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Confesiones de un bloguero de mierda: E3

Confesiones de un bloguero de mierda: E3 1

Y allí estaba yo, Alex…

No, espera, ya empecé un artículo así. Está bien que copie una vez a Anthony Burgess, pero no que copie la copia. No está bien repetir las fórmulas una y otra vez únicamente porque sabes que funcionan, esperando que tu siguiente lector no haya leído tu anterior artículo o, simplemente, apelando a que es lo que «gusta a la gente».

Empezamos otra vez.

El E3 ha muerto. ¡Viva el E3!

Se acabó lo que se daba. El E3 ha dado el paso definitivo, ha digievolucionado de feria de videojuegos a charlatán de pueblo. La ya de por sí vacía exposición de títulos, se ha convertido en ese licor con una extraña pegatina que curará tu impotencia o tu calvicie. Se acabaron los juegos, ahora tenemos productos, plataformas, líneas de mercado claramente diferenciadas y sinergia de contenidos para una experiencia social. ¿Que juego era ese? Da igual tío, puedes controlar la unidad de satélite por comandos de voz a través de Kinect y comprar un pase online que te otorgará preferencia en la elección de partidas. Bienvenido al next-next-gen, bienvenido a ‘Atrapado en el tiempo‘. Eres el jodido Bill Murray viviendo una y otra vez el mismo juego, la misma mecánica, las mismas propuestas. ¿Donde está mi detección de movimiento? ¡Cállate y baila!. Y así todo.

Los videojuegos han muerto. Conviene asumirlo cuanto antes porque, de lo contrario, lo mismo un día te despiertas pensando que vas a echarte una partidilla mañanera, así, sin ninguna pretensión, sólo para entretenerte un rato mientras te fumas tu cigarro tranquilamente y resulta que no.  Tu tranquila partida se convierte en un puto infierno porque no tienes conexión a internet, o peor aún, porque los servidores del juego al que intentas jugar están caídos. Eso ya no es un videojuego, es un producto. Y a ti te han jodido el día. Ahí estás tú con tu cigarro consumiéndose pensando como hemos llegado a esto, como hemos llegado a admitir que compartir tus puntuaciones a través de twitter sea algo necesario. Pero ya es tarde. Los videojuegos pasaron a un segundo plano porque algún ejecutivo pensó «si no puedo ofrecer nada nuevo en el mundo del videojuego, llenaré éste de valores añadidos que no aporten absolutamente nada a la experiencia y los haré imprescindibles». Y te jodes.

El E3, como máximo lupanar del sector, se ha dedicado este año a autoreferenciarse. De hecho, si no fuese por la seriedad que le intentan dar a todo este circo, podría decirse que ha sido la mejor autoparodia posible del sector. Ha sido el Méjico vs Portugal de ‘Los Simpson’. Las tres grandes se han dedicado a pescar con dinamita, tocando todos los palos conocidos y dejando de lado cualquier cosa que suponga evolucionar como medio, aunque con una clara vocación por mejorar como sector. El E3 es el perfecto yerno, es ese tipo que se presenta en tu casa con tu hija al que eres incapaz de odiar porque está claro que jamás va a dejar de querer a tu primogénita. Eso si, tampoco quieres quedarte a solas con él porque es un puto coñazo de persona. El tío en compañía es aguantable, seguramente será un buen padre y mantendrá el mismo trabajo en el que entró enchufado durante toda la vida, pero ya está. No escribirá un libro ni plantará un árbol, pero podrás llamarle para que te ayude a cortar el césped. En fin, ya me entiendes… ESE TIPO DE PERSONA.

Me he quejado amargamente en varias ocasiones de que el sector sólo piensa en realizar continuaciones de nuevas IPs. De hecho sigo haciéndolo ante todo el que tenga la paciencia de escucharme, pero hoy no voy a ir por ahí. Me valen las continuaciones, los remakes, los spin-offs y las revisiones de sagas. ¡ Jugaré al nuevo ‘Tomb Raider‘, maldita sea!. El problema viene cuando SÓLO me ofrecen eso. Y joder, yo se que hay más, se que se están haciendo otras cosas ¿Por qué no están ahí?. Pues porque esas otras cosas no son un producto. Porque los 43 segundos que he pagado para que le informativo nacional de turno me haga publicidad no puedo desperdiciarlos en algo que no se si va a funcionar. ¿Por qué habría de perder dos minutos de conferencia enseñando algo como ‘Dead Light‘ cuando puedo presumir de la sinergia entre los canales de televisión más conocidos y mi consola?. Pues eso. Porque el manual del buen vendedor indica en la primera página que se va hablar mucho más en medios generalistas de la intervención de Ellen Page en ‘Beyond: Two Souls‘ que de la curiosa mecánica jugable que trae consigo ‘Sound Shapes‘. Porque yo no puedo ir a mi compañero de trabajo, y sin embargo amigo, y decirle «¿Has visto como mola la integración de música, elementos clásicos jugables y diseño vanguardista del que hace gala ‘Sound Shapes’?», pero si puedo decirle «Han sacado un juego exclusivo para tu pley en el que participa la prota de ‘Juno'». Y luego chocamos los cinco.

El E3 como eyaculación oligarca del triple A sobre la cara del usuario sonriente, como asesino del videojuego retransmitido en streaming. Nosotros comentándolo por twitter. Bienvenido a la next-next-gen.