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Columna: La importancia de jugar

Y cómo de difícil es acceder a la comunidad

Jugar hoy en día lleva tiempo siendo algo normal, en uno de los hobbies a mencionar después de los deportes o el cine. Una afición que por suerte ha ido calando en más y más capas de la población. Un hecho que no hace tanto era bien diferente. Sí jugabas ya podías ser objeto de burla, tanto de pequeños, considerado como un friki con tono despectivo, como de grandes -no eres mayorcito para las maquinitas-. La popularización se debe a muchos factores que no vengo a comentar aquí. De lo que vengo a hablar es de un problema que para los que estamos dentro a veces no nos damos cuenta. De una barrera invisible que parece que no está. Estoy hablando de la accesibilidad, no de los propios videojuegos, sino de los medios que lo rodean y de los propios jugadores.

A raíz del confinamiento y la normalización de pasar tiempo jugando, la base de personas que juegan a videojuegos ha crecido. O al menos se ha hecho más visible. En mi caso particular, recientemente, personas conocidas que no han jugado mucho en su vida, han empezado a trastear con los videojuegos. Algunos con juegos más populares como Fortnite, otros con grandes producciones triple A, anunciadas por tantos lugares. Otros pocos directamente con juegos indie con tanto renombre como para atraer a plantar y regar sus plantas. Estos grupos de newbies no tienen los conocimientos de cómo puede llegar a ser la comunidad. No en pocas ocasiones aparece alguien que parece que tiene que validar que se considera válido como juego, “Fortnite no es un juego, es para niños”. Es como una especie de secta, en la que sí quieres estar en la «elite de jugadores» tienes que cumplir con lo que se considera apto. Parece broma, pero no lo es. En más de ocasiones, de las que me gustaría, he escuchado y leído comentarios menospreciando a la gente que juega a videojuegos de móviles. Como sí estos no contarán -aunque irónicamente sean los que sostienen prácticamente toda la industria-, o como si jugar al juego popular de turno free to play tampoco fuera válido.

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Estos ejemplos puede que no sean tan ajenos. Que esto pase no solo es un palo para quienes empiezan a jugar y buscan una comunidad que recomiende o de consejos. Es algo que me repugna. Que esta imagen pueda proyectarse y generar una bola de demolición que destruya los intentos de hacer una afición para todos. Es verdad que es algo que pasa en todos nichos, da igual sí es cine, música o deportes, siempre ha habido fanáticos más radicales. Como aquellos que despreciaban a un grupo de música porque sacan un álbum más “comercial atrayendo a nuevos fans. Aun así, no es la clase de imagen que se debería de proyectar de una afición que ha sido motivo de burla simplemente por gustarte que un fontanero con bigote salte. Recibir a gente nueva de esta forma solo veo que pueda generar más rechazo. Que la gente que lo aguante devuelva ese trato a futuros integrantes como sí fuera un ritual de iniciación.

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La misma barrera, pero desde otra perspectiva tiene que ver con las plataformas o las famosas guerras de consolas. En su día las crearon las propias compañías para intentar ganarse a todo el mercado, y ha degenerado hasta el punto de que ahora son los usuarios los que la hacen mientras las multinacionales tratan de enterrar el hacha. Presumiblemente los más jóvenes por el afán de defender lo que tienes por encima del resto, hasta que se vaya diluyendo a medida que se crece, se gana poder adquisitivo (presumiblemente) y se puede disponer de varias. Hasta cierto punto es entendible. No puedes tener otra consola y tienes la necesidad de defenderla de la opinión de otros. Porque te sientes atacado, sí la atacan a ella. O simplemente porqué así “perteneces a un bando”, como sí de un hincha de fútbol se tratase. Es absurdo, porque a ninguna de las compañías le importas más allá de lo que le aportas a su bolsillo, pero ahí está, ocurriendo generación tras generación. Incluso se llega a extender para personas que directamente no puedan permitirse una videoconsola o un ordenador y tal vez tengan que conformarse con el móvil o tablet. Que no se consideran como participantes de esta famosa guerra de periféricos. De por sí, no es algo que me afecte. O que crea que pueda afectar a personas que con dos dedos de frente entiendan que eso no es lo importante. Me empezó a molestar, cuando pensé en los más pequeños, que con toda la ilusión desenvuelven su consola/móvil con la ilusión de poder jugar. Como muchos afortunados hicimos en su día. Para que luego alguien venga a pisarla juzgando sí esa no es la buena porqué tiene menos potencia o sí se ven peor los pelos de la nariz del protagonista.

Igual es verdad que puedo pecar de estar añadiendo dramatismo. Que estoy describiendo algo que puede ser puntual. Y que seguramente para muchos ya quedé lejos o que directamente no lo hayan vivido, pero es algo que quiero expresar. Porque en mi caso, es algo que cada vez resuene más. Seguramente sea por el altavoz que suponen las redes sociales. Por eso me parece necesario hacer la reflexión.

Dark-Souls-III

Cuántas veces se han abierto debates en los últimos años sobre la dificultad en los videojuegos. Con cada entrega de los souls ha habido una. O en los títulos que hay variedad para pasarlos, cual es la que se considera una forma «válida» de pasarlos, porque “invocar lo hace más fácil”. Sé que las redes sociales, como dije antes, hacen eco de ello, aun así, me parece que este tipo de comentarios no hace que la gente quiera iniciarse. Sí ya es difícil que alguien fuera de la influencia pueda entrar pensando que los videojuegos son disparos y poco más, no ayuda nada que la propia comunidad lo limite. Es posible que para aquellas personas que a pesar de los perjuicios quieran probarlo lo harán, pero para aquellos a los que les cueste más, la libertad de entrar a una comunidad más sana y menos invasiva sería mejor. Nadie debería necesitar la aprobación de alguien sobre qué forma pasarse un videojuego. Ni siquiera el desarrollador es capaz de conseguir ese control como muchos creativos han remarcado.

Por último, quiero mencionar también otro inconveniente. Una cuya solución es aún más compleja. La del machismo en los videojuegos. Es cierto, que no me veo afectado directamente, pero sí he vivido la incomodidad de estar jugando a un juego multijugador con alguna amiga o integrante del equipo y escuchar comentarios por el simple hecho de ser mujer. Independientemente de la habilidad en la partida. Es obvio que sí ya hay desigualdades fuera de los mandos, también las habría aquí. Aunque me duela y me parece injusto, que simplemente por ser quien seas tengas que convivir con toxicidad de disfrutar de tu hobby.

No vengo a cambiar el pensamiento de nadie. Ni tampoco voy a dar la solución a este problema, porque al ser algo generalizado, debería ser un discurso a lo Gandhi, que cambiase la mentalidad de estos sectores, que hiciera de este un lugar más tranquilo y seguro. Pero concienciar no es un trabajo de nadie más que de uno mismo. De entender que a veces, tomar la molestia de allanar el camino para otros puede hacer que otros disfruten lo mismo que tú. Para aquellos que hagan estos comentarios o tengan estás actitudes, seguramente mis palabras no valgan nada, pero para aquellos que reciban estos comentarios, incluso para los que los hagan, tengo un mensaje, un principio de solución. Jueguen. Da igual, la plataforma o el juego, jugar es algo que se elige como diversión, no como profesión (al menos no en todos los casos). Disfruten de jugar y dejen crear la ilusión a aquellos que empiezan a tenerla. Todos hemos recorrido las calles a ese RPG que nos marcó. Todos hemos celebrado ese gol en un videojuego más que en la vida real. Todos hemos sentido la magia de los videojuegos en algún momento. Una magia que nos ha dado el impulso para seguir haciéndolo hoy en día. Porque jugar, no lo inventaron los videojuegos, es algo que hacemos como entretenimiento. Algo que no entiende de especies (los animales también juegan), géneros o edades y no hay nada más bonito que seguir disfrutando de jugar mientras se pueda.