Parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde que conseguí hacerme con una copia de este juego. En aquél entonces no tenía ordenador donde jugar, así que mi padre hacía la vista gorda y agarraba su portátil para jugar siempre que no mirara. Y allí estaba yo, flipando delante de aquel portátil. Me enfrentaba a un juego sin diálogos, sin notificaciones en la pantalla, sin textos y con puzles de point & click. Aun así, es prácticamente imposible perderse.
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