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Análisis: El Shaddai: Ascension of the Metatron

Análisis: El Shaddai: Ascension of the Metatron 1

¿Habéis preparado la hucha para esos juegos que lleváis esperando durante inacabables meses? ¿Listos para adquirir Battlefield 3, Gears of War 3, Uncharted 3, el nuevo Call of Duty, la nueva entrega de Assassin’s Creed, Zelda: Skyward Sword u otros tropecientos títulos triple A? No tan rápido. Quizá os interese, si todavía disponéis de pasta, claro está, un título que, por desgracia, no ha contado con una enorme publicidad y millonarias campañas de marketing, y que por los ingredientes que propone, huele a una nueva e inminente obra de culto. Y es que parece que ahora parece que muchos desarrolladores de cierta relevancia les gusta unirse al club de los juegos independientes, pues eso es lo que ha hecho Sawaki Takeyasu (pronunciadlo a la primera, a ver si podéis), responsable del diseño de juegos como Devil May Cry y Okami. Desertó de Capcom con otros compañeros y crearon su propia desarrolladora, UTV Ignition, cuyo primer trabajo es el juego que nos ocupa, El Shaddai: Ascension of the Metatron, a cult game.

Es muy difícil describir El Shaddai. Si vamos a definirlo de forma vulgar, estamos ante un juego raro, de esos que atraerá a una minoría y que será amado y odiado por igual. Pero incluso para aquellos que les guste, no dudarán en afirmar que es también gracias a que se desmarca de lo corriente y habitual, algo que valoramos mucho en esta casa. Así que si ya te has acabado Deadly Premonition, Child of Eden, Shadows of the Damned, No More Heroes u otros juegos que se alejan de los estereotipos y estás buscando un nuevo juego raro que colme tus excentricidades (no en vano, lees Nivel Oculto), El Shaddai se convertirá en tu juego predilecto para estas navidades.

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El juego está basado en un texto apócrifo de mucho antes de que todos naciéramos, del siglo II a.C. concretamente, que fue posteriormente repudiado por la mafia Iglesia Cristiana en el siglo IV d.C. Sin embargo, hay que tener en cuenta que sus desarrolladores se han, básicamente, inspirado en el texto, para luego enfocarlo de un modo algo distinto. La historia trata de unos ángeles que deciden renegar de Dios y deciden instalarse en la Tierra para mantener relaciones con los humanos. De ahí surgieron unas aberrantes criaturas llamadas Nephilim (aunque en el juego, su diseño se convertiría en un peluche ideal para los más peques). Dios, enfadado, decide traer de vuelta a la tierra a esos ángeles caídos y le encomienda dicha tarea al primer humano que llegó al cielo, que ejerce de escriba, llamado Enoch. Este enviado de Dios, contará con la ayuda de Lucifel y de los cuatro arcángeles para subir una torre donde cada uno de sus pisos, aguarda uno de esos ángeles caídos.

El Shaddai ya destaca por su originalidad, que queda reflejada en cualquiera de los apartados que conforman el título de Ignition. Básicamente estamos ante un Hack’n Slash que mezcla su desarrollo con fases plataformeras tanto en 2D como en 3D. El cometido del juego es muy simple: Avanzar por los increíbles escenarios de sus 11 niveles derrotando a los angeles caídos mientras vamos desentrañando su peculiar e intersante historia en sus secuencias de video. La propuesta de El Shaddai siempre se dirige más a lo simplista ,anteponiendo antes la experiencia contemplativa de sus increíbles imágenes que a su sistema de juego. Y es que pese a que su jugabilidad sea efectista, no esperéis un título tan completo, ni mucho menos, como los grandes exponentes del género como Darksiders, God of War o Bayonetta.

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Su sistema de combate destaca por su extrema sencillez, por no llamarlo simplista. Donde sólo contaremos con un botón de ataque, uno para los saltos y otro para protegernos. Por lo que aquí la variedad de combos brilla por su ausencia, pues solo podremos realizar acciones especiales de combate dependiendo de la velocidad y frecuencia de pulsación del botón de ataque. Los enfrentamientos en El Shaddai no son multitudinarios, nunca lucharemos contra más de dos o tres enemigos a la vez. El concepto es muy simple, iremos armados con nuestra arma, que únicamente disponemos de tres en todo el juego, y son precisamente con las mismas que nos atacará el enemigo. Por una parte, tenemos una espada curva,con forma de arco, ideal para ataques a corta distancia; Una especie de escudo para infringir un gran daño a costa de perder velocidad; Y una especie de lanzador de proyectiles, ideal para ataques de larga distancia. También contamos con nuestros puños, pues puede darse la ocasión de encontrarnos desarmados. Los enemigos van equipados con armaduras que podremos hacer añicos hasta debilitarlos, momento en el cual podemos aprovechar para robarles su arma con solo pulsar un botón, y pasar a empuñarla nosotros, mientras ellos se quedan indefensos. Las armas van perdiendo eficacia con su uso, por lo que de vez en cuando deberemos purificarlas con pulsar un botón para hacer que vuelva a ser efectivas al 100%. Sin embargo, si hacemos eso en combate, algo bastante habitual, nos quedaremos indefensos un par de segundos Los combates son muy metódicos y versátiles, donde no tiene sentido alguno el machacar botones adiestro y siniestro. Tampoco hay ni un árbol de habilidades ni mejoras. Tan solo contaremos con la ayuda de los arcángeles para realizar un ataque especial siempre que dispongamos de un aura especial para infligir más daño. Los más puristas al género encontrarán trabas como su falta de posibilidades, su poca variedad de armas y de lo lento que llega a ser Enoch a la hora de responder a nuestras acciones, algo que en ocasiones, es bastante frustrante.

Tampoco destaca por ser un título complicado. No tenemos ninguna barra de vida u otro indicador que no sea nuestra propia armadura, que se va destruyendo a medida que recibamos golpes enemigos y que mientras la imagen vaya adquiriendo un tono rojizo, señal de lo débiles que estamos. Por fortuna, si caemos, Enoch puede volver a la vida si machacamos unos botones determinados. Dicha acción solo se puede efectuar ciertas veces en cada combate, pues la pantalla se va apagando a medida que Enoch cae y lo hace cada vez a mayor velocidad, por lo que llegará el momento en que no tendremos tiempo de resucitar a Enoch, por lo que deberemos empezar en el último punto de control. Es posible que incluso el combate, debido a sus capacidades tan limitadas, se vuelva repetitivo. Sin embargo, y pese a que el juego empieza de forma muy sencilla, los combates van suponiendo mayores retos progresivamente, donde veremos, como jugadores, que no depende de la velocidad en como machaquemos los botones, sino que saldremos airosos con nuestra elegancia y habilidad metódica y estratégica. Al igual que juegos como Demon’s Souls (aunque sea un ejemplo un tanto extremo), la simplicidad obliga a que el jugador dé lo mejor de sí mismo, sin artificios ni demás añadidos, únicamente nosotros y nuestra habilidad. Esto lo veremos sobre todo con los jefes finales, sin lugar a dudas de lo mejor del juego, con combates muy bien ejecutados y llevados a cabo, algunos hasta tan atípicos como inolvidables.

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El juego nos aguarda además no pocas fases de plataformas, tanto en 2D como en 3D. Las de dos dimensiones no suponen ningún reto, y se basan más en la experiencia contemplativa. Sin embargo, los momentos en que deberemos ir pegando saltitos en 3D la cosa cambia radicalmente gracias una gestión de cámara no muy buena, siempre en pos de ofrecer la imagen más espectacular posible, junto con situaciones verdaderamente enrevesadas. Hacen que a veces sean bastante puñeteros, pero increíblemente gratificantes por su magnífico desarrollo, siempre ligados a una poesía en movimiento que más tarde nos detendremos a analizar. El juego cuenta con escenarios muy variados entre sí. Cada planta es un mundo distinto. Son, sin embargo, bastante lineales, siempre para beneficiar su potencia visual, con pocos recovecos a explorar, pese a que los haya, la exploración no es el punto fuerte del juego. Todo se reduce a avanzar hacia adelante.

Después de todo lo dicho, ¿Estamos ante un buen juego? Rotundamente sí. Todo aquel que quede atrapado por él experimentará sensaciones que nunca antes había vivido en ningún otro juego, pues lo cierto es que ligar toda la experiencia jugable con lo visual, resulta ser un enorme éxito, nos encontraremos con sensaciones nunca antes experimentadas dado todo su contenido onírico. El juego hace uso del Cel Shading con no pocas referencias al Manga, deleitándonos con un aspecto gráfico sin parangón. Cualquier captura que podáis ver de El Shaddai no le hace justicia a la parafernalia visual que nos prepara. Es como un cuatro al óleo en movimiento. Y es que cada plano del juego merece ser estudiado detenidamente unos cuantos minutos gracias a la riqueza visual obtenida. Es también por ese motivo que no hay ningún marcador ni interfaz que pueda desviar nuestra atención de las maravillosas imagenes que estaremos contemplando. Podríamos estarnos multitud de páginas hablando de él y ni siquiera le haríamos justicia. No se puede ni describir ni explicar con palabras, sencillamente hay que verlo. Y todo aquel que lo haga, quedará totalmente atónito ante lo que está contemplando. Y es que este atrevimiento visual no se ve todos los días. Este descaro y aspecto tan desafiante son las bazas de un juego único, que ni siquiera se molestan en tratar su historia bajo unos cánones meramente corrientes. El Shaddai busca sorprender cada instante, y no precisamente en su jugabilidad, sino en lo que nos vendrá después. Y es que pese a este sencillo desarrollo, también hay cabida para enormes sorpresas y situaciones irreverentes que nos cambian bruscamente la experiencia de juego. Cada imagen es una mastodóntica obra de arte que viene acompañada de una increíble y onírica banda sonora, con sus coros, melodías melancólicas, otras de un toque más épico, otras más cañeras…

Esta capacidad para sorprender también viene por las situaciones tan irreverentes que nos presenta el juego, plagado de absolutas excentricidades, de ahí que el texto apócrifo sea sólo una inspiración. ¿Habéis visto en algún otro juego que el protagonista de blanca armadura lleve debajo unos tejanos? ¿Habéis visto a Lucifel hablando por teléfono móvil con Dios siempre replicándole y haciendo saltos en el tiempo porque le guste la ropa y los objetos de los humanos como los paraguas? ¿Desde cuando los cerdos de proporciones gigantescas son las mascotas preferidas de los ángeles? Habéis estado ante un escenario volcánico que se vaya derrumbando y de golpe y porrazo aparezcamos en una fase de plataformas de ambientación playera con las típicas pelotas hinchables? No hace falta que respondáis, gracias. Maldita sea, si parece que hasta  Dios sea un fan de la película de culto Tron (1982). Y muchas cosas que me dejo en el tintero, con referencias homosexuales incluidas. El Shaddai es tan irreverente e imprevisible como él solo.

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Es difícil recomendar un título como la obra de Ignition, un juego que no sólo no busca la recta fácil de copiar los grandes del género, ni tampoco crear la secuela de una franquicia haciéndola más grande. Nada en él es típico, pues intenta alejarse de cualquier convencionalismo, incluso a la hora de narrar su argumento. Es bizarro a más no poder. Sabe ser un título desafiante gracias a sus propias debilidades en el sistema de combate, que son su poca profundidad y extrema sencillez, sabe convertir sus flaquezas en fortalezas. Sus imágenes son impagables desde el punto de vista artístico y estético, no habréis visto un juego igual, donde cualquier halago o descripción nunca le harían justicia. No se puede hablar de cómo es la experiencia de jugar a El Shaddai, simplemente hay que vivirla por uno mismo. Y si hay juegos que mezclan su experiencia jugable con la cinematográfica, ¿por qué en El Shaddai no iba a funcionar su idea de experiencia contemplativa y visual? Único en su especie, llega un bicho raro entre los lanzamientos triple A de estas navidades y que aún podemos agradecer a Konami el habérnoslo traído a Europa completamente subtitulado al castellano. No es muy largo (máximo 7 horas), es poco rejugable, pero la experiencia se os quedará grabada a todo aquel que sepa apreciarlo. Es muy recomendable probar El Shaddai. Aquellos que hayáis probado la demo, os diré que no le hace justicia. Ni siquiera los primeros compases del título son muy brillantes. Pero cuando atrapa a todo aquel jugador que aprecie algo diferente y sin tapujos, le agarra irremediablemente y le transporta a un mundo inimaginable, bello, onírico y extraordinario. Un deleite visual. Más admirable que disfrutable, o al menos, des de una perspectiva nada convencional. El Shaddai atrapa, pero no mediante los medios que lo hacen la mayoría de títulos. Es desconcertante a cada paso que demos, creándonos en nosotros sensaciones nunca antes vividas. Lo amaréis o lo odiaréis, no hay término medio. Sin embargo, son por todas esas razones que llevan a este servidor a encumbrar este título. No es el mejor juego que particularmente haya jugado, ni mucho menos. Pero las sensaciones vividas, jamás las había vivido en otro videojuego. Algo que va por delante de su innovación, que es nula, y defendemos a capa y espada en esta casa es su atrevimiento. Nunca habréis tenido las sensaciones de jugar a El Shaddai con ningún otro juego, y eso es mucho. Caballeros, he aquí el juego de culto de este 2011. Disfrútenlo o repúdienlo.

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