COLABORA EN NUESTRO PATREON

Viaje a LO INDIE: Cap.7 ¿Te gusta conducir?

Viaje a LO INDIE: Cap.7 ¿Te gusta conducir? 1

Cuando decidí tomarme en serio esto de hacer un videojuego sobre conducir, mi primera aproximación fue revisar mi colección de videojuegos de coches. Me sorprendió descubrir lo terriblemente frustrantes que son por definición, y lo poco que puedes conducir como tal. Siempre existe algún obstáculo, un rival al que batir, tráfico, el tiempo que corre, si no ganas esta carrera no desbloqueas la siguiente, cuidado con la concha azul…

A mí que en este caso lo que buscaba era comparar los controles, casi tenía que hacer trampas para encontrar un espacio libre de peligros para conducir. Hay juegos que presentan opciones para hacerlo, tal vez el más famoso sea el “Dar un paseo” del mítico Driver.

Ganar la carrera

Alcancé la catarsis que me llevó a embarcarme en este Viaje a LO INDIE el día que descubrí que ya no jugaba al Gran Turismo. Al menos, no lo hacía como se espera.

Para los profanos en la materia, deciros que éste es posiblemente el peor videojuego de coches, y a la vez el mejor simulador. Pasas más tiempo gestionando tus recursos que corriendo, y si quieres ser eficiente, te prometo que necesitas calculadora. Escenas como ésta son totalmente normales.

Para ganar esta carrera, me recomiendan este bicho:

Vaya, no tengo tanta pasta ni de lejos… me toca repetir carreras. Quiero hacerlo rapidito, así que repetiré 10 veces ésta que gano seguro porque tengo el coche perfecto para ganar

10 carreras después, 5 minutos por carrera, he logrado el dinero y he perdido 50 minutos de mi vida. ¡Pero al fin tengo el dinero para el maldito coche!

OH DIOS. OH DIOS. OH DIOS. Joder, siempre amé este coche. Que BELLEZA maldita sea. Y ME DA LA MALDITA PASTA.

Y así es como te haces con el único coche en ese rango de precios con el que no ganarás esa maldita carrera, porque es sólo para modelos de serie y ni siquiera tienes la oportunidad de mejorarlo para hacerlo competitivo.

Este ciclo es eterno e infernal. La solución al final pasa por vender el coche de tus sueños para hacerte con otro que ni fú ni fá, para ganar una carrera de forma holgada y posiblemente, aburrida.

El auténtico CAVIAR de este “juego” consiste, primero, en jugar con un volante decente. Suena a tópico esto de “Los juegos de coches mejoran con volante”, pero esa frase se acuñó por y para el Gran Turismo. Yo no soy piloto ni he conducido lo suficiente como para valorar cómo de realista es de facto. Sí he probado otros simuladores que se vanaglorian en ser copias idénticas de lo que ocurre en un monoplaza, y es posible que sean más exactos. Pero Gran Turismo está afinado de tal forma que la EXPERIENCIA es mucho más cercana. Todo reacciona de una forma verosímil y coherente.

Pronto empecé a pasar más tiempo comprando coches que me gustaban para intentar batir mi crono en mi circuito favorito, Nurbirgring.

El modo historia como tal pasó a ser una suerte de fuente de ingresos para financiar lo que de verdad me gusta, que es correr a mis anchas. Al principio compraba modelos modestos y asequibles y los modificaba todo lo que podía permitirme (Que tenga que decir esto sobre un videojuego creo que deja claro lo poco lúdico que puede llegar a ser), en una búsqueda de la máquina definitiva que podría permitirme en la vida real.

Este Fiat Panda aterrorizó durante meses el trazado alemán rodando a ritmos avernales.

El caso es que pronto esto también se volvió aburrido: Cuanto más modificados, más se parecían entre sí en comportamiento. La misma forma de conducir pronto me resultó válida para todos. En mi lucha personal por hacer mejores tiempos, había vuelto a olvidar que empecé a jugar así porque era más divertido.

Así fue cómo vendí la mayor parte de mi horda de cohetes con ruedas para llenar mi garaje virtual de coches de serie. Me sorprendí a mí mismo conduciendo sin mirar el cronómetro a ritmos bastante lejos de ser competitivos. Me descubrí sonriendo a lomos de coches que jamás pensé que serían divertidos, a velocidades a las que ni saltaría el célebre radar de la M30. Me re-encontré con toda una suerte de defectos que había luchado por evitar con carísimas piezas, y me enamoré de todos ellos. Algunos de ellos me recordaron a los de mi siempre fiel Toyota Yaris

Y una mágica y aburrida noche, jugando a deshoras en mi volante virtual, me di cuenta de que bien podría salir a darme una vuelta en mi coche real. Y así sucedió, y fue increíblemente disfrutable a pesar de hacerlo sin cometer locuras, sin sobrepasar ningún límite de velocidad ni hacer ninguna maniobra peligrosa. Conduzco casi a diario, y siempre fue una tarea mecánica y repetitiva. El mismo coche, con el mismo conductor, resultó ser una combinación fantástica y divertida con un simple cambio de enfoque. No sólo conduzco mucho por el mero placer de hacerlo desde entonces, también hacerlo por obligación se ha convertido en una actividad disfrutable. Hasta el punto, que ya apenas juego al Gran Turismo, pero le tengo un enorme respeto por todo lo que aprendí con él, muy posiblemente sin que tuviese esa intención en ningún momento.

Mi consejo es que si te gusta conducir, no juegues al Gran Turismo. Si tienes coche y puedes permitirte conducirlo con regularidad, Hazlo. No dejes que se convierta en una actividad rutinaria, conducir tu viejo Toyota Yaris sigue siendo tan mágico como la primera vez que lo hiciste.