Kickstarter, jeta suprema y estudios de mercado

shenmue

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Déjenme que les cuente una historia para empezar.

Corría el terrible año 2008 y yo estaba aún en la universidad. Tenía trabajo, pero al igual que ahora, me gustaba más el dinero fácil que a un tonto las pesetas, así que cuando me llegó la propuesta de participar en una «investigación» por la que una agencia de marketing pagaba 30€ de los de 2008, ni me lo pensé. En mi facultad, que tiene un departamento de neuropsicología muy potente, era habitual recibir un dinerito rico a cambio de tirarse dos horas haciendo todo tipo de tareas aburridas con electrodos en la cabeza, así que para mí era ya algo normal.

Pero no era nada de eso, sino un terrible estudio de mercado para mejorar la imagen del que sería mi futuro alcalde (y lo sigue siendo, ni con agua hirviendo ni confluencias ciudadanas puede uno escapar del peor partido político de la historia). Un coñazo de tarde, con otra gente que no tenía ni idea de política (buenos representantes del electorado potencial…) respondiendo un montón de preguntas y haciendo el imbécil a cambio de 30€.

Volvamos al distópico año 2015, con un vertiginoso salto de realidad y esos treinta euros en la mano. Hagamos una equivalencia euro-dólar como Steam, sin tasas de cambio que valgan, y de repente tenemos treinta feos dólares en la saca. Lo mismo que pide el Kickstarter de Shenmue 3 para llevarse la copia digital a casa.

¡Shenmue 3!  Llevo una cantidad exagerada de años esperándolo, porque su primera parte es de esos juegos que uno lleva grabados en el corazón. Un título con el que podría ponerme a repasar momentos y me tiraría una tarde entera escribiendo sobre cada puesta de sol, cada viejo hecho polvo que nos enseña un nuevo movimiento de artes marciales o el aire salitroso que recorre el puerto.

Ahí lo tienen: soy el target, el público diana del Kickstarter de Shenmue 3, igual que otras personas lo fueron del de IgavaniaNormalmente suelo ojear en profundidad muchos proyectos de crowdfunding, ya sea para sacarlos en la web o para yo mismo colaborar, pero aquí ni miré. Consumido por el hype, lancé (metafóricamente, claro) esos treinta dólares contra la pantalla del ordenador, convencido de que Shenmue 3 dependía de mí para salir adelante.

Y luego me dio por pensar un poco.

¿Qué es esto de anunciar en una feria como el E3 que vas a lanzar el Kickstarter de un juego que la gente lleva esperando más de una década (catorce años desde Shenmue 2)? ¿Realmente bastaba con dos millones de exiguos dólares para convertir el proyecto en realidad? Porque según el propio Yu Suzuki el primero tuvo un presupuesto de 47 millones de dólares… ¿O hay algo más?

Llevo ya un tiempo pensando en el funcionamiento de Kickstarter y otras plataformas de micromecenazgo, y lo que veo no me gusta. Me da la sensación de que muchas veces es más importante ser un desarrollador conocido y evocar a la nostalgia de una generación que echa de menos un determinado género (se me ocurren las aventuras gráficas y los juegos de rol isométricos) que tener algo que mostrar.

Volvamos con Bloodstained: Ritual of the Nightresulta que es el videojuego que más dinero ha conseguido en la historia de la plataforma y no ha mostrado absolutamente nada, salvo unas poquitas imágenes de arte conceptual. Mientras el nuevo proyecto de Koji Igarashi lo petaba muchos otros se estampaban. Juegos que tenían muchas más dificultades para darse a conocer, que tenían que arañar cada pequeña mención en Twitter, que bombardear con notas de prensa a cientos de medios para que una decena se dignaran a sacarlos… Gente que de verdad necesitaba sacar adelante su estrategia de financiación para convertir su juego en realidad. Gente que se la jugaba poniendo vídeos de estados muy iniciales de desarrollo, mostrando pantallas y hasta algún gameplay. Gente que no compite en igualdad de condiciones porque no apela al nombre ni (necesariamente) a la nostalgia.

Entiendo que a estas alturas este tipo de «Kickstarters famosos» más bien sirven como un preorder, porque desde que aparecen todos sabemos que van a salir adelante. Al menos, yo lo he entendido así con juegos como Pillars of Eternity o Torment: Tides of Numenera, como una manera de comprar el juego por un precio menor, aunque luego hubiera que esperar a que lo hicieran. No es necesariamente malo, pero el problema es que estos grandes proyectos coexisten con los demás, y en cierta medida «detraen» fondos: si yo este mes tengo un máximo que me quiero gastar y coinciden varias cosas interesantes, voy a tener que elegir. Y muchas veces elegiré a quien realmente no me necesita.

Entonces llega Shenmue 3 al E3 y todos nos volvemos locos. Pero, joder, ¿en serio te va a dejar Sony presentar tu juego en el E3 si no es algo claro que vas a sacarlo?

Ahora, tras haber puesto el dinero en el Kickstarter, empiezo a mirarlo. Y es cutrísimo. No hablo de gráficos ni mucho menos, sino de su presentación general. Poco más que un brindis al sol, una apelación a lo vivido en los anteriores… Espera, ¿de verdad es necesario mi dinero? Porque me parece evidente que una parte de todo esto la va a pagar alguien, que el micromecenazgo es una porción de la financiación que van a sacar en «preorders«: 29$ por la copia digital y 60$ por la física. Ni siquiera precios más baratos que los habituales de lanzamiento.

Pero es que todo esto pinta peor. Huele a estudio de mercado en el que en vez de preguntarme por mi futuro alcalde y darme 30€ al final para que me sienta menos sucio, me dejan participar a cambio de apoquinar. A estrategia para aligerar los costes de la producción del juego y ver que, efectivamente, hay un público interesado en él.

Miro de nuevo en mi cuenta de Kickstarter y veo los últimos cuatro proyectos en los que he puesto algo: The Frankenstein Wars (15 días y le falta recaudar la mitad), We Happy Few (en situación similar, algo mejor), Outland 17 (no llegaron a los tristes 10000$ que pedían) y Tahira (lo consiguieron in extremis). Los cuatro tienen campañas muchísimo más detalladas y salvo el juego de Compulsion Games, han disfrutado de la misma difusión (que tiende a cero). Si realmente hablamos de mecenazgo, de apoyar un proyecto porque crees en él y te necesitan, se acercan mucho más a la idea. Al menos en mi cabeza.

Así que cancelo la donación a Shenmue 3, pensando que pagaré lo mismo cuando salga, porque es evidente que va a salir. Me atrae muchísimo más que esos otros cuatro títulos juntos, pero nunca jamás me necesitó para nacer. Y mientras le confirmo a Kickstarter que sí, que deseo anular mi contribución, rezo muy fuerte para que los que me hicieron el estudio del infame alcalde, hace ya siete años, jamás descubran la plataforma.

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