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Análisis: Dead Rising 2

Análisis: Dead Rising 2 1

Lo he discutido con muchos amigos y mi posición no puede llegar a ser más firme: Hay juegos que debido a sus características y a la jugabilidad que ofrecen, pueden utilizarse en medios terapéuticos. Más allá de lo que opinen muchos científicos que los videojuegos pueden llegar a mejorar nuestra velocidad de pensar o en agilizar nuestros reflejos, hay productos que sirven para despejar nuestra mente y aliviarnos de cualquier tipo de estrés. Aunque siempre he dicho que la versión gore de Ninja Gaiden II de X-Box 360 era una de las mejores muestras de mi afirmación (probad a desmembrar a todo lo que se mueva a vuestro paso con enormes dosis de hemoglobina y con armas variopintas y progresivamente más afiladas y mortíferas), los juegos que mejor sirven para aliviarnos de toda carga emocional son aquellos a los que me gusta llamar la diversión burra o absurda. Dichos juegos suelen pertenecer al género de los “sandbox”, pero tampoco lo son propiamente dicho, sino que tienden a dejarnos en un mundo abierto para campar a nuestras anchas con una enorme variedad de acciones o poderes para hacer lo que nos venga en gana. En dichos productos, al final sólo están limitados por nuestra propia imaginación en montar gresca. Ejemplos en los cuáles sostengo mi teoría de diversión burra serían los dos Crackdown, Prototype, Just Cause y el juego que nos ocupa, y es que la saga Dead Rising  es el mayor exponente  de la diversión más cafre donde tenemos una jugabilidad enormemente simple pero increíblemente efectiva a la vez.

Han pasado ya cuatro años desde que viera la luz su primera entrega, y la llegada de su secuela no hace más que reafirmar que su propuesta sigue siendo tan fresca como divertida. Es muy difícil clasificar este tipo de juegos, pues no es que sean juegos excepcionales o que se les puedan considerar sobresalientes, pero tiene ese “algo” que los hace especiales y diferentes al resto. Dead Rising destacó por su propuesta que cuatro años atrás era enormemente innovadora y diferente al resto de títulos que por entonces jugábamos, una época bastante dura porque se iniciaba la transición de nueva generación en consolas de sobremesa. Afrontémoslo, Dead Rising era un título de enorme calidad y novedoso, pero no una obra maestra. El mayor piropo que se le puede dotar es el de obra de culto, sobre todo por las múltiples reacciones que tuvieron los usuarios debido a toda su propuesta. Matar zombis es divertido, pero su elevada dificultad y el hecho de que fuéramos durante todo su desarrollo a contrarreloj, reivindicando un juego de la vieja escuela de pura cepa, tuvo sus detractores y seguidores. Son muchos los que esperaban este título, y no sólo aquellos que se encandilaron con su precuela, pues hay un mayor porcentaje de neófitos que estaban ansiosos por probar en sus carnes cómo era aquella experiencia que era considerada una obra de culto. Es más que probable que Capcom y Keiji Inafune fueran conscientes de ello, por lo tanto, encargaron el desarrollo de Dead Rising 2 a una compañía ajena a ellos afincada en Canadá: Blue Castle Games. Este movimiento, más que para occidentalizar la saga, era para hacerla más accesible a un mayor número de jugadores. No hace falta jugar demasiado al título  para darse cuenta de que lo han conseguido. Dead Rising 2 es un dulce más de lo mismo, una descarada continuación de la propuesta inicial como si de una expansión se tratase, con tan sólo un par de novedades que ni siquiera llegan a estar suficientemente explotadas y con una dificultad mucho más equilibrada. Mas que una continuación, parece el mismo producto pero mejorado por el cuidado que se le han puesto a sus imperfecciones. Pero lo mejor de todo es que qué más da cuando vemos que la propuesta sigue funcionando tan jodidamente bien y sigue siendo tan divertida.

Poca cosa ha cambiado en esta segunda entrega, y lo cierto es que poco tenía que cambiar teniendo en cuenta la inmejorable mecánica y jugabilidad que gozada su primera parte. Esta entrega nos pone en la piel de Chuck Greene, antiguo campeón de motocross que su vida dio un brusco vuelco con la muerte de su esposa y la infección de su hija por culpa de los zombis (sí, ya sabéis, esos limitados hombrecillos que de tantas formas podremos apalear). A partir de ese dramático suceso, el protagonista se ve forzado a conseguir a su hija Zombrex, una medicina capaz de detener el desarrollo de la epidemia a su hija. Por desgracia, la medicina es cara y difícil de conseguir, por lo que Chuck se verá forzado a ejercer actividades y trabajos poco éticos para conseguirle administrar a su hija su dosis diaria del medicamento. Sin embargo, un día caen en una emboscada junto con otro grupo de personas en la ciudad de Fortune City y se verán obligados a permanecer vivos durante tres días hasta que vengan los equipos de rescate. Todo sigue la estela de su precuela, volveremos a disponer tres días de tiempo (aunque no reales) para realizar una gran variedad de tareas, tanto optativas como las pertenecientes al modo historia, donde deberemos desplazarnos por toda la ciudad, formada por centros comerciales y casinos realizando tareas de rescate, luchando contra algunos bosses, y, cómo no, pateando el culo a muchos zombis. A medida que se va desarrollando la historia, donde deberemos estar en un lugar determinado (normalmente el refugio) y a una hora indicada, podremos realizar otro tipo de tareas cada uno con un margen de tiempo limitado que deberemos organizar correctamente viendo cuáles tiene mayor prioridad y siempre compaginándolas con las misiones propias de la trama del juego. Antes de seguir, hay que aclarar que eso es uno de los puntos donde más se ha rectificado. Siempre estaremos condicionados por el factor tiempo, pero en esta ocasión es bastante más generoso y es bastante difícil que no consigamos realizar toda la mayor parte de las tareas si nos organizamos bien. Es posible que muchos hubieran preferido que se eliminase la característica del tiempo, pero seamos sinceros, sin ese aspecto, Dead Rising perdería una de sus mayores señas de identidad, pues el tema del contrarreloj es lo que le otorga al juego de su dinamismo y tensión, donde estaremos siempre atentos y en continua presión observando el reloj y viendo como se nos acaba el tiempo y hemos de llegar a nuestro destino. Pero hay que aclarar que aquí siempre será un buen incentivo realizar sus tareas segundarias y un reto agradable, en contra del primer Dead Rising, donde sí que teníamos que tener auténticas agallas para realizar las tareas ajenas de la trama principal. Otro punto que se ha rectificado, que no arreglado, es el hecho de tener que guardar en los lavabos.

El factor de ensayo y error de la primera entrega dada la única posibilidad de guardar en un bloque de memoria se ha paliado considerablemente dado que ahora podremos guardar nuestros progresos en tres bloques y que siempre encontraremos bastantes más servicios por todo el mapeado de Fortune City. Es probable que muchos hubieran preferido que se eliminaran los lavabos y que el jugador pudiese guardar siempre que le apetezca, pero como con el factor tiempo, si se hubieran eliminado, Dead Rising también hubiera perdido otra parte de su identidad que lo hace tan exquisito. Como podéis observar, poco o nada ha cambiado en su mecánica jugable. Sin embargo, goza de algunas novedades. La primera y más anunciada es la posibilidad de combinar diferentes armas para hacerlas más poderosas. Lo cierto es que las hay de todo tipo, y muchas se caracterizan por su originalidad y por su aspecto desenfadado. Decir también que unas resultan mucho más útiles que otras y que iremos pudiendo crear nuevas y más mortíferas a medida que vayamos subiendo de nivel y vayamos entonces adquiriendo nuevas cartas de combinaciones. El tema de la obtención de experiencia es otro aspecto que se ha mantenido. La experiencia la obtenemos rescatando y escoltando supervivientes y matando a nuestros entrañables no muertos, y si es con esas armas tuneadas, aún mejor. Lo bueno de dicho sistema es que si nos bloqueamos o nos parece demasiado difícil el juego, siempre podremos volver a comenzarlo con la experiencia adquirida de la anterior partida, volviéndolo cada vez más sencillo, y como ya se ha dicho, esta continuación no es fácil, pero dista mucho de ser tan exigente como su antecesora. Este aspecto es gracias también gracias a la enormemente mejorada IA de los supervivientes, y es que en ese punto, sus desarrolladores se lo han trabajado a pulso en comparación de lo limitada que era en su primera parte. Aquí incluso pueden ser ellos los que nos saquen de algún aprieto, sin contar que ahora saben depender sobre sí mismos. Los seguidores de la saga tienen razones para estar contentos, pues también regresan los temibles psicópatas que tanto nos hicieron sufrir y llorar en el primer juego.

Los psicópatas son una serie de jefes totalmente optativos con los que podremos enfrentarnos para ganar bastante experiencia u objetos exclusivos. Vuelven a ser los momentos más exigentes, aunque también se hayan suavizado un poco. Y lo mejor de todo es que siguen siendo tan peculiares y carismáticos. La magia de Dead Rising 2 reside en una jugabilidad bien sencilla y simple pero repleta de posibilidades y que nunca llega a hacerse repetitiva, funciona rotundamente bien y ha sabido responder muy bien a la pérdida del factor sorpresa y de frescura. Y todo gracias a su genial sentido del humor que encontramos en cada recoveco de Fortune City, con detalles y momentos emblemáticos y únicos que sólo se pueden clasificar de sublimes. Posee además una duración considerable, no es que el modo historia sea muy largo, pero las posibilidades del juego son tan grandes que habremos de jugar a bastantes partidas para exprimirlo al máximo y contemplar sus múltiples y enormes posibilidades.

Sin embargo, no todo es oro lo que reluce, pues da  la impresión de que no ha evolucionado nada en cuatro años en ciertos aspectos. Para empezar, el apartado gráfico no pasa de correcto y de ser cumplidor. Lo cierto es que se podría esperar una mayor evolución gráfica cuatro años después, y pese a que la hay, no es demasiada notoria. Dado que el motor gráfico no es para tirar cohetes, resulta todavía más chocante la abundante cantidad de tiempos de carga que hay en el juego y que encima sean tan prolongados. Defecto que en ocasiones hace que perdamos el ritmo de la orgia y matanza zombi con su ingente descarga de adrenalina. Tampoco se puede evitar hablar de sus nuevas propuestas jugables, que resultan escasas y no del todo explotadas. Dead Rising 2 aunque cueste reconocerlo no es más que un dulce más de lo mismo, una prolongación o expansión de todo aquello que vimos en el pasado 2006, con una propuesta continuista demasiada descarada. Ha perdido frescura, pero ha ganado en calidad, pues Blue Castle Games se ha “limitado” a mejorar todo aquello que cojeaba en su predecesora, consiguiendo que la experiencia Dead Rising sea más completa y rica. Tampoco hay que olvidar sus nuevos modos cooperativos y competitivos, que nos permitirán jugar con un amigo toda la aventura (haciéndola todavía más surrealista) o participar en varios modos de juego muy divertidos, sin embargo, solo lo podemos hacer online, prescindiendo la posibilidad de jugar con nuestro amigo a nuestro lado. A veces pienso que el online se está cargando la forma de jugar tan sana cuando era todavía un crio y jugaba con los colegas a pantalla partida picando algo en el mismo salón.

Su primera entrega no era sobresaliente debido a sus múltiples errores, esta continuación quizá lo merezca menos por su propuesta tan continuista, pero no nos engañemos, señores, Dead Rising 2 es un juego enorme, que posee calidad por los cuatro costados, gracias a una jugablidad tan simple como arrolladora, con unos alicientes tremendos para explotar y rejugar en diversas ocasiones la aventura para ir desentrañando sus secretos y para exprimir todas sus posibilidades. Estamos ante un juego rotundo, completamente redondo. Su calidad es irreprochable, no es perfecto, pero ofrece todo aquello que sus seguidores esperábamos. Se puede decir sin tapujos que Dead Rising 2 es uno de los juegos más divertidos de esta generación, que no es poco. En fin, no sé vosotros, pero yo me voy a patear unos cuantos zombis con mi sable de luz o mi machacador.

Lo mejor: Pule todo aquello que fallaba en su primera entrega. Jugabilidad realmente exquisita, con enormes posibilidades y que además destaca por su sencillez. Es bastante más asequible pero sigue teniendo una dificultad bastante equilibrada. Largo y muy rejugable y su desarrollo pica. Su genial sentido del humor.

Lo peor: Su modo multijugador tanto competitivo como cooperativo es solo online (hay que ser cabrón). No innova absolutamente nada. Sus gráficos son correctos y no justifican sus largas y bastantes ocasionales tiempos de carga.