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Análisis: Call of Duty: Modern Warfare 3

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Como si de un Fifa o de un Pro Evolution se tratara, (tiempo al tiempo sagas como Assassin’s Creed, que seguirán el mismo recorrido), Activision lanza su sucesiva entrega anual de Call of Duty, una de las sagas más rentables de la historia de los videojuegos que va rompiendo nuevos records en lo que a ritmo de ventas y unidades vendidas se refiere con cada nueva entrega. Sin embargo, esta nueva puesta en escena de la saga iba a dar mucho de qué hablar. Para empezar, su batalla con la saga de EA, Battlefield 3, que le quiere quitar a Activision una  gran y suculenta porción de mercado. Por otra parte, y no menos importante, supone el regreso de Infinity Ward a cargo de su desarrollo, aquellos que inauguraron la saga y que perpetraron sus principales  señas de identidad. Lo cierto es que la desarrolladora se enfrentaba a su mayor reto, y no únicamente por la aparición de una competencia tan agresiva, sino en tratar de superarse ellos mismos, intentando mejorar aquella magnánima experiencia que nos ofreció el primer Modern Warfare hace ya cuatro años y todo ello mientras todos los mirábamos con recelo y desconfianza debido a la deserción de sus principales talentos, West y Zampella, y demás integrantes de Infinity Ward que les siguieron a Respawn Entertaiment. Pese un desarrollo inicial dificultoso, donde hasta otras dos compañías más han tenido que colaborar con Infinity Ward para su desarrollo, Sledgehammer Games y Raven Software, nos llega por fin Modern Warfare 3, el segundo recluta en la guerra abierta este año, que sigue por los mismos derroteros de siempre, en su posición acomodada, sin necesidad de llevar a cabo cierta innovación. Un nuevo más de lo mismo, pero cargado de dinamita.

Como ya sucede con el resto de entregas de Call of Duty, el juego se puede desglosar en varios apartados que merecen su propio análisis. Empecemos por su campaña, que continúa los hechos de los anteriores Modern Warfare, con nuestros protagonistas habituales, como Soap McTavish y el Capitán Pryce, junto con nuevas incorporaciones, a la caza del líder terrorista de la insurrección rusa, Makarov. Sin embargo, la novedad es que su búsqueda se traspasa a un escenario nada alentador, con unos Estados Unidos y una gran parte de Europa sumida en el caos y  la destrucción debido a la ocupación rusa que ha derivado el origen de una Tercera Guerra Mundial. A lo largo y ancho de su cortísima campaña (con sus habituales 6 horas para finiquitarla) recorreremos medio mundo por todo tipo de localizaciones, tanto exóticas, como ciudades derruidas para cambiar el devenir de esta guerra a medida que se va desarrollando su historia alternando con diversos personajes, como ya sucediera en anteriores entregas.

Como era de esperar, y teniendo en cuenta que estamos ya ante el tercer y definitivo capitulo de una saga, Infinity Ward no ha escatimado en insuflar épica y frenetismo por los cuatro costados. Si bien la trama, como viene siendo habitual, no destaca ni por un intrincado argumento ni por una gran narrativa, es bastante más fácil de seguir que su entrega antecesora, que se antojaba increíblemente confusa dado los numerosos cambios de personajes que controlábamos. Sin desmerecer para nada la labor de Treyarch, cuyos Call of Duty son los más valientes, se nota que éste es genuinamente de Infinity Ward. Y es que pese a ser una campaña plagada de scripts y de otros elementos preprogramados, se desarrollan con un empaque visual y con un ritmo tan visceral propio de la desarrolladora. Es fácil emocionarse ante tal aparatoso y frenético espectáculo, insuflando unas descargas de adrenalina poco habituales.

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Por lo tanto, estamos seguramente ante la mejor campaña de esta saga desde el primer Modern Warfare (2007), lo cual ya es decir mucho. Y es que sin aportar nada que pueda considerarse novedoso o revolucionario, su campaña brilla gracias a su enorme intensidad e imparable ritmo. No se puede negar que hay ciertas situaciones en ella que nos resultaran un tanto familiares, pero poco importa cuando se nos presenta situaciones tan impactantes con acciones y secuencias más propias al de un film interactivo de Michael Bay. Este Call of Duty se juega como los demás, su accesibilidad es fácil, a la vez que directa, declinándose a una jugabilidad puramente arcade y sin complicaciones, dejando la vertiente más realista a una esquina en pos de ofrecer una enorme dosis de espectacularidad. Y en este aspecto, Modern Warfare 3 cumple soberanamente bien, con momentos que hasta pueden considerarse inolvidables, siempre teniendo en cuenta, que no aporta absolutamente nada nuevo ni a la propia saga ni al género. Es decir, que iremos avanzando por escenarios bastante cerrados, aunque algunos han ampliado considerablemente su tamaño, dándonos ciertas posibilidades de afrontar los tiroteos desde distintos recovecos. Pero seamos francos, sigue siendo tan pasillero y lineal como siempre, pero endiabladamente divertido. Aquellos que quieran continuar y saber la conclusión de la cruzada contra Makarov se lo pasarán en grande. Sin embargo, es sangrante la decisión de Infinity Ward de no permitirnos jugar la campaña en modo cooperativo, algo perfectamente factible.

Dejando de lado la campaña, hay otros modos de lo más interesantes que pueden servirnos de anticipo a sus modos multijugador. Uno de ellos es el regreso de las misiones Spec Ops, que nos brindan diferentes misiones contrarreloj de diversa índole, como rescatar rehenes, defender posiciones, poner bombas…  Siempre en los mismos escenarios de la propia campaña. Son verdaderamente frenéticas y muy divertidas. Incluso nos hacen subir experiencia y rangos, así como la proporción y mejora de armamento. Cabe decir que estos modos pueden ser jugados en solitario o junto con un amigo, tanto online como a pantalla partida. Uno de los extras más jugosos del paquete, pues nos asegura unas horas de mucha diversión con un desarrollo muy adictivo y que pica. Por si fuera poco, Infinity Ward ha incluído un modo supervivencia muy similar a el conocido modo zombi que incluyen los Call of Duty de Treyarch. Eso significa que deberemos ir sobreviviendo varias oleadas de enemigos, con nuestro armamento, que podremos ir mejorando y comprando  a medida que vayamos matando a nuestros enemigos que nos proporcionan dinero, siendo así muy importante la buena gestión si queremos sobrevivir a la ingente cantidad de enemigos que nos irán apareciendo en las diversas oleadas. Estos modos no son para nada anécdoticos, insuflan una mayor esperanza de vida al título y nos puede ayudar a familiarizarnos para sus modos competitivos tanto online como offline. Todo ello sin contar que son opciones muy divertidas y entretenidas que no se han incorporado como un mero complemento.

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Bien, ¿y qué hay de sus modos competitivos, sin lugar a dudas el mayor reclamo de todos los aficionados a esta saga? Para bien o para mal, estos siguen siendo básicamente lo mismo que llevamos viendo en todos los Call of Duty, salvo la excepción de un nuevo par de modos que se suman a sus atractivas y adictivas propuestas. Es natural que a estas alturas fuera ridículamente absurdo que cambiaran o modificaran la vertiente multijugador dado el parqué de jugadores al que tienen que contentar. Los modos competitivos en el multijugador pueden ser jugados tanto online (éste con un máximo de 18 jugadores) como a pantalla partida, con un abanico de 16 modos a escoger. Son los mismos de siempre, desde capturar la bandera, todos contra todos, combate por equipos, sabotaje… No obstante, Infinity Ward y Sledgehammer Games han incorporado un par de modos extra como el de Defensor en equipo, donde deberemos proteger una bandera mientras intentan arrebatárnosla, y el de Baja Confirmada, donde deberemos liquidar a nuestros contrincantes y arrebatarles sus chapas de identificación para adquirir puntos, lo que obliga a unos enfrentamientos muy encarnizados debido al uso forzado de la corta distancia.

La subida de experiencia nos hará desbloquear nuevos componentes para nuestro armamento y mejorarlo, con posibilidades casi infinitas a la hora de cambiar nuestro cargador, la mira, añadir silenciador y otras lindezas. Podremos escoger hasta cinco clases diferentes, cada una de ellas con unas estadísticas que les hace más versátiles dependiendo de la situación en la que se encuentren en el campo de batalla. Por otra parte, los desarrolladores han querido enfatizar en mayor grado la accesibilidad a la vertiente competitiva en esta tercera entrega, facilitando un poco las cosas  a los más novatos y a los no tan habilidosos en el componente multijugador. Ello se traduce con un diseño de mapas algo más cerrado, sin tantos recovecos, permitiendo una situación algo más equilibrada para todos los contrincantes. Ni siquiera la experiencia adquirida en las innumerables horas dedicadas y que son palpables en nuestra personalización son garantía suficiente de que un neófito no nos pueda derrotar a la primera de cambio. Se incorporan también ciertas ventajas que pueden volver el combate a nuestro favor siempre que tengamos una buena racha de muertes.

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En resumidas cuentas, el multijugador de este nuevo Call of Duty no aporta absolutamente nada nuevo o relevante salvo un par de añadidos más que interesantes. Todo el esfuerzo invertido por parte de sus responsables ha sido el de ofrecernos una experiencia todavía más pulida, si cabe, que en las anteriores entregas. Aspecto que hay que decir que consiguen. Donde sí que veremos un mayor énfasis son en las opciones de personalización. Pese a ello, sus modos siguen siendo tan simples, directos, sencillos y, sobretodo, extremadamente divertidos como siempre. Otra nueva incorporación es la abertura de su propia red social, llamada Call of Duty Elite, que nos permite visualizar todo tipo de estadísticas, con un grado de detalle ciertamente enfermizo. Como no podía ser de otro modo, también es una herramienta perfecta para subir o  visualizar videos de nuestras hazañas, así como para crear clanes y de otras múltiples opciones. Esta red social, que promete alcanzar un tamaño de proporciones épicas, puede ser usada la básica, que es totalmente gratuita, así como la de pago, que nos aportará ventajas como la entrada a campeonatos con premio incluido y donde tendremos acceso anticipado a todos los packs de mapas con los que los buenos de Actvision e Infinity Ward querrán todavía sacarnos más los cuartos. Todo ello por unos 56 euretes de nada. Un hándicap que seguro que los más hardcore a esta franquicia deberían pensar el adquirirlo.

Ya el año pasado, Black Ops mostraba un motor gráfico muy envejecido, que se nos podía antojar incluso como feo. Como era de esperar, Infinity Ward no ha cambiado su motor gráfico y únicamente ha sabido hacer lo que hemos visto en estos últimos años. Es decir, parchear el motor más que lo que un culturista se atiborra de esteroides. Estamos ante el enésimo refinamiento del motor IW Engine sin cambios realmente relevantes. No se puede negar que la compañía conoce sobradamente su motor, ventaja que les facilita el otorgarnos unas grandes animaciones y un fabuloso uso de los scripts en la campaña. Pero ni siquiera la posibilidad de poder jugarlo a 60 frames por segundo quita la idea de que estamos ante un motor viejo, aunque se agradece. Cumplidor, pero ya demasiado anquilosado. Ni la mayor amplitud de sus escenarios (sólo un poquito) ni la posibilidad de poder romper ahora unos pocos cristales quitará eso. Haciendo gala también de una escasa interactividad con el resto de elementos que pueblan sus escenarios.

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Tampoco ha cambiado demasiado la batuta sonora, deleitándonos con unos muy buenos efectos sonoros en todo el ambiente belicoso al que nos encontraremos. La banda sonora, como era de esperar, tiene un peso bastante anecdótico, relegada a un segundo plano por el ruido de las balas. Pero es bastante cumplidora y resultona cuando la situación lo requiere con un marcado carácter épico y dramático, ahora a cargo de el compositor Brian Tyler. El doblaje, sin ser inolvidable, es ejemplar y cumplidor. Se agradece la repetición de voces de aquellos personajes que ya aparecieron en anteriores entregas. Muchas de las voces son perfectamente reconocibles de series de televisión y de otros videojuegos. Pocas pegas en este apartado, la verdad.

Robusto, divertido y conservador son las señas de identidad de ésta y de las últimas entregas de la saga. Son muchos los que han terminado repudiando la saga por su falta de innovación. Y lo cierto es que tampoco la encontrarán ni en esta ni en la entrega del próximo año que Activision ya ha anunciado ¿Acaso alguien lo dudada? Es reseñable y hasta penalizable su falta de riesgo a la hora de intentar aportar ideas nuevas. Pero es también comprensible lo peligroso que ello supone. Pues estamos hablando de una saga que mueve millones, un juego que ya se ha convertido en todo un fenómeno de masas que aguardan religiosamente cada año su nueva entrega y que tienen una idea muy clara de lo que esperan. De ahí que también resulte muy complicado el arriesgar o el aportar nuevas ideas sin saber si serán de agrado o no. Independientemente de su escrupulosa falta de riesgo, no se puede negar que estamos ante un Call of Duty ejemplar y muy completo. La campaña sigue siendo tan lineal, dirigida y arcade como siempre, con un guión inexistente y con un ritmo tan aparatoso, intenso y vertiginoso como Infinity Ward nos tiene tan bien acostumbrados. Todo ello sin contar los cuantiosos modos que tenemos disponibles tanto cooperativos como competitivos que alargan increíblemente la esperanza de vida del título. Todo ello sin novedades de peso, pero cuidado y ampliado más aún. Carece de profundidad, aportando un sistema rápido, directo y muy divertido y adictivo. Y es que independientemente de los maquiavélicos movimientos de explotación y de pago desorbitado de nuevos mapas que Activision practica,  cuando toda la oleada de fans se abalanzan para obtener su nuevo y flamante Call of Duty y los ves tan contentos y satisfechos es que hay algo que funciona jodidamente bien.

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