COLABORA EN NUESTRO PATREON
Wheels of Aurelia

Análisis: Wheels of Aurelia

A los pocos meses de tener mi primer coche (un Fiat Tipo blanco, para más señas) se me presentó la oportunidad de cubrir el festival de cine de Sitges. Para los que no lo conozcan, el trayecto entre Barcelona y Sitges se puede hacer atravesando unos túneles (previo pago de un generoso peaje) o a través de una sinuosa carretera de montaña que bordea un acantilado.

Para un universitario con veinte años recién cumplidos, la opción del peaje quedaba descartada por lo que cada día cumplía rigurosamente con mi cuota de curvas con vistas al mar. Era un tramo muy corto, de unos 15 o 20 minutos, pero era el mejor momento del día. A Wheels of Aurelia le pasa algo parecido. Es muy bonito y se te pasa volando pero, cuando has llegado a tu destino, te queda la sensación de no haber exprimido el viaje.

El título de los italianos Santa Ragione (los mismos de MirrorMoon EP, todo sea dicho), disponible por el momento en PC y PS4, y con una versión a la vista para Xbox One, pretende mezclar una especie de aventura conversacional con un juego de carreras. No en vano, el subtítulo que acompaña al título reza a narrative racing game.

De vista isométrica, píxel de brocha gorda y ambientación setentera, Wheels of Aurelia toma prestadas las preocupaciones de una pareja de jóvenes para tratar temas de actualidad. Feminismo, terrorismo y política aparecen salteados en un trayecto desde Roma hasta la frontera francesa salpicada de sorpresas, desde autoestopistas hasta carreras puntuales.

Uno de los aspectos en los que mejor se desenvuelve el juego es el desarrollo de sus protagonistas, Lella y Olga, ambas en la carretera por motivos diferentes y que, a medida que pasen los kilómetros se revelan como lo mejor del juego. No es sencillo trazar diálogos con naturalidad (y con una rueda de opciones tan limitada como la que ofrece el título) y uno tiene la sensación de que está escuchando a personas con problemas reales.

El gran lastre de Wheels of Aurelia reside en lo liviano del conjunto. Es tan efímero, que no consigue profundizar en prácticamente ningún aspecto a pesar de ser un título que cuenta con 16 finales diferentes.

El aspecto deportivo del título es prácticamente inexistente ya que las mecánicas de conducción brillan por su ausencia y la historia varía en función de nuestra predisposición a aceptar nuevos pasajeros o a tomar desvíos durante el camino.

Que la historia se bifurque lo justo no tiene por qué ser una pega: ahí está Kentucky Route Zero para demostrar lo contrario. Wheels of Aurelia no pretende jugar en la misma liga ni por asomo, aunque sí que toma prestados algunos trucos de la obra de Cardboard Computer para desarrollar su propuesta. ¿El problema? Puedes ser escueto y rodear tu producto de un enorme halo de misterio o puedes ir directo a la yugular y quedarte con hambre.

En el caso del juego de Santa Ragione, donde una partida puede durar cinco minutos o veinte, si te lo tomas con extrema calma, es un fallo imperdonable. Y es una pena, porque el envoltorio es precioso.