Es fácil empezar el análisis sobre Omega, el último DLC que ha aparecido para Mass Effect 3. Basta con decir que no lo compres.
Diciendo esto me puedo quedar a gusto, relajado. Pero no bastará para convenceros, ¿no?
La premisa del descargable es tomar parte en la batalla para recuperar Omega de Cerberus. Como ya hicimos en La Guardia del Corredor Sombrío, nos toca arreglar una situación de la que sólo podemos saber por los cómics y no por la propia trama del juego. Está bien eso de tener un universo expandido que vaya generando contenido para tu saga principal, pero sólo si ese contenido va a ser significativo o va a tener un impacto real. Si es un añadido soso y que no significa nada, le estás cobrando al jugador una buena cantidad de dinero (15 eurazos cuesta el DLC, sin piedad) por continuar una trama que ni interesa ni aporta.
Lamentablemente, éste es el caso. Omega no cumple ni a nivel argumental ni a nivel jugable. Hasta el momento, los dos DLC’s con historia destacaban precisamente en lo primero: From Ashes añadía un nuevo personaje, diálogos memorables y un porrón de revelaciones sobre la historia de la saga, y Leviathan completaba el círculo con la verdad final sobre los Segadores y unos cuantos momentos espectaculares. Escenas y trama relevante, en ambos casos por un precio menor al que nos piden por esto.
Ahora la revelación será algo más de información sobre Aria T’Loak, un personaje que quedaba muy plano en Mass Effect 2 y que tampoco termina de quedar trazado tras acabarnos el DLC. Eso, un personaje nuevo bastante interesante y muy mal aprovechado, un antagonista correcto que no da tiempo a desarrollar y poco más. Es bueno volver a Omega, al fin y al cabo la estación espacial es Mass Effect 2. Su diseño, sus tonos anaranjados, sus habitantes…el escenario aportaba el estado de ánimo general a una entrega más oscura de la saga…y tampoco está aquí. Lo que es peor: una vez terminemos el contenido no podremos volver.
Como digo, no se le saca partido y lo que tenemos por delante es vano, poco significativo. La trama es previsible y ni siquiera tiene la épica que uno esperaría en una batalla por recuperar un mundo importante. Esto podría salvarse con una jugabilidad ajustada, con un gameplay divertido y situaciones distintas. Pero ha huido y tampoco lo encontraremos.
No nos durará más de tres horas, y en todo momento tendremos por delante un recorrido de lo más pasillero. Desde el punto A hasta el B, matando todo lo que haya de por medio. Hay algún intento, un escenario a oscuras, un esbozo de cambio de ritmo…pero ahí queda. Da la sensación de que se ha llevado con demasiada prisa por acabar. Es cierto que los escenarios de la estación no dan para tanto como puede dar una misión que nos lleve a distintos planetas, pero tampoco es tan complicado meter variaciones: asaltar una nave nodriza, una persecución mientras el escenario se derrumba, un paseo exterior…Algo de eso le daría vida al incesante pasillerismo, pero tampoco está aquí.
Completan el desaguisado dos nuevos tipos de enemigo (uno más interesante que el otro, aunque mal llevado) y la frustración de saber que has pagado la cuarta parte de lo que cuesta un título entero por tres horas de juego de lo más ramplonas.
En serio, huye de Omega. La estación no puede volver a ofrecerte lo que ya te dio. Y es que ya lo dice el saber popular: “Donde fueras feliz no debieras tratar de volver“.