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Análisis: Redeemer

Redeemer Cover

RedeemerCríticaPuede que la venganza sea el leitmotiv que más nos ha perseguido a lo largo de la historia. Da igual si hablamos de Shakespeare o Charles Bronson. Nuestras oraciones están del lado del vengador porque su causa es justa y lo justo no entiende de leyes. Si por el camino han de caer varios pandilocos o Polonio escondido tras una cortina pues mala suerte. La diferencia es su tratamiento. Bronson se salía siempre con la suya sin consecuencias, mientras que Hamlet moría envenenado con una espada, aunque para ser justo, ahí moría todo el mundo menos el bueno de Fortimbrás. Este cambio, el de la ausencia de consecuencia en el pecado, se popularizó en el cine de los 70 y llegó a la cumbre durante los 80, donde tomarse la justicia por su mano cuando el estado no actuaba de manera “justa” era casi como ir un domingo a Ikea. Luego llegaron los 90 con ese pesimismo generalizado, el fin del milenio, el convulso comienzo del mismo y una sociedad que ya no aceptaba tan bien a los héroes con “motivos personales”. Tuvo que ser Liam Neeson, a sus 54 añazos quien recuperara al héroe de gatillo fácil y pocas preguntas. No es casualidad que el protagonista de Taken sea un señor al que le quedan diez años para jubilarse.  A alguien que ha crecido viendo a John Wayne pateando traseros indios no hace falta darle un marco de conflictos internos. Dale un arma y un pasado con entrenamiento militar y ponle malechores delante. No sabemos la edad exacta de Vasily, nuestro protagonista de Redeemer, pero todo apunta que ambos podrían compartir anécdotas parecidas.Lo bueno de la venganza en el videojuego es que necesita todavía menos contextualización en el cine. Algo pasó y toca acabar con todo el que se ponga por delante. Punto. A otra cosa. Redeemer no se anda con prólogos farragosos aunque intenta a su manera poner algo de contexto a la somanta de hostias que nos viene por delante. Vasily es un ex-miembro de un cuerpo de élite especializado en infiltración, asesinato, extorsión y tortura que decidió huir a un monasterio aislado cuando la corporación para la que trabajaba decidió que ya hora de deshacerse de él. Veinte años después los remordimientos por su conducta le impiden encontrar la paz interior, pero no tendrá que esperar demasiado para encontrar la redención que anhela, pues la organización para la que trabajaba acaba de dar con su paradero.Los primeros minutos de Redeemer son un ejercicio bastante bien ejecutado de lo que debe ser el comienzo en un título de estas características. El manejo del personaje, con sus distintos combos y habilidades se va mostrando paso a paso, sin prisa, de una manera natural y a menudo espectacular.«El modo de combate mezcla elementos de brawler clásico con algunos más modernos, como el popularizado por Batman: Arkham Asylum»El escenario también ayuda. Un templo budista en medio de una montañas inundado por el terror siempre es una buena opción y la gente de Sobaka Studio maneja un diseño sencillo y resultón que apunta maneras. Por su parte Vasily es una máquina de matar de primera. Reparte mamporros que da gusto verle y además no tiene problema en utilizar cualquier tipo de arma a su alcance, lo cual incluye el propio escenario. Durante estos primeros compases del juego todo apunta que si bien el eslogan “Hotline Miami meets God of War” sigue siendo algo exagerado, lo cierto es que hay mimbres para poder llegar a alcanzarlo.El modo de combate mezcla elementos de brawler clásico con algunos más modernos, como el popularizado por Batman: Arkham Asylum. Esto, en teoría ofrece la oportunidad de luchar contra una decena de enemigos a la vez combinando puñetazos, armas, bloqueo y contraataque, pero la ejecución no es todo lo satisfactoria que debería. De todos modos el gameplay funciona durante un tiempo, a lo cual ayuda la decisión de recuperar energía a través de la propia muerte de los enemigos y el juego que da el escenario para poder inventar maniobras de asesinato tan absurdas como sangrientas.El problema comienza cuando las cartas están sobre la mesa y el juego tiene que seguir avanzando. Es probable que si Redeemer durase un par de horas o tres estuviéramos hablando de una de las sorpresas agradables del verano, pero a un servidor (el cual es conocido por su torpeza) el recorrido se le ha disparado a ocho horazas, de las cuales al menos la mitad habría descartado sin pensarlo. No sé a qué se debe este bajón, pero es muy acusable a partir de la mitad del juego. Los escenarios hasta entonces cumplían sin alardes, pero es a partir de aquí cuando se pierde cualquier tipo de inspiración y comienzan las oleadas sin demasiado criterio que únicamente alargan el título de manera artificial. Lamentablemente esto magnifica los defectos que hasta ese momento habían sido perfectamente aceptables. Cualquier ejecución fallida en los combos puede dejarte sin la mitad de la energía, lo que unido a un reparto completamente aleatorio de los puntos de guardado automático comienzan a crear una sensación de frustración que, al menos a mí, me fue desconectando más y más según se acercaba el tramo final. La poca inspiración de los escenarios tampoco ayuda. Lo mejor de Redeemer en este aspecto es mostrado durante su primera hora y es una lástima, porque el estudio ruso demuestra tener talento. Puede que se haya debido a problemas con el presupuesto o con la fecha de entrega, pero la diferencia entre el primer y último tercio es abismal.Redeemer apuntaba maneras para convertirse en un perfecto pasatiempo veraniego. Huir del calor a base de una ensalada de hostias de mano de un poderoso vejete llamado Vasily se antoja como un aire acondicionado perfecto. Lamentablemente su innecesaria duración y un serio problema de ritmo a partir de la mitad del título lo alejan de la excelencia, pero eso no debe hacernos olvidar sus aciertos. La recuperación del brawler cenital, un acabado técnico más que resultón y un incuestionable interés en intentar adaptar las fórmulas clásicas a los nuevos tiempos pueden ser motivos más que suficientes como para no descartarlo en estas calurosas noches. De vez en cuando es necesario una venganza porque sí.