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Dominical: La publicidad

Dominical: La publicidad 2

Yo no es que haya dedicado mi vida a esto, ni mucho menos, antes incluso estudiaba una carrera y era una persona respetable, en un mundo respetable, o al menos eso pensaba yo. En esas primeras clases de universidad en las que todo el mundo pierde el tiempo o no, según el objetivo de cada uno, aprendí que la publicidad no era mentir, si no persuadir. No es un ejercicio de engañar, o al menos no debería serlo. Aún así, y aunque a todos nos rompieron el corazón en su sentido mas kitch, no por ello odio la publicidad, porque en muchos casos es un auténtico arte.

Cuando he dicho que la publicidad es un arte, lo digo pensando en ejemplos como la campaña «What else» de Nespresso, en la que George Clooney  nos enseña cómo debe llevarse un traje todo con un buen gusto y sutileza excelente. Pero de lo que realmente quería hablar es de en qué nos estamos convirtiendo. Para que me entendáis explicaré un concepto de publicidad y marketing denominado necesidad básica: se trata de lo que el producto o servicio pretende satisfacer. Pensad en un anuncio de champú para caspa, lo que pretende satisfacer es la necesidad de las personas de no tener los hombros llenos de trozos de piel seca. Se trata de un concepto lejos de la sed o el hambre, eso son necesidades en el sentido más tradicional de la palabra.

Bien, con este concepto claro pensad en los anuncios que vemos todos los días en la tele. ¿Qué necesidades básicas tiene la sociedad?, no hay más que ver los anuncios: No tener caspa, oler bien, ser mejor que otros, comer cosas ricas, comer cosas sanas, hacer deporte, tener los dientes limpios, estar delgados, tener un cutis perfecto, no tener arrugas… en que nos estamos convirtiendo para necesitar todo esto?, bien pues nos estamos convirtiendo en gordos, casposos, con los dientes sucios, viejos con un cutis imperfecto (luego retomaremos este tema), no hacemos deporte, no comemos sano y tenemos muchos problemas de estreñimiento.

¿Realmente somos orcos o tiene algo que ver la publicidad en que estemos modificando nuestros hábitos constantemente, creando necesidades nuevas, para que por ejemplo y aunque esto sea tirar piedras sobre mi propio tejado, necesitemos un smartphone, un portátil, 3 o 4 consolas y seamos adictos a la coca-cola?.  Tenemos por ejemplo esa nueva linea de productos de Dove para hombre que nos convertirán en esos maduritos arreglados pero casual, o saldremos por la noche muy seguros de nosotros mismos con la última colonia de armani.

Una vez más volvemos al mismo tema, a parte de dejar el trabajo sucio a los organismos que regulan la publicidad para que sea leal, y cumpla una serie de normas como NO MENTIR (zumo pascual 100% zumo), tenemos que estrujarnos un poco las neuronas y hacer un esfuerzo por no hacer exactamente lo que un puñado de personas con pasta quiere. Hay empresas que han pagado mucho dinero para que la primera marca que se te ocurra al pensar en neumaticos sea michelin, suma y sigue. Tenemos que ser responsables. En general las empresas se ocupan de vender, pero dejan de lado otros asuntos como nuestra salud, como las emisiones de radio de nuestros smartphones o los problemas que podamos tener por utilizar una u otra marca de productos de limpieza.

Ahora pensad un momento que pasaría en el mundo si no hubiera publicidad, como si pusiéramos en negativo nuestra foto de la vida real. ¿Necesitaríamos las mismas cosas? yo creo que no, pero todos estamos demasiado alienados como para darnos cuenta de a qué nivel. La publicidad nos tratará de convencer con sus artes, pero creo que debemos ser o al menos intentar ser conscientes de ello. Si no habéis visto el club de la lucha, echarle un vistazo, y por favor no sólo os quedéis con las palizas que se dan los protagonistas. No se trata de ser hermitaños ni de volar por los aires todo nuestro mundo conocido, pero quizá nos hagan falta unas cuantas sesiones de terapia para dejar de creer todo lo que nos dicen en la tele, seguramente más de las que nos creemos.