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Análisis: Overcooked

Overcooked
Overcooked

OvercookedCrítica

A principios de julio The Economist cerraba su monográfico sobre la decadencia de la industria del diamante con un giro de lo más chanante. A través de twitter, la reputada revista preguntaba a sus seguidores por qué creían que los millennials no compraban diamantes, lo que acabó, como era predecible, con una sucesión de chascarrillos que, en el fondo, reflejaban la dolorosa situación económica en la que se halla la generación que ahora mismo debería encabezar el consumo.

Pero aunque los millennials, al igual que Lorde, no tengan demasiadas oportunidades de ver diamantes en persona, eso no quiere decir que renuncien a todos los lujos. La ropa (de marca) y la comida (de calidad) encabezan la lista de productos en los que esta generación elige gastarse el dinero extra. Los Millennials prefieren la buena comida al buen sexo titulaba —con bastante sensacionalismo— la versión australiana de la revista Elle. Por supuesto, el mercado ha sido todo oídos.

Programas de cocina y realitys sobre comida inundan nuestras televisiones, locales con tapas de diseño y cerveza casera el centro de muchas ciudades e incluso se usa la cocina, porque se sabe que es un buen reclamo, en cómics, series y películas. Los videojuegos, por supuesto, también quieren su trozo del pastel.

El pasado 3 de agosto se publicaba Overcooked, una loca propuesta del pequeño estudio inglés Ghost Town Games que pretende meternos en la cocina con un noble propósito: salvar el reino de la cebolla de su inminente destrucción.

El juego se inicia en un oscuro presente en el que un insaciable ser, con el aspecto del todopoderoso MonEsVol, ha destruido toda la ciudad en busca de la comida que acabe con su apetito. El rey te ha reclutado, junto a tus compañeros, para que cocinéis sin descanso para él. Por desgracia, falláis la prueba y la única solución posible parece ser un viaje al pasado para que podáis entrenaros y así enfrentar tan distinguido destino.

Pero si necesitáis algo más que cocina, apocalipsis y viajes en el tiempo para gastaros los 15.99 euros que cuesta el juego en Steam, Overcooked está dispuesto a ofrecéroslo. Aparte de personajes adorables entre los que elegir; las sencillas dinámicas, su bien calibrada dificultad y su intuitivo diseño hacen de él un juego ideal para ser disfrutado por todo el mundo desde el principio.

El objetivo en Overcooked es sacar el mayor número de platos en el menor tiempo posible. Para ello, tú y tus compañeros deberéis escoger la estrategia más adecuada y cooperar —a voz en grito, si es necesario— para que los ingredientes estén cortados, la sopa cocinada y los platos fregados antes de que el temporizador llegue a cero. Como es evidente, el juego no es sólo no-violento sino que además obliga a la interacción entre los jugadores de una forma no competitiva. En el «modo campaña» la victoria es algo grupal y pasa por sacar el mejor partido de las habilidades de cada uno. Ajustase a roles es algo tan fundamental como escoger la estrategia correcta.

Sin un líder al que seguir, los personajes terminarán sacando los pedidos equivocados, pero sin un fregaplatos o un cortador, nuestros cocineros no podrán ni siquiera servirlos. Overcooked no es sólo un juego divertido para amenizar una tarde, sino que también es un ejemplo perfecto de todo lo que puede ofrecer el campo de los videojuegos al ámbito de la educación social. Siendo la comunicación oral, la organización y la cooperación elementos indispensables para avanzar por el mapa de cocinas, Overcooked se revela como una herramienta muy útil a la hora profundizar en las dinámicas de grupo y ayudar a ejercitar la asertividad.

Y es que, a pesar de contar con cocinas situadas dentro de tambaleantes barcos, resbaladizos glaciares o casas encantadas; Overcooked no puede ser más realista en su intención de transmitir la caótica sensación de trabajar en un restaurante y te hace sudar —literalmente— ante todo lo que tienes que hacer antes de que acabe el escaso tiempo.

El juego está pensado para un mínimo de uno y un máximo de cuatro jugadores (lo ideal para sacarle el máximo partido) que, de ser necesario, pueden optar por compartir mando gracias a las varias opciones de configuración de controladores que ofrece.

Overcooked es la simpleza y diversión instantánea, un juego tan bien pensado y diseñado que no cansa sean cuantos sean los platos que despachemos ni las horas que le dediquemos. Una nueva forma de conseguir que nos atrape la cocina.