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Análisis: Replica

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ReplicaCríticaSucio Patriotismo

Corren tiempos oscuros para salvaguardar nuestra privacidad. La creciente amenaza terrorista unido a la más creciente paranoia de las democracias occidentales para tratar de atajar la sangría de los últimos años nos conduce a paradojas como la de vivir en países democráticos donde los gobiernos espían las comunicaciones de su población, véase la NSA estadounidense, sin ruborizarse. Basta con colarse en un portátil, una webcam, un teléfono o hasta un Kinect.

Replica coge algunas de esas ideas y las pasa por una batidora pixelada para ofrecer una experiencia corta pero intensa en la que se vale de la pantalla de un teléfono, un puñado de apps, algunos puzles y un guión medianamente interesante.

Todo el juego se desarrolla a través de un teléfono móvil al que hemos accedido en una especie de celda de un gobierno occidental que, entendemos que en un futuro distópico, ha decidido pasar a la acción en la lucha antiterrorista para practicar detenciones de sus propios ciudadanos.

Es en ese punto donde comienza la partida: somos un ciudadano cualquiera, también acusado de cometer tropelías contra el Estado, que puede ganarse la libertad si recopila la información suficiente para inculpar al dueño de ese teléfono que tenemos entre manos. Patriotismo le llaman, aunque obedecer las órdenes que nos llega parece algo más propio del chivato de clase. Y los chivatos siempre acababan mal.

Ese es el hilo conductor de Replica. El jugador debe resolver puzles (que comienzan desde el mismo código de desbloqueo de la pantalla de inicio) para ganarse el visto bueno de sus jefes. Pero, entre medias, se ve enfrentado a numerosos dilemas. Si el dueño del teléfono móvil que tenemos que ‘hackear’ no tiene pinta de terrorista, ¿por qué narices estoy ayudando al Estado a cubrirlo de mierda?

El título juega con inteligencia sus cartas y da relativa manga ancha al jugador para que intente salirse de los cauces establecidos. Aunque un mensaje muy al principio nos indica de que todos nuestros pasos están monitorizados, siempre quedan resquicios para intentar burlar a la autoridad aunque hay que andarse con ojo, ya que la partida terminará si nos pasamos de listos.

Quizá uno de los mayores problemas a los que se enfrenta Replica es que peca de falta de ambición a lo largo de su recorrido. La lista de contactos de nuestro teléfono está bastante limitada (nuestros padres, nuestra chica, algún amigo, un profesor algo rojete) y lo mismo sucede con las aplicaciones a las que tenemos acceso. Esas versiones nada disimuladas de Twitter y Facebook le valen al juego desde un punto de vista narrativo pero ofrecen pocas alternativas al jugador. Al final, la sensación que te queda es que el juego no te permite explorar la vida de ese adolescente enchironado más allá de toda la información que el juego considera relevante. Y, en algunos momentos, me apetece poder conocer más acerca de su familia y amigos antes que seguir tomando decisiones que vayan a afectar a su futuro y el de los suyos.

A estas alturas es probable que hayas visto ya que en las costuras de Replica se encuentran retazos de Her Story, por las mécanicas jugables, e incluso de Papers, Please, no sólo por la temática que aborda sino por el apego emocional que el jugador desarrolla hacia los personajes. ¿Llega a colocarse a la altura de los títulos citados? Queda un par de escalones por debajo, pero no debería ser motivo para no darle una oportunidad.

El juego de Somi Games está disponible por unos irrisorios 2,99 dólares que lo convierten en uno de esos candidatos ideales para matar una tarde tonta de verano. No es un juego excesivamente ambicioso, le falta cierta profundidad y te deja con esa sensación de que podría haber ido un paso más allá. Más allá de esas pegas, pocos reproches se le pueden hacer.

Aunque si algo parece más que obligado, es que Replica dé el salto al hábitat que trata de imitar: el del teléfono móvil.  En una pantalla de smartphone es donde el título alcanzará todo su sentido y donde el jugador lo disfrutará plenamente.