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Análisis: The Guest

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The GuestCrítica

La relación entre el desarrollador y el jugador siempre tiene algo que coloca a este último en una posición de “conejillo de indias”. Habitamos el limitado universo que el (creador) nos da y nos limitamos a utilizar las acciones que nos han sido proporcionadas para lograr avanzar dentro un contexto cerrado e inamovible. Somos los invitados a un universo personal, una yincana digital que valora nuestra destreza con puntuaciones, y logros mientras nos recompensa con nuevos escenarios. The Guest, desarrollado por los madrileños Team Gotham, opta por el ejemplo más paradigmático de esta relación entre creador y jugador, un room escape que huye del concepto tradicional centrado en la búsqueda de objetos más resolución de puzles y se centra en ofrecer cuatro horas de pura atmósfera que haría las delicias del Lindelof de Lost.

En The Guest encarnamos al científico Evgueni Leonov, quien llega invitado desde su natal Volgogrado a un congreso en Massachussetts, donde se alojará en un agradable hotel hasta el comienzo del evento. Ahí es donde el título comienza situándonos en la piel de un desorientado Leonov a las 4:23 de la mañana escuchando unos golpes en la puerta de su habitación.

Los chicos de Team Gotham han decidido dividir The Guest en un circo de tres pistas en el sentido más amplio del término, pues lo aplican tanto a nivel argumental como de mecánicas y localizaciones. El objetivo principal es algo tan básico como conseguir abrir puertas, pero pronto se iguala con la necesidad de comprender nuestra situación mientras se abre una nueva línea de investigación relacionada con una científica desaparecida. A esta bifurcación de objetivos ayuda una disposición no lineal de puzles que se complementa con la acertada decisión de permitirnos recoger todo tipo de objetos, sean o no útiles para nuestros objetivos. De este modo la investigación de la trama se realiza mientras intentamos averiguar cómo resolver el dichoso puzle que nos tiene atascados, evitando utilizar grandes revelaciones como recompensas, al menos hasta el tramo final.

Desde que empezamos a hablar de The Guest, y de esto hace ya dos años, siempre ha orbitado la referencia de 1408 de Stephen King como parte de la inspiración para su creación. Ignoro hasta qué punto el relato corto del de Portland ha servido como apoyo en la creación de la trama (no dudo en cambio de su validez promocional), pero personalmente me alegra que no tenga demasiado que ver con el relato original. El ejercicio de King, y sobretodo el de la película basada en el relato, se acomoda en tren de la bruja enmarcado en un único espacio (y aquí volveré ahora) mientras el protagonista no es más que un mero espectador presa de la ira sobrenatural de lo que le rodea. The Guest huye de este planteamiento y se esfuerza en ofrecer una atmósfera pausada que en casi ningún momento se deja arrastrar por la sorpresa fácil ni el efectismo videoclipero, lo cual tiene más mérito al circunscribir todo el desarrollo a tres escenarios dentro de la misma habitación, lo cual me recuerda que tenía que hablarles de eso.

Las limitaciones técnicas asociadas al videojuego clásico tuvieron como consecuencia que todos interpretáramos la superación de cada una de estas limitaciones como un logro a desbloquear. De este modo se ha perpetuado una especia de “y yo más” en el que el derroche numérico se fomenta sin objetivo. Da igual si hablamos de la extensión de la ciudad del sandbox de turno, el número de vehículos a conducir en aquel juego de carreras o la cantidad de horas de juego que promete aquel RPG. Números vacíos convertidos por la gracia del gamer en diversión. Esta interpretación heredada de unos tiempos en los sí tenía sentido, se ha ido perpetuando hasta que la llegada de LO INDIE ha impuesto una nueva limitación no basada en la técnica, sino en el dinero, donde cada hora de desarrollo cuenta. The Guest es prácticamente perfecto en este sentido. Maximiza sus recursos para componer un relato que funciona en un entorno mínimo que sin embargo nunca se entiende como algo negativo. Habrá quien eche en falta más habitaciones o escenarios, pero me extraña que alguien pueda afirmar que eso es algo que perjudique los objetivos del título.

Es evidente que en Team Gotham han entendido de qué va esto. The Guest asienta sus mecánicas sobre el clasicismo mientras se preocupa por exponer en cada detalle sus variadas referencias de cultura pop. Personalmente echo en falta un poco más de atrevimiento en el tramo final cuando la trama se acerca a su conclusión, momento en el que quizás hubiese sido interesante ahondar en el asunto que plantea. Más allá de esta consideración personal, lo que tenemos es un debut sólido como una roca que debe servir para afianzar al estudio y permitirles cierta tranquilidad en su próximo proyecto. Ojalá sea así.