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Confesiones de un bloguero de mierda: Danesas en bicicleta

Confesiones de un bloguero de mierda: Danesas en bicicleta 1

¿Habéis estado en Copenhague?. YO SI. Ojo, que no os lo digo en plan «mira como molo que yo viajo por Europa y vosotros, pobre pueblo llano, no habéis pasado de Albacete». No, yo no soy así. Mi intención en esta entrada no es regocijarme de mis aventuras sino compartir mis experiencias por si algún día podéis aspirar a llevar el nivel de vida con el que yo nací MERECIDAMENTE. Bien, dicho lo cual volvamos al tema que nos ocupa: Copenhague. Preciosa ciudad, la segunda con mejor nivel de vida de todo el planeta. El danés es completamente incomprensible, aunque puedes cazar algo si hablas alemán, pero da igual porque NADIE EN SU SANO JUICIO HABLA ALEMÁN. No pasa nada, allí todo dios habla inglés (pero bien, no como tú) y es amable, y hará todo lo posible por entenderte. Podrás visitar La Sirenita, que es una estatua de mierda a la orilla de un lago en el Parque Winston Churchill. Allí también hay un museo dedicado a la resistencia danesa durante la Segunda Guerra Mundial, que fue una resistencia DE VERDAD, no como la francesa, y una curiosa estatua dedicada a los daneses que participaron en la Guerra Civil Española con una graciosa errata. También podéis visitar el Tívoli, que es un parque de atracciones donde te cobrarán 20€ POR ENTRAR, recorrer sus preciosos canales, daros una vuelta por Christiania y comprobar en directo cual será el sistema económico que reine en Europa en unos años y un montón de cosas más mientras os tomáis una yonki-lata, que allí han digievolucionado hasta convertirse en latas de 1 LITRO de cerveza. Nos llevan años.

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Hasta aquí todo es bien. La gente, la ciudad, los monumentos, el metro con sus espacios de silencio obligatorio (esto es completamente cierto)… pero hay algo que destaca por encima de todo: DANESAS EN BICICLETA. No, en serio. ¡DANESAS EN BICICLETA TÍO!, y que rule. En la ciudad triple A por excelencia destacan sobre manera una pequeñas siluetas llenas de glamour que recorren las calles de Copenhague luciendo vaporosos atuendos mientras pedalean con tacones de cinco centímetros. ESO ES COPENHAGUE. Olvídate de La Sirenita y demás gilipolleces. El recuerdo que sacarás de la ciudad serán esas bellas figuras que, como si de seres mitológicos se tratase, atraerán todos todos tus sentidos hasta convertirte en un mero pelele andante. Eso es. Ahí está la clave de la capital danesa. Ahí está ese momento al que deberían aspirar todos los videojuegos.

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El recuerdo que uno tiene de un videojuego, y de cualquier experiencia en general, se basa en un pequeño detalle que sustenta el conjunto. Esto, que parece una perogrullada de cajón, es un elemento que se está perdiendo en esta generación en pos del sumatorio de distintas combinaciones que se saben ganadoras, o aún peor, convirtiendo ESE MOMENTO en una cinemática. Fail. El clímax videojueguil se alcanzaba hace años en los enfrentamientos contra enemigos finales o en algún momento especialmente complicado de un nivel avanzado. Esto se debía en gran medida a que los enemigos finales eran uno de los pocos espacios donde se podía variar la mecánica del título, que por circunstancias de la época, tenía que ser rápida y accesible. Según fue avanzando la tecnología, el desarrollador se hizo perezoso en mecánicas y, como si de un presidente del gobierno español se tratara, se endiosó. Lo importante ya no era la mecánica a emplear con el enemigo gigante de turno, sino la cinemática posterior donde el mejor amigo del protagonista moriría de forma heroica. Mal por el desarrollador, mal por todos aquellos que lo aplaudieron y mal Dios por permitirlo. Esto ha alcanzado cotas surrealistas en esta generación, donde por mor de los avances tecnológicos, se ha visto con buenos ojos sustituir a las preciosas danesas en bicicleta por un montón de rubias farloperas salidas de cualquier paddock. Pon una rubia ahí porque sabes que ESO FUNCIONA. Y no, resulta que no funciona. Se pierde la esencia de la sorpresa, del climax, de la mecánica y de cualquier cosa que sea capaz de abrirse paso en tu corazoncito de jugador.

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La suma de elementos molones no crea una ciudad con encanto. Ahí tienes Dubai. Si, tendrá su Burj Khalifa, su Burj Al Arab o sus World Islands. Da igual. La ciudad es una puta mierda sin alma que esconde su miseria es una periferia perfectamente inaccesible. Lo mismo pasa con los videojuegos. Puedes incluir coberturas, bullet-time, desmembramientos, cinemáticas calidad Square-Enix, multijugador, graficazos next-next-next-gen, monojugador, multiples posibilidades de abordar las misiones, sigilo, árbol de habilidades, DLCs, objetos desbloqueables y trofeos online. Nada de esto te asegura que tu título vaya a pasar de un sonoro MEH… aunque con matices. Lo que te asegura esto (sumado a una buena campaña publicitaria) es que tu título será tratado con todos los honores por prensa especializada y público generalizado. ¿Por qué?, pues porque estamos en un momento en el que el dinero invertido en la realización de un VIDEOJUEGO (conviene no olvidar de lo que estamos hablando) forma parte de su campaña publicitaria. «Juegue a esto porque nos ha costado 4 años de desarrollo y 300M$». Y ahí estas tú, y yo a veces, pensando que si han invertido tal cantidad de pasta TIENE QUE SER BUENO, pero luego llegas a tu casa, lo instalas, te registras en los 12 sitios que te sugiere porque si no te ESTARÁS PERDIENDO  DOS ARMAS EXCLUSIVAS PARA EL MODO ONLINE, esperas un par de horas hasta que se descarga la actualización de turno, lo arrancas, inicias tu sesión, esperas a que pase una cinemática inicial de 10 minutos en la que proponen una historia complejísima que ÚNICAMENTE PODRÁS RESOLVER A HOSTIAS, juegas el primer nivel, que es a la vez tutorial durante 20 minutos, y tres horas después te das cuenta de que los 300 kilos no son suficientes para darle un segundo más a esa basura.

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Si el dinero fuese el problema, todos los triple A tendrían un inicio tan fascinante como el de \’Bioshock\’, un desenlace tan catártico como la subida de escaleras de \’Silent Hill 2\’, una historia tan desarrollada como la de \‘Alpha Protocol\’, una ambientación tan conseguida como la de \’Deus Ex: Human Revolution\’, un antagonista tan inquietante como el de \’System Shock 2\’ y unas mecánicas jugables tan pulidas como las de \’Portal\’ o \’Donkey Kong Country Returns\’. No, la pasta no es el problema, o al menos no es el problema principal. El problema es que los recursos se están dedicando a lo que menos trabajo creativo conlleva y los millones que te dicen que ha costado el título se han ido en contratar una startup que te asegura que tiene una rutina de fluidos que apenas ocupa memoria y que tu con eso LO VAS A PETAR. A tomar por culo mecánicas, a tomar por culo climax y a tomar por culo danesas. Pon tres holandesas en primer plano y ya está. Pero no, no está. Porque los videojuegos, al igual que el resto de disciplinas ligadas al entretenimiento, han de aspirar a quedar en el recuerdo. No vale con crear una reproducción exacta de Jerusalen si luego NO SIRVE PARA NADA. Nadie va por ahí diciendo «El juego es una mierda pero ha merecido la pena invertir 60 pavos porque la reproducción de Jerusalén era exacta». Lo más cojonudo es que la mayoría de las veces que un estudio se arriesga acaba triunfando. ¿Algún analista o tipo con corbata podía pensar que un título tan jodidamente difícil (dicen) como \’Dark Souls\’ podía triunfar fuera del mercado nipón? Y ahí le tienes, destrozando la vida de millones de occidentales.

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Con pasta podrás construir Dubai, y la gente irá y se hará fotos al lado de los coches de lujo, pero entre todos esos coches de lujo nunca recordarás como te sonrió una preciosa danesa en bicicleta.

 

Todas las imágenes, menos la que ilustra esta entrada (que es de factura propia), han sido sacadas de: Copenhagencyclechic

  1. El mejor hilo de la historia. Este verano tenia pensado (iluso de mi) atravesar europa en coche y quizás coja un ferry para ver danesas en bici.

    Como llegue allí y solo haya orcos en patinete te machaco.

  2. A mi todo esto me entristece mucho, digo esto mirando hacia abajo y asintiendo, como el que escucha una critica de un album de justin Bieber, o como conones se escriba. Al final no paro de pensar en que esta industria da asco, pero como cualquier otra. Ya lo vimos en el gamefest, en el e3, es lo que la gente quiere comprar, es lo que publica hobby consolas cuando habla de su informe exclusivo del nuevo gta…. 

    Estoy harto y aburrido, porque casi no tengo tiempo para jugar pero no lo estoy echando de menos, porque juego mas a mi ipad quea mi 3ds, porque soy raro si hablo con otros acerca de lo que escribimos en este blog o los juegos que nos gustan. Para mi una danesa es una leyenda de las que a veces alguien afirma ver pero que ya no existen. Ahora los que nos gustan los juegos y nos la suda todo lo demas miramos al lado indie y encima parece que vamos de gafapastas. No coño, queremos jugar y pasarnoslo bien.  

  3. Awesom-O, no sólo es necesario que recorras Europa en coche, sino que es un imperativo moral para cualquier miembro de esta santa casa. Cógete ese ferry y si no ves tres señoritas como las mostradas en esta entrada en las dos primeras horas en Copenhague me pasas la factura.

  4. Totalmente deauerdo con el artículo, al final pasa como con cualquier tipo de medio de expresión, o arte. El dinero y las prisas hace que todo se banalice, se convierta en algo superficial y pasajero que una vez pase por tus manos ya no volverás a recordar.

    Cualquier desarrollador que se precie debería tener una mínima aspiración de ocupar un huequecito en la memoria de cada jugador.

  5. Enhorabuena, el artículo es de diez. Y gracias por ponernos al día. Algún día viajaré en moto hasta Copenhague y me daré un piñazo contra una farola por distraerme mirando esos bellezones.

  6. Jaja, muy bueno el artículo. Totalmente de acuerdo. De hecho hace poco que he descubierto esta web y me sorprendo a mí mismo viendo cómo juegos de estudios que ni se conocen, o juegos de los que nunca había oído hablar (porque no salían en la mayoría de revistas de videojuegos), me están ganando. Veo que detalles que tienen cierto tipo de juegos que cuestan hacer 6 meses entre varios amigos tienen esos detalles que me gustan y que les faltan a los «triple A» de 300 millones de $, como comentas. Obviamente no todo es así e igualmente hay juegos que han costado kilos de dólares me encantan, pero es curioso este mundillo como te sorprende. A dónde vamos a llegar.

    Y muy majas las fotos. Yo ya estuve en Dinamarca hace años y pude comprobarlo. No lo de las bicis, sí lo de las danesas.

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