COLABORA EN NUESTRO PATREON

Análisis: Morphite

Morphite
Morphite

MorphiteCríticaLas comparaciones son algo terrible, y resulta casi imposible empezar a hablar de Morphite sin que aparezca, cerquita cerquita, No Man’s Sky. Compréndanme, el título de exploración de Hello Games que no me enamoró no fue el primero en proponernos explorar la galaxia, ni siquiera cartografiarla, pero se ha convertido en una suerte de patrón oro de la odisea espacial del que es difícil escapar. Pero miren, aquí nos rebelamos. Voy a tratar de hablarles de Morphite sin mencionar nada más, y a ver qué pasa mientras lo intento.

Los propios Crescent Moon Games (The Deer God) definen a su título como un videojuego casual de aventura en primera personasin darles ninguna vergüenza esa etiqueta. Se nota en cómo han construido su juego, complicándolo lo mínimo posible, y haciendo que pueda jugarse en pequeñas partidas si es necesario, con puntos de guardado frecuentes y misioncitas intercaladas en la historia principal. En puridad lo que nos propone es sencillo: explorar el universo (por suerte, no todo), persiguiendo los ecos que deja una extraña sustancia llamada morphite, que puede transmutarse casi a voluntad y tiene todo tipo de propiedades extrañas. Para hacerlo nos dará un mundo de gráficos low poly tremendamente coloridos y estilizados y una bonita banda sonora electrónica obra de Evan Gipson, que puede ser tan relajante como frenética y tan misteriosa como sublime.Todo comienza con el deseo de nuestra protagonista, Myrah Kale, de salir de la estación en la que vive y explorar el espacio exterior. Deseo, que, obviamente, le será concedido pero no de la forma en la que ella querría. Es de agradecer una protagonista femenina, curiosa y vivaz, aunque luego el resto de la historia sea un tanto cliché. Porque encontraremos la habitual mística, los malos que buscan lo mismo que nosotros y no se pararán, el mentor que nos enseña… y bueno, cosas nuevas como un robot-gato que odia a la humanidad o un carlino-robot que usaremos como arma.Pronto en Morphite tendremos acceso a nuestra nave, que nos permite una cierta personalización, y con ella vendrá la primera decepción: sólo la podremos manejar (y no demasiado) durante los escasos combates espaciales que encontremos.«Existe la sensación de que falta algo para que pudiera convertirse en un título más grande»Entendiendo la dimensión del juego, es normal que sus creadores no se planteasen añadir la posibilidad de volar con la nave porque se les haría demasiado grande, pero resulta difícil zambullirse en la grandiosidad del universo cuando nuestro vehículo no lo surca sino que más bien actúa de taxi entre planetas. Sólo habrá que proveerle de combustible y tomar la mejor ruta posible por nuestro mapa estelar, y así saltaremos de sistema en sistema.Realmente la fuerza de Morphite quiere estar en eso, en sus planetas. Inteligentemente, sus creadores han optado por un modelo mixto de generación de escenarios, en el que los planetas del modo historia han sido diseñados cuidadosamente como niveles y el resto de mundos adicionales (y hay un porrón) mediante un algoritmo procedimental. Con esto se logra que las partes que veremos, sí o sí, si queremos llegar hasta el final, tengan una construcción más sólida y se hagan más divertidas. Estos mundos combinan puzles ligeros con alguna misión de localización de objetos, modificación del escenario y plataformas, además de enemigos campando por el escenario y hasta malos finales. Son mundos bonitos, de ruinas misteriosas y peligros ocultos, que van desde pantanos hasta basureros espaciales, y desde luego, el punto más positivo de todo lo que tiene Morphite que darnos.

Los mundos adicionales realmente están para prolongar la vida del juego y darle algo más de sentido al sistema de crecimiento de nuestra protagonista, porque aunque en la historia principal algunos pedirán que mejoremos nuestro traje contra las temperaturas, serán ya los mundos extra, muchos de ellos desde el principio, los que nos pidan más requisitos para visitarlos. Tanto en ellos como en los principales podremos catalogar especies (para vender los escaneos o usarlos para crear mejoras), recoger materiales y hacer misioncillas secundarias sin demasiada trascendencia, todo en aras de conseguir dinero con el que comerciar y perfeccionar traje y nave.Probablemente los mejores de sus mundos y el meternos de lleno en una aventura con trama clara y una misión que seguir nos haga olvidar un poco el hecho de no poder pilotar la nave y surcar con ella las estrellas, pero hay una pequeña pega aquí. Los controles de Morphite no son todo lo buenos que deberían, respondiendo a veces con brusquedad y haciendo que las partes de plataformas o el apuntar a enemigos no sean todo lo satisfactorios que debieran. Y claro, si explorando nos caemos cuatro veces, nos matan otras dos y como colofón nos perdemos, podremos ir perdiendo las ganas de perseguir la dichosa materia cósmica y los secretos del universo. Nos mantendrá ahí, si le damos tiempo, nuestra misión y el sentido del humor que llena el guión del juego, que aunque a veces es un poco forzado, es muy de agradecer.Quizá por lo que estoy diciendo podría parecer que Morphite es un mal juego, o al menos, uno que está muy por debajo de las expectativas, pero tampoco es así. Tiene muy clara su dimensión y su construcción se ha hecho sabiendo cuáles iban a ser sus fortalezas y cómo debían de ser aprovechadas, pero a la vez da la sensación de que tiene algo de materia sobrante, de que tanto espacio podía haberse laminado para distraer algo menos al jugador o para ofrecer algo más en el modo historia. Porque la sensación es que falta algo para que pudiera convertirse en un título más grande.

Y sin embargo, funciona a la perfección como el juego casual que declaran sus desarrolladores que es. No aguanta demasiado bien partidas de muchas horas por la pelea que puede darse con los controles, la añoranza de la navegación espacial y el ir de un lado a otro; pero en partidas pequeñas y ratos de distracción se hace mucho más sólido. Ahí brilla más la experiencia que querían darnos sus creadores, sus planetas bonitos y la aventura de recorrerlos en pos de desentrañar el misterio.

Así que ténganlo en cuenta si se acercan a él: es lo que pretende ser y quizás era imposible que tuviera más ambición. Como aventurilla galáctica bonita a la que echar unos ratos y disfrutar de su música, funciona, pero ni es ni puede ser más.