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Análisis: Borderlands 2

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En la industria de los videojuegos, se define Sleeper a un juego que durante su proceso de desarrollo no genera una gran atracción o demasiadas expectativas por parte de la prensa y del público como lo pudieran hacer otros títulos y, finalmente acaba cautivando a ambas partes convirtiéndose en un éxito en toda regla. Si echamos la vista atrás, todavía cuesta ver al primer Borderlands como un Sleeper.  Ciertamente es un producto que no acaparó la atención de todos los focos, pero es que incluso su recepción, aunque positiva, fue bastante moderada. El caso del título de Gearbox fue bastante peculiar. Pues fue ganando adeptos conforme pasaba el tiempo y gracias a la vida comercial que le dieron la cantidad de DLCs que sacaron posteriormente. Algunos temían de un rotundo fracaso comercial de Borderlands, otros en cambio, auguraban que iba a ser toda una sorpresa.  Lo cierto es que el desarrollo comercial del título puede calificarse como positiva, pese a no ser un superventas como pueden presumir otras producciones. Pero se ganó el amor de su público. Ahora despega Borderlands 2, de nuevo a cargo de Gearbox, dispuestos a pulir todos aquellos defectos que tenía el original.

Ya sea en cine o en videojuegos, prácticamente siempre que se ponen a hacer una secuela de un título, siempre se trata de seguir la premisa de hacer algo más grande, mejor y espectacular. Borderlands 2 sigue al pie de la letra la regla de oro de la mayoría de las secuelas de convertir ese «más de lo mismo» en algo más agradable. Y es que esta secuela demuestra hasta qué punto una depuración de aspectos y una ampliación de contenido pueden tener tanto éxito. Se hace patente la atención del feedback recibido por los usuarios de su primera parte. Han tomado nota de todo ello. Poco ha cambiado de este “Diablo” en forma de shooter en primera persona. Si su primera parte gozó de tan buena acogida fue por su original propuesta, llevando el shooter al género RPG, basada en la recolección de armas, cuanto más raras, mejor y en la subida de experiencia a medida que íbamos avanzando por el vasto mundo de Pandora, realizando tanto misiones principales como secundarias. Todo eso se mantiene en esta segunda parte, y sin estúpidos accesorios que hagan de la experiencia algo más accesible para los novatos. Todo lo contrario, su propuesta se ha profundizado en todos los niveles. Como en su primera parte, nada más comenzar deberemos escoger personaje de entre cinco posibilidades (uno de ellos mediante DLC gratuito si se hacía la reserva del juego). Todos son muy diferentes entre sí, pero no dejan de ser meros sustitutos de las especializaciones que ya había en la primera parte. Zero, el asesino, capaz de hacerse invisible y matar al enemigo por la espalda; Salvador, el “Gunzerker”, el  bruto que puede llevar dos armas a la vez; Axton, el soldado, capaz de lanzar torretas; Maya, la Sirena, capaz de hacer levitar a los enemigos; Y Gaige, la Mecanomante, capaz de invocar un robot que distraiga a los enemigos y que le proporciona salud y munición (es el personaje DLC y también algo más vitaminado para hacer la experiencia algo más sencilla). Todos los personajes pueden alcanzar el máximo de nivel 50, adquiriendo un punto de habilidad en cada nivel que podremos gastar en uno de les ramas del árbol de habilidades de cada personaje. Su aspecto físico no se puede personalizar salvo por pequeños detalles como la ropa o el pelo. Cuando subamos de nivel, podremos desbloquear una nueva habilidad o mejorar alguna de las que tengamos. Cada personaje posee tres ramas de especialización de habilidades. Incluso podemos reiniciar todo el árbol si no estamos satisfechos si vamos a una tienda ubicada en la ciudad de Sanctuary, la ubicación más importante del juego, donde se desarrolla gran parte de la trama y donde se nos van asignando muchas de las misiones, tanto principales como secundarias.

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A partir de ahí es cuando empieza lo bueno, cuando deberemos hacer un montón de misiones mientras adquirimos experiencia y vayamos obteniendo nuevas y bizarras armas con características exclusivas. Si ya en el primer juego presumían de la cantidad y variedad del arsenal, aquí consiguen algo hasta desproporcionado en cuanto a números. Armas de automáticas, semiautomáticas, con daño elemental… Todo ello con sus propias ventajas y desventajas (precisión, cargador, cadencia de fuego, tiempo de recarga), y además teniendo en cuenta los diferentes tipos, desde pistolas, escopetas, subfusiles, fusibles, bazookas, rifles francotirador, granadas… Lo bueno de este mastodóntico arsenal es que hace que siempre queramos probar el nuevo cacharro que se nos presenta, haciendo incluso el gameplay muy diferente dependiendo de cuál empuñemos. La armas que ya no queramos, podremos deshacernos de ellas o venderlas para conseguir dinero. Incluso podemos conseguir mejoras de ampliar el cargador en cada arma mediante el mercado negro, cuyo único modo de pago es mediante Echo, que iremos obteniendo realizando misiones o liquidando ciertos enemigos. Nuestros adversarios también han ganado en variedad, desde los habituales psicópatas de la primera parte, a una nueva fauna de bichos que nos harán la puñeta por el vasto planeta de Pandora, sin contar los bichos que repiten, con diferentes transformaciones o capacidades. En términos generales, la IA enemiga es correcta, pero no excepcional, los enemigos nunca tratan de protegerse, sino que se lanzan en plan kamikaze contra ti, aunque al menos con diferentes patrones de lucha y movimientos. No llega a la nula IA de sagas como Call of Duty, pero tampoco llega a los niveles de un Half-Life, un Killzone o un Halo. Nuestra vida y fuerza va subiendo a medida que subimos de nivel. Pero nos será imprescindible equiparnos con escudos para ser más resistentes. En el caso de que muramos, la pantalla se volverá en blanco y negro y tendremos unos pocos segundos para matar a algún enemigo para resucitar. En el caso de que no lo consigamos, resucitaremos en el punto de control más cercano y perdiendo una cantidad de dinero proporcional a la que tengamos. También tenemos la oportunidad de ser reanimados si jugamos con algún compañero.

Con Borderlands 2 me veo obligado a retractarme de cuando en ciertas ocasiones he mencionado que la realización de determinados videojuegos era toda una declaración de intenciones. Borderlands 2 SÍ que es toda una declaración de intenciones y una carta de amor para los fans que han seguido su primera parte y lo han convertido en un éxito. Este juego está dedicado y completamente volcado a ellos, como debe ser. El primero era un juego que si uno jugaba solo, se podía hacer jodidamente monótono. Yo el primero lo jugué siempre con un amigo y siempre me dio la sensación que si estuviera jugándolo solo, otro gallo cantaría. Aquí eso se ha solventado con una mayor variedad de misiones y su contexto. Un argumento algo más trabajado, pero con un elenco de personajes y de situaciones tan cómicas y disparatadas que enganchan lo suyo. Una mayor variedad de escenarios, que si bien comparte los paisajes desérticos de la primera entrega, también nos llevará a zonas nevadas, ciudades, zonas de frondosa vegetación, desiertos… Mayor variedad de enemigos y largo como pocos.

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Borderlands 2 nos recuerda porqué los Shooters eran antes inmensamente alocados y divertidos. No hay scripts ni pasillos, los escenarios son enormes con  varias vías de exploración. No hay sistema de coberturas, eso es para nenazas. Aquí lo que importa es saber moverse y saber adaptarse a cada situación dependiendo de tu entorno y del arsenal del que dispones. Hay armas, muchas armas, variadas, espectaculares, bizarras, dañinas… y podemos llevar más de dos a la vez. No hay excusa para no apretar el gatillo. Podemos pilotar vehículos y disparar desde ellos, aunque su control puede costarle a más de uno. Con Borderlands 2 te acordarás de por qué en su día te enamoraste de ID Software y de juegos como Doom, Quake o Wolfenstein.

La prioridad del nuevo hijo de Gearbox no es llevar las consolas al máximo de su potencial, ni presentar nuevas formas jugables (aunque en esencia lo sea), ni crear increíbles motores gráficos. La única razón de ser de Borderlands 2 es la de ofrecer diversión. ¿Dónde se encuentra? Pues en una historia terriblemente divertida, llena de diálogos y personajes que nos deparan momentos antológicos de humor, con un predominio al humor negro, al cinismo y al buenrollismo. Y es que ese aspecto tan desenfadado de la primera parte no solo se ha mantenido, sino que se ha disparado a unos niveles muy altos, algo muy similar a la positiva evolución de la saga Saint’s Row, consiguiendo su máximo apogeo, con la absoluta falta de pretensiones y de descaro. La grandeza del humor de Borderlands está incluso en los pequeños detalles. No hay ni un solo personaje o elemento del escenario que no guarde una pizca de humor. Guarda personajes y situaciones que pasarán a la prosperidad, como el malvado Jack el Guapo, nuestro robótico compañero Claptrap, sinvergüenza, chulo y aún así encantador diciendo que nosotros somos su esbirro y él es nuestro amo. Incluso la voz femenina de Hyperion, nos soltará auténticas perlas siempre que muramos y resucitemos en el punto de control más cercano. La carcajada está asegurada, y de forma habitual, si es que hasta los títulos de las misiones son cachondos.

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Jugarlo sólo ya es jodidamente divertido, pero jugarlo en cooperativo con un amigo, es de esas experiencias que no se olvidan. Los enemigos se multiplican, así como la variedad de armas. Y es que en ciertos momentos, los picos de dificultad pueden ser muy altos. No dudo, y mi mano tampoco tiembla, al afirmar que Borderlands esconde el mejor multijugador en años. Se puede jugar hasta cuatro jugadores mediante Online y a pantalla partida para dos jugadores. Éste último es quizá una de las mayores experiencias multijugador que te puedes echar a la cara. De hecho, el concepto de Borderlands, se disfruta mucho más en cooperativo. Incluso podemos retar a nuestros compañeros a un duelo siempre que queramos e intercambiar objetos.

Uno de los puntos por los que siempre se ha distinguido esta saga es por su apartado gráfico, con un diseño artístico muy trabajado, pero que la guinda al pastel lo pone su aspecto Cel-Shading, dotándole al juego de un aspecto de dibujo animado muy colorido. Sigue siendo tan vistoso como siempre. Bello, divertido e incluso violento. Su diseño está lleno de contrastes. En pocas palabras, magnífico. Además respaldado por una gran variedad y de un considerable tamaño. La mayor lacra sería la muy constante y algo molesta demora en cargar las texturas, sobre todo cuando morimos o abrimos cofres. Al menos en consolas es muy habitual. El sonido tampoco se queda atrás, con una banda sonora resultona y unos contundentes efectos sonoros por lo que respecta a los disparos, explosiones y ruidos de los animales. Por otra parte, el juego llega completamente doblado al castellano y con un resultado espectacular para lo que estamos acostumbrados. Algunas voces son geniales y además, aquí sí que vemos alma y dedicación en la actuación.

Tres años después, Borderlands regresa a la actualidad, y aquí sí que podemos decir que es un esperado y muy agradecido regreso. No sólo se han pulido sus defectos, sino que se ha ampliado todo su concepto a números desorbitados. No importa cuando juegues a Borderlands 2. Si es ahora, a precio de novedad, cuando baje de precio, cuando salga la GOTY con todo el contenido descargable… Nada de eso importa, lo importante es jugarlo. Una de las experiencias más gratificantes y tremendamente generosas y divertidas de toda la generación. Jugarlo solo ya es divertidísimo, jugarlo en cooperativo es algo épico. Largo no, lo siguiente. Tienes para 45-50 horas si quieres hacerlo todo. Variado, intenso y desorbitadamente divertido tanto en diálogos como en situaciones, te aguardan momentos impagables e inesperados. Y sí, tiene DLCs, pero buenos DLCs.  Borderlands 2 debería ser un indiscutible candidato a Juego del año, por no decir incluso un ganador. Si buscas un sinónimo para Borderlands, es diversión, y si quieres otro, sería adictivo. Y no, aquí no hay falsas pretensiones, únicamente hechos. Borderlands es de las pocas sagas que uno estaría encantado de recibir secuelas.

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