De entre todo el revival en recuperación de géneros vivido desde la escena independiente, quizás el beat ’em up sea uno de los que todavía no podemos considerar saturado. Ha habido intentos y algún que otro éxito, como por ejemplo la saga Shank, pero en general la tónica ha sido utilizar el género como homenaje o recoger el concepto “yo contra el barrio” para llevarlo por diferentes derroteros alejados del planteamiento clásico. Mother Russia Bleeds lleva asociado a sus credenciales nombres como Renegade, Streets of Rage o Double Dragon, entre muchos otros. De sus píxeles se desprende la edad dorada del beat ’em up mientras asistimos a la subversión del mismo a través de un cambio de roles asociado a la época que nos ha tocado vivir. Atrás quedan aquellos emuladores de Charles Bronson con alcaldes (estado) dispuesto a batirse el cobre en las calles (sociedad) para rescatar a su hija de un malvado puñado de pandilocos (jóvenes, yonkis, prostitutas, travestis, inmigrantes, punkis… a.k.a.: sociedad que no forma parte del estado). La sombra de Reagan quedó muy atrás y el mundo ha cambiado mucho desde los 90. Por primera vez no luchamos contra la escoria que aterroriza nuestras calles. Por primera vez nosotros somos los pandilocos.
Mother Russia Bleeds nos lleva a una U.R.S.S. alternativa y nos coloca en la piel de un grupo de gitanos asentados en un campamento que, entre otras cosas, organizan peleas clandestinas para sacarse unos dineros. Esto es algo que parece no gustar especialmente a la Mafia Rusa, que junto con la complicidad de los más altos mandos del estado, no durará en llevarse nuestro nómada hogar por delante y encarcelarnos en el lugar más putrefacto de la Madre Patria. Por si esto fuera poco seremos cobayas de una nueva droga llamada Nekro con la que tanto la mafia como el gobierno piensa inundar la calles para evitar que estalle una más que latente rebelión. Así pues las cosas no parecen pintar demasiado bien para nuestro grupo al margen de la sociedad, pero el poder no contaba con la bomba de relojería que supone colocar al límite a cuatro luchadores gitanos puestos hasta las cejas.
El variopinto grupo de luchadores corresponde a los cánones clásicos del género. Tenemos a Sergei, el más compensado, fácil de manejar y aburrido. Después está Ivan, el Haggar del grupo. Es fuerte, duro y lento. La chica responde al nombre de Natasha y es la más rápida y débil. Por último está Boris, un tipo al que pintan como un puto tarado, que además se parece a Ignatius Farray tras varios meses de shows y fiesta continua, y que se reserva las ejecuciones más bestias del conjunto. La elección de nuestro personaje varía sensiblemente nuestro modo de jugar, pero todos pueden hacer más o menos los mismos movimientos, por lo que es casi más una decisión estética y de comodidad en su manejo que práctica a nivel real. En cuanto a la variedad de estos movimientos nuevamente nos encontramos con un escenario conocido. Puñetazo, patada, agarrar, saltar, correr y todas las combinaciones posibles entre ellos. Por supuesto podremos recoger todo tipo de armas/objetos cuerpo a cuerpo y diferentes armas de juego. Lo más interesante en este aspecto es que el título nos invita a ser creativos en lo que se refiere a nuestro modo de lucha, multiplicando nuestro contador de puntos cuando realizamos diferentes combos y variaciones. Esto repercute notablemente en la experiencia de juego, ya que debido a la enorme variedad de enemigos, lo que empieza siendo algo para mejorar nuestra puntuación nos resultará completamente imprescindible si queremos superar la aventura con éxito.
Los escenarios por su parte cuentan con un nivel de detalle casi enfermizo. En medio de la batalla cuesta mucho concentrarse en otra cosa que no sea permanecer vivo, pero Mother Russia Bleeds puede presumir de ser uno de esos juegos que invitan tanto a ser jugado como observado. El maravilloso pixel art utilizado va más allá del vigésimo homenaje a los 90, rebelándose como una herramienta imprescindible para transmitir toda la locura que los componentes de Le Cartel nos tienen reservada, y ojo porque no es poca. El título se muestra orgulloso de sumergirnos en los escenarios más grotescos que recuerdo en mucho tiempo mientras desarrolla una trama sencilla y resultona con las dosis suficientes de mala baba, sin que en ningún momento nos veamos en medio de una situación porque sí. Y hablando de dosis, ha llegado el momento de encarar uno de los principales componentes del título: la droga.
Si bien esta droga llamada Nekro forma parte del eje argumental principal, tampoco se queda atrás a nivel de mecánicas. A raíz de los experimentos a los que somos sometidos al inicio del juego, desarrollaremos una adicción a esta nueva sustancia que servirá tanto para curarnos como para alcanzar una suerte de estado de enajenación que nos proporcionará una ayuda importante durante unos instantes. Para ello disponemos de una jeringuilla con tres dosis que podemos recargar de algunos enemigos caídos que se convulsionarán durante un breve periodo antes de morir. Esto añade un pequeño componente estratégico, ya que recoger esta dosis extra de los caídos en batalla nos quitará unos valiosísimos segundos en los que podremos ser alcanzados por cualquier enemigo. Aquí también entra en juego las partidas con compañeros, ya que estos podrán revivirnos con una dosis si perdemos toda la energía, incluso podrán “donarnos” parte de su energía si su jeringuilla se encuentra vacía.
Hasta aquí estaríamos hablando de beat ’em up resultón con una factura artística envidiable, divertido y recomendable. Lo que eleva a Mother Russia Bleeds por encima del resto es la capacidad de sus creadores de crear momentos irrepetibles.
Mucho se habló en su día del aroma impregnado a Hotline Miami que dejaba el primer tráiler del juego, con aquel sórdido club en el que el musicote se mezclaba a la perfección con la ultraviolencia del mismo. De hecho, he leído en algún sitio que a raíz de aquello fueron los propios Dennaton Games quienes pusieron en contacto a la gente de Le Cartel con Devolver. Bien pues la esencia no solo está ahí, sino que en algunos momentos me atrevería a asegurar que lo supera. No se trata del nivel de violencia, algo que cualquiera puede conseguir incluyendo la suficiente sangre en pantalla, sino del flow conseguido a través de ésta, la música y las diferentes set-pieces en las que nos vemos envueltos, con momentos cumbres como una manifestación por las calles de Moscú o la extraña pelea contra un puto oso o un tramo final en el que fácilmente tendremos a más de cincuenta personajes en pantalla.
Mother Russia Bleeds es un imprescindible para todos los amantes del género y una clase magistral de cómo aprovechar elementos actuales para conseguir subvertir una pieza clásica. Quizás algo más de valor en la selección de héroes no habría estado de más (por ejemplo que el personaje femenino hubiese sido la psicópata del grupo), pero esto no repercute en una sólida experiencia que funciona como una inyección de Nekro directa al cerebro. A eso pueden sumarle la espectacular BSO de Fixions y Vincent Cassar, la posibilidad de hasta cuatro jugadores en local o con la ayuda de bots, un modo historia cercano a las diez horas de juego, varios finales u ocho arenas en las que repartir hostias en busca de la mejor puntuación posible. Devolver vuelve a dar en el clavo y Le Cartel es desde ya uno de esos estudios a los que no perder la pista.