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Análisis: Morningstar – Descent to Deadrock

Análisis: Morningstar - Descent to Deadrock 1

Hay una cosa importante a tener en cuenta cuando hablamos de Morningstar – Descent to Deadrock. Es el remake HD de un juego que salió hace años en Flash. Podéis probarlo aquí. Siento un gran respeto por la comunidad que durante años estuvo subiendo sus juegos flash, y me parece alucinante lo que algunos de ellos lograron (Alien Hominid, o este primer Morningstar). Teniendo esto presente, me parece una barbaridad el salto que han logrado dar desde Red Herring Labs, pasando de la versión inicial a esta que presentan bajo la distribución de Phoenix Online Studios.Nada más empezar nuestra nave se estrellará en el planeta Deadrock, una bola de roca llena de vacío y penurias que toda persona con cabeza procura evitar. Encarnaremos a Powell, del que no nos queda clara la profesión, que es el único miembro de la tripulación que puede intentar resolver la papeleta: el capitán yace herido, empalado por una barra de hierro, y el ingeniero ha muerto por un fallo en su cámara de hibernación. Con semejante panorama la prioridad será salir de la sala en la que estamos atrapados y ganar acceso al resto de la nave.Usa la cabeza, náufragoUna vez empezamos a resolver los primeros puzles del juego es cuando empezamos a entender lo que sus desarrolladores quieren darnos. Porque tenemos por delante una aventura gráfica de las de antes, en primera persona, con énfasis en el uso de objetos para seguir adelante y con escenarios fijos con los que interactuar. ¿Y qué es lo que nos quieren dar, bajo ese envoltorio? Un videojuego sencillo y honesto.Porque una tendencia odiosa que existe en muchas aventuras gráficas, especialmente cuando quieren alargar artificalmente la duración, es la de utilizar puzles nefastos, de los que cabrean al jugador y le hacen buscar algo de esperanza en el terrible mundo de Youtube (sigo prefiriendo las guías en texto, sí). Morningstar tiene la candidez de darnos puzles que, aún requiriendo que pensemos, tienen una lógica aplastante y justificación dentro de la historia. Cuenta, además, con la opción de hablar por radio con Novak (el capitán), que nos dará pistas si nos atascamos (aunque esto sí lo desaconsejo, porque casi resuelve las cosas por uno). Especial mención a una serie de momentos en los que tendremos que aprender un pequeño alfabeto y relacionarlo con sistemas planetarios, un puzle brillante.La otra pata que sustenta a Morningstar es el planeta en el que hemos acabado contra nuestra voluntad. Una de las propuestas del equipo de desarrollo era crear una experiencia atmosférica, y, a mi juicio, lo han conseguido. Cuando conseguimos abandonar la nave y adentrarnos en Deadrock, notamos una soledad palpable y casi angustiosa. Metros y más metros de desierto por delante, sin una triste señal de vida propia salvo de los desdichados que nos han precedido en el naufragio estelar. Formaciones de roca que nos ignoran mientras el silencio nos rodea, con un fantástico diseño de escenarios que a veces tienen hasta un aire majestuoso.Por otra parte, me gusta cómo se dibuja la trama del juego. Se acerca a la ciencia ficción clásica, con ese planeta que realmente guarda más de lo que esperamos, pero también tiene la decencia de guardarse sus mejores secretos y no joder nada liándose a dar explicaciones. A lo largo de sus dos horas logrará mantenernos en tensión y acrecentar la preocupación por lo que nos puede llegar si nos quedamos en Deadrock y cuando lleguemos al final acabaremos sintiendo alivio. Habremos seguido una ruta natural espoleados por nuestro ingenio, sin acciones estrambóticas y con varios momentos para el recuerdo. Y aunque el doblaje (en inglés) es mejorable, también las escasas conversaciones con Novak resultan satisfactorias, sin tener que forzar una relación que no tiene por qué haber.Últimamente, el sector está instalado en la tontísima polémica de la duración de los videojuegos. Motivo de más para hablar de Morningstar: como ya he dicho, dura no más de dos horas, y es una duración perfecta. Le da tiempo para fascinarnos por el escenario, para ponernos en tensión y para contarnos una historia sin artefactos estúpidos que la prolonguen y le hagan perder impacto. Precisamente, creo que el hecho de ser un título sencillo le da aún más valor y sirve para ejemplificar ese «menos es más» que desde aquí reclamamos.Pero déjenme hablar de una última cosa.Soy partidario de que a cada videojuego hay que valorarlo por separado, pero creo que la labor del remake ha sido impresionante. Han creado, prácticamente, un juego nuevo, rehecho desde cero, con unos escenarios preciosos, una banda sonora que acompaña bien y unas escenas de vídeo muy meritorias (atentos al final). Eso hay que valorarlo, aunque lo mejor de Morningstar seguirá siendo la honestidad con la que está hecho.

Si eres fan de la ciencia ficción o de los point & click y no tienes problemas con la duración, lo vas a disfrutar.