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Análisis: Kairo

Análisis: Kairo 1

Si tiramos de retórica sofista, y ya saben ustedes lo que me gusta a mi tirar de retórica sofista, Kairos representa “el momento adecuado para hacer algo”. Aristóteles lo llevaría a su terreno y lo encajó dentro de la oratoria política como el “momento y el contexto adecuado en el que la prueba debe entregarse”. Aristóteles no era un mal tipo del todo, y lo que él definía como prueba de ese argumento irrefutable que dicho en el contexto y momento adecuado dejaba a tu adversario con el culo torcido y sin saber qué decir, Kairo, el Kairo de Richard Perrin, lo desarrolla como discurso, añadiendo un tercer elemento que he decidido llamar “el yo argumental” PORQUE TENGO ESTUDIOS. Vale, esta crítica no va ser sencilla, pero es que telita con Kairo.

Ante tanta vacuidad en el primer párrafo, sentemos un par bases para que ustedes y yo tengamos claro de lo que estamos hablando: Kairo es bonito, tiene puzles y es un juego. No estamos ante una propuesta narrativa y sensorial como podría ser Dear Esther.

Perrin nos muestra un mundo donde hay elementos con los que interactuar, acertijos que resolver y algo parecido a un avance, lo cual encaja bastante bien en la definición de “juego”. Otra cosa es que todo lo que nos presente tenga tantas lecturas que pueda joderle la cabeza.

Siguiendo con la representación simple de su planteamiento, podríamos decir que Kairo nos presenta una serie de salas de distinta arquitectura en las que tendremos que resolver rompecabezas no demasiado claros, pero tampoco demasiado complejos. Entender el que hay que hacer nos llevará más tiempo que hacerlo, lo cual supongo que podría definirse como una suerte de pre-rompecabezas. Estas salas no se representan bajo un tratamiento lineal, y tendremos a nuestra disposición todas o la mayoría de ellas al comienzo de cada nivel (y eso de decir nivel aquí sí que es ambiguo). El tratamiento de estas salas está realizado desde un tratamiento arquitectónico sencillo, pero con una identificación de cada una de las estancias muy marcada, utilizando una gama de colores básicos diferente en cada una de ellas. Si hablamos de su diseño nos encontramos con un diseño limpio de geometrías sencillas que ayudan a dar fuerza al elemento de manipulación del “yo tangible”, y toca explicarlo.

Todo lo que podamos hacer en una sala es sencillo de hacer. Los botones son grandes, los elementos a pulsar, a arrastrar o colocar son perfectamente identificables en una primera observación. Kairo usa estos elementos para evitar la sensación de irrealidad que emana el título y trasladarnos a un “yo físico” dentro de su realidad. Algunos puzles se resuelven simplemente con nuestro movimiento, como esos totems que se separan o juntan de sí mismos según la dirección en la que estemos caminando. Kairo recalca que nuestra presencia en ese universo es necesaria para el funcionamiento del mismo. Nunca sabremos donde nos encontramos o quién o qué construyó esas salas.

Kairo renuncia al concepto Portal de “pruebas diseñadas para usted” abrazando el “usted está aquí y por eso esto existe”

El conjunto artístico de Kairo quedaría incompleto si no reservamos un espacio para su sonido, el cual sirve tanto para ambientar como para la resolución de puzles. Su elaboración sigue las pautas de su arquitectura, siendo en la mayoría de los casos sonidos de corte sencillo y si me apuran “tecnológico”. En un juego que basa su discurso en el poder de comprensión del jugador, el sonido ha de tener un papel narrativo y Kairo juega con ese papel dando pistas constantes de si lo que estamos haciendo está bien o no. Su integración con los demás elementos se produce a base de mensajes estáticos o voces lejanas incompresibles que nunca llegamos a escuchar correctamente, componiendo una banda sonora tan singular como el resto del título.

Richard Perrin ha creado una experiencia única en la que un servidor se lamenta de su pobre conocimiento arquitectónico y maldice no entender el significado conceptual de las cadenas de ADN que sobrevuelan alguna sala. La sensación de que no estaba a la altura de lo que Perrin pretendía contarme me acompañó durante todo mi viaje, y sin embargo he disfrutado mucho con Kairo. Mucho más una vez han pasado un par de días desde que lo acabé. Quizá nunca llegue a entender lo que Perrin quiso decirme, pero me gustó cómo lo dijo. Quizá haya que aceptar esta rara avis como lo que es: un extraño universo explorable al que llegas en el momento adecuado para hacer algo.

Página oficial de Kairo
BSO Kairo