COLABORA EN NUESTRO PATREON

Gamer: Socialmente (in)adaptados

Allá por 1940 comenzaba a tomar popularidad la televisión a nivel mundial. ¿Y quiénes eran los más llamados por esta novedosa tecnología que aplicaba conceptos científicos que, al no ser comprendidos por el hombre común, eran relacionados con algún tipo de magia negra? Obviamente, los jóvenes. ¡Y qué palizas y gritos se habrán llevado cuando miraban programas de comedia hasta altas horas de la noche (algo así como las 19hs, por aquellos tiempos!

Pues claro, siempre los jóvenes fueron los más atraídos por lo nuevo; enemigos irremediables de los adultos tradicionalistas.

Cuando a finales de los 70 y comienzos de los 80 comenzaron a surgir los videojuegos como un entretenimiento popular, la situación no fue muy distinta a la mencionada anteriormente: ¿A quiénes iban a atraer esas infantiles pantallas manejadas por palancas que de alguna manera controlaban un dibujo mal hecho en un universo bidimensional de poco realismo? Pues claro, a los niños y a los jóvenes. ¿Y los adultos? Bueno, los que entonces eran adultos eran los que en su juventud habían sido torturados hasta acercarse a la muerte por haberse pasado media hora de más frente a la «caja tonta».

Pero esos primeros gamers, esos primeros adictos… NO MURIERON (bueno, al menos no todos), y muchos son los «adultos» de hoy. Casi todos (todos, vamos) siguen jugando, en mayor o menor medida, con videojuegos. Como es de esperarse, la mayoría se remiten a los juegos clásicos, «los de mi época», liberando todo tipo de blasfemias y palabras inventadas con maña contra los juegos que requieren de un cable HDMI y de una conexión inalámbrica a Internet.

Bueno, no es en realidad tan así: Podemos afirmar que los hoy adultos que han jugado o siguen jugando son mucho más tolerantes con la adicción a la tecnología de los jóvenes de hoy, en relación a lo que lo eran los adultos del pasado para con los adictos a la TV en blanco y negro (¡Hombre! ¡SI VIERAN LO QUE PASAN HOY POR TV!).

Pero bueno, tras esta larguísima y seguramente innecesaria introducción, ¿a qué me referiré en este artículo que presenta conceptos que no tienen absolutamente ninguna prueba concreta para ser avalados? A intentar responder este cuestionamiento: Aunque parezca que no, ¿acaso sigue funcionando esta costumbre tradicionalista hoy?

Empecemos una o dos generaciones atrás; los niños y adolescentes se abalanzaban entre gritos y llantos de emoción en las inauguraciones de locales arcade, de esos con las máquinas mágicas que se alimentaban de monedas que digerían para luego defecar sueños multicolores y pixelados en una pantalla curvada que causaba daños permanentes en la vista. Por aquellos tiempos surgirían juegos que hasta hoy han dado decenas de secuelas y se han ganado la fama de «clásicos»; surgirían también las primeras consolas (populares y de producción masiva), y la PC comenzaría su transformación gradual hacia la plataforma de entretenimiento que es hoy.

Pasarían los años y entraríamos a los 90, década marcada por la música dance con pobre calidad de sonido, los Backstreet Boys, las Spice Girls, y las primeras adaptaciones cinematográficas de Mortal Kombat y Street Fighter. El «arcade gaming» (digámosle así al juego en máquinas grandotas, portadora cada una de un título, que, como dijimos, se alimentaban de monedas y/o fichas) no cedió su posición en la industria de los videojuegos, y mostró, como el resto de la industria, un avance notorio en la calidad y variedad de los títulos; había sumado millones de nuevos y enanos fieles; a los de la nueva generación sumada a esta moda de los videojuegos les daba bastante miedo el hecho de ver tipejos ya crecidos jugando y apretando los botones como profesionales con trastornos mentales (estos tipejos eran la evolución de aquellos pioneros del arcade de los 80). Más perturbador era aún para la nueva generación el hecho de que estos individuos se les acercaran y los desafiaran a una partida de Mortal Kombat; el dinero estaba perdido y la humillación asegurada si se dejaban someter por estos seres que se alimentaban de la decepción de los novatos al ver éstos como su personaje era terminantemente desmembrado por una Fatality que nadie (de la nueva generación) sabía como hacer.

Sin embargo, el abismo se acercaba para esta generación de maestros del arcade: Iban a aparecer los primeros juegos en 3D real, y la industria se comenzaba a tornar extraña y desconocida con centenares de títulos demasiado innovadores y variados como para comprenderlos todos. La velocidad con la que la nueva generación se convertía en adicta a esta nueva era de los videojuegos, y la maestría que desarrollarían, comenzaba a ser apabullante para aquellos tipejos que aún seguían jugándose alguna partida de Snow Bros luego del trabajo (si es que no trabajaban en la tienda arcade misma). Ahora eran los veteranos quienes eran desafiados y humillados por la nueva generación en duelos gráficamente incomprensibles y con una mecánica de juego compleja y de una velocidad imposible de dominar. Estos tipejos, en su humillación, comenzaron a desarrollar un odio tremendo y un rencor que acumularon en su interior, y lo liberaron contra la nueva generación por uno de los pocos flancos en los que aún podían ser vencidos: La mayor parte de esta nueva generación descendía de los tipejos frustrados. Estos últimos aprovecharon sus derechos de paternidad para prohibir cualquier tipo de tecnología costosa que trajera con sigo gráficos que rompieran con lo tradicional.

Con esta larga y compleja historia, podemos explicar porqué para la «nueva generación» era tan «difícil y rebelde» jugar a lo nuevo como lo era para aquellos que, en los 80, se tenían que largar a llorar a cambio de unas monedas para poder terminar con ese maldito jefe final.

Tras una larga y exhaustiva investigación por la que hice cosas de las que no me siento orgulloso, he arrivado a esta teoría, que concluye con una respuesta terminante a la pregunta de si el tradicionalismo sigue existiendo o no. En mi opinión, al menos hasta ahora, sigue funcionando.

¿Nos convertiremos los jóvenes innovadores de hoy en viles tiranos que prohiban a sus menores el acceso a los videojuegos en Super Ultra High Definition Full 3D Holy Shit Technology? Pues, ¿que bueno sería verlos sufrir, no?