Lo primero que he leído sobre Grimsfield es que “el jugador encarna a un poeta que debe superar una abundante cantidad de trámites burocráticos con el fin de poder actuar en la noche de micrófono abierto del club beatnik local”. Imposible no caer rendido a sus pies.
Desarrollado por Adam Wells, Grimsfield es uno de esos extraños títulos que sólo se comprenden a través de la escena independiente. Hablamos de un acabado artístico con personajes heredados del papercraft en el que prima un portentoso acabado en blanco y negro al que Fritz Lang le hubiese dado sus dies. El conjunto se completa con un punto de vista isométrico que juega con la distancia de cámara para crear escenarios desérticos o agobiantes según convenga. Todo esto con un especial cuidado en la animación de los personajes, pues no en vano se trata del trabajo principal de Wells, siendo esta su primera incursión en el mundo del videojuego.En cuanto a la mecánica, parece que nos encontramos ante un point & click de corte clásico en el que la burocracia será nuestro peor enemigo. Según Wells, en el mundo de Grimsfield “incluso las reglas tienen reglas”, por lo que nuestra pequeña odisea kafkiana constará de decenas de diálogos con un montón de tipos irritantes y divertidos repartidos por diferentes set-pieces (¿existe una traducción decente para esto?) ambientadas en distintas oficinas de registro. La vida del autónomo medio de este país.
No hay mucha más información sobre el Grimsfield más allá de la confirmación de que Wells ha empezado a colaborar con un compositor llamado Chris Reed para encargarse de la parte musical. Tampoco cuenta con página oficial, pero al menos pueden pasarse por su Greenlight para apoyarlo debidamente si lo consideran conveniente. Nosotros prometemos mantenerles al tanto de cualquier novedad.Greenlight