alemania pegando gritos de júbilo. Durante hora y media, mi madre y muchas otras personas de su edad no se acordaron de sus achaques, de sus líos de comunidad o económicos…Durante una hora y media en este país lleno de medias verdades todos estuvimos pendientes de lo mismo y eso se notó después. Al terminar el partido estuve celebrándolo -soy muy mayor para meterme en una fuente por lo que me limité a observar el espectáculo- y comprendí que todo esto apenas tenía que ver con el futbol. Los españoles necesitábamos esto. Llevamos tres años escuchando día tras día noticias sobre lo mal que va todo, viendo como nuestros amig@s, espos@s, novi@s y familiares pierden el trabajo o se encuentran en una situación de precariedad laboral lamentable. Viendo en televisión colas del INEM abarrotadas, o comedores benéficos llenos. Viendo como la clase política gobernante es completamente incapaz de resolver nada y la oposición es incapaz de proponer nada. Necesitábamos salir a la calle a celebrar algo todos juntos, demostrando que mas allá de las ideas políticas existe la alegría porque sí, esa alegría que no tiene ninguna razón de ser, que no proviene de un premio de la lotería o del nacimiento de un hijo. Una alegría que proviene de la eliminación de los fantasmas de varias generaciones, que hace que Eloy marque el penalti y que Tasoti sea expulsado en el último minuto por golpear a Luis Enrique, provocando un penalti y consiguiendo ganar el partido.

Durante el tiempo que ha durado este mundial se han visto muchas mas sonrisas por la calle, la gente se ha saludado de manera cómplice, todos nos hemos abrazado mas, hemos podido conectar con cualquier ciudadano hablando simplemente de la selección. Durante un mes han desaparecido Zapatero, Rajoy, Belen Esteban, Tedy Bautista, Ramoncín, Gonzalez Sinde…todos han quedado aparcados en nuestra mente para dar paso a la alegría. Puede que sea una alegría opiácea, que nuestros problemas continuarán después del mundial y que los periódicos y la clase política utilizarán a la selección para sus propósitos, pero me ha gustado la sensación.

Veremos que pasa esta noche.