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Análisis: Silence

Silence Daedalic

SilenceCrítica

No soy de los puristas de las Aventuras Gráficas, por lo que cuando leo a Daedalic asegurando que estamos antes una “aventura moderna”, lejos de buscar mi acceso más directo a las redes sociales para despotricar fuerte, lo primero que siento es curiosidad hacia dicha concepción. Silence es sin duda una “aventura moderna” con todo lo que ello conlleva. Realiza un encomiable esfuerzo de acercamiento a las nuevas generaciones a través de un despliegue visual como pocos, pero el concepto de aventura gráfica contiene dos elementos, y lamentablemente el primero ha quedado completamente sepultado por el segundo.

Tenía miedo de abordar Silence sin haber jugado a The Whispered World, ya que se trata de una continuación directa del mismo, por lo que empecé la partida con la mosca detrás de la oreja pensando que me iba a perder muchos detalles. Afortunadamente parece que en Daedalic han pensado en gente como yo, y a pesar de que durante el juego se recurren a muchas referencias de la primera aventura, no hay ningún momento en el que te sientas realmente perdido más allá de un encuentro concreto que se soluciona por la vía rápida. Esto parece confirmar que la decisión de sustituir el probable nombre de The Whispered World II por Silence no es una decisión casual o de marketing orientado a la búsqueda de producto, sino que se concibe a través de otorgar más importancia al universo de Silence que a los protagonistas.

Silence es el típico universo de fantasía que bien podría compararse con el de Alicia en el País de las Maravillas de Burton (no el de Carroll). La manera de acceder a él es algo peculiar, ya que se encuentra en un estado entre la vida y la muerte, por lo que quedarse significa… bueno, ya se lo pueden imaginar. Dentro de Silence por supuesto cabe todo, desde plantas carnívoras, piedras parlantes o unos pequeños bichos peludos cuyo comportamiento es sospechosamente parecido al de los Rabbids/Minions. Todo queda articulado dentro de un contexto en el que nada desentona y el magnífico trabajo realizado en todos sus apartados artísticos ayuda a cohesionar un universo al que sin duda apetece volver.

Nuestro papel consistirá en encarnar a tres personajes. Tenemos al supuesto protagonista Noah, que será el que de coherencia narrativa a esta continuación y cuyo comportamiento puede llegar a exasperar. Las estrellas del reparto son sin duda Renie y Spot. La primera es una niña cuyo personaje va apropiándose de la aventura gracias a un guión que sabe otorgarle el adecuado crecimiento personal, mientras que Spot es el secundario perfecto con el que Disney llenaría su tienda de peluches. Se trata de una oruga indestructible con la capacidad de aplanarse, hincharse o adquirir nuevas habilidades según lo que coma. Es la pieza clave de una buena serie de puzles, tanto que por momentos parece que no se ha sabido medir la capacidad de sus acciones, otorgándole un protagonismo desmedido en buena parte del juego.

Avanzaremos pues con estos tres personajes a través de distintas escenas muy medidas que en la mayoría de ocasiones abarcarán únicamente un par de pantallas. Esta concepción del puzle, que tan bien ha funcionado últimamente en otros títulos, no termina de resultar del todo satisfactoria debido a un guión en el que acertijos e historia pocas veces se dan la mano. Esto resulta especialmente notorio en varias situaciones, en particular con cierto puzle de un mensaje atrapado en un árbol que no hay por dónde cogerlo. Aún con este hándicap, Silence se las apaña para resultar divertido en la mayoría de las ocasiones gracias entre otras cosas a una dificultad que no supondrá un gran reto para los veteranos del género, pero que en ningún momento puede considerarse fácil. Aquí cabe destacar un rasgo que sí creo que es un acierto, y es la buena combinación entre diálogos y acciones. En este sentido se ha intentado otorgar de cierta naturalidad a las acciones de los personajes, por lo que nunca nos encontraremos con un descubrimiento al azar a base de tocar en todo, sino que nuestro personaje tendrá que comprender lo que ha de realizar para luego realizarlo. No es la metodología habitual, pero creo que en este caso le sienta francamente bien.

Nuestra manera de interactuar con el entorno también mezcla elementos clásicos con algún añadido más moderno. Si jugamos con ratón y teclado nos encontramos con una aventura clásica en la que únicamente echaremos en falta un inventario. Si en cambio optamos por jugar con mando, la cosa cambia bastante, ya que si bien se ha realizado un indudable esfuerzo por adaptar la lógica del ratón y teclado, el resultado es un tanto extraño. Tomaremos el control del personaje con stick izquierdo mientras que con el derecho podemos “mirar”, pero únicamente a lo que tenemos cerca. De este modo, lo que con ratón supone simplemente pasar el puntero por la pantalla en busca de los puntos con los que interactuar, aquí se hace menos intuitivo. Por supuesto que los desarrolladores no son ajenos a este problema, por lo que está incluido un botón con el que se resaltarán todos los puntos destacados dentro de la pantalla.

Si han llegado hasta aquí puede parecer que Silence no me ha gustado, pero no es exactamente eso. Se trata de un título con innumerables virtudes, entre las que por supuesto destaca un acabado artístico que se encuentra entre lo mejor de este año. Tanto los escenarios como los personajes se encuentran realizados con un gusto exquisito, y la elección de forzar varias capas de profundidad en cada una de las pantallas funciona estupendamente. Por su parte el mundo de Silence, sin ser un derroche de originalidad, cuenta con los suficientes alicientes como para querer saber mucho más de él. Aquí es cierto que quizás en el primer juego se cuente todo con mayor profundidad, pero cuesta empatizar con el elenco de secundarios enfrascados en una guerra que en ningún momento llegas a entender. Como contrapunto se encuentran Renie y Spot, dos personajes que me llevaría a casa sin dudarlo y los que espero encontrarme nuevamente en el futuro. También hay que agradecer que a pesar de su aspecto amigable, cuente con varias situaciones de corte más o menos dramático realizadas con mucha elegancia. Vivimos tiempos extraños en los que la narrativa se encuentra completamente supeditada al “target”. En esta ocasión hay que agradecer a Daedalic que haya mantenido intocables estos giros de guión a pesar de que seguramente muchos no los consideren aptos para según qué edades.

Silence es técnicamente la obra cumbre de Daedalic. Una explosión de belleza que hace años podía haber sido perfectamente una película de animación. Cuenta con dos personajes francamente adorables y un universo del que apetece saber más. Su único pecado es haber minimizado el concepto de aventura para centrarse en otros elementos. Si pueden vivir con eso se encontrarán con un título muy satisfactorio que además tiene la virtud de poder ser jugado y compartido en familia, algo que no es tan habitual como parece.