Pirates! fue el primer juego que tuvo el “Sid Meier’s” delante, allá por 1987. La etiqueta se decidió como “branding” del juego para que los fans comprasen un juego que era muy distinto a lo que por entonces hacía el diseñador canadiense (de combate y simulación). En su momento fue la primera incursión de Sid Meier en los juegos de estrategia (¡y piratas!), y se ve que le gustó tanto la cosa que ya se lanzaría a la piscina con esos matavidas que son los Civilization, Alpha Centaury… Yo en ese momento tenía dos años, así que lo tengo complicado para hablaros de la primera versión, pero espero que sirva de partida para el juego del que ahora vamos a hablar.
Hubo una revisión en 1993 llamada Pirates! Gold, pero hay que llegar hasta 2004 para hablar de este último remake. Porque eso es Sid Meier’s Pirates! un remake del clásico de los ochenta, con aspecto gráfico actualizado y unos cuantos añadidos de gameplay para aplacar a las masas. Aparecería en PC, pero también en la primera XBOX, en PSP y hasta en la store de Apple para que persigáis vuestros sueños.
El juego es una mezcla entre gestión de recursos y tímidos toques de rol. Nos pone en la piel de un aguerrido bucanero que quiere vengar a su familia del malvado Marqués Montalbán (nada bueno puedes ser con ese nombre), aunque para ello debemos primero convertirnos en unos piratas de nivel aceptable y localizarle.
Sí, la historia es típica y ramplona a más poder, y realmente no va más allá. No está ahí el interés del título, que se vuelca en un gameplay muy variado y con grandes posibilidades a cambio de olvidarse de la narración.
La mayor parte del tiempo la pasaremos navegando por un inmenso Caribe, con una pequeña parte de México y el norte de Sudamérica. El viento juega un papel importante y hará que, normalmente, los desplazamientos hacia el oeste sean muy rápidos y hacia el este, muy lentos. Debemos tenerlo en cuenta porque hay un sistema de moral y cuanto más tiempo estemos embarcados más irá empeorando la moral de nuestros marineros. Entre las localizaciones que podemos visitar están las colonias de cuatro naciones distintas (España, Holanda, Francia e Inglaterra), puertos piratas, poblados indígenas o monasterios jesuitas. En este mismo modo también veremos circular distintos tipos de barco, a los que podemos elegir asaltar o dejar a su suerte. También influye en la navegación los distintos especialistas que consigamos enrolar (médico, carpintero, contramaestre…)
A su vez, debemos estar siempre pendientes de tener comida y armas para enfrentarnos a otros barcos, y podemos conseguirla tanto comerciando como viviendo del pillaje. El juego tiene un sistema de comercio muy interesante, con varios recursos (especias, azúcar…) que podemos saquear y luego vender en las colonias (y cada puerto tiene un precio, por lo que buscaremos el ideal). La libertad es abrumadora, y en ningún momento estaremos obligados a seguir la historia, sino que podremos dedicarnos a lo que nos venga en gana en ese momento.
La propia jugabilidad también se asegura de darnos en cada partida una experiencia distinta, pues muchos de los eventos son aleatorios. Por ejemplo, a medida que pasa el tiempo las distintas naciones se declaran la guerra o pactan alianzas, pudiendo meternos en medio para adquirir prestigio e incluso un título nobiliario con alguna de ellas. Podremos capturar ciudades, sabotear los barcos de emisarios que van a firmar la paz (o anunciar hostilidades)…También podemos dedicar el tiempo a capturar criminales, derrotar a los nueve piratas históricos que incluye (Barbanegra, William Kidd, Roc Brasiliano…) o buscar sus tesoros en tierra firme.
Y si queremos seguir el modo historia y vengar a nuestra familia, tendremos que centrarnos en buscar información sobre los miembros desaparecidos, seguir mapas y enfrentarnos al malvado marqués. Como veis, de todo un poco.
Los otros dos momentos protagonistas en cuanto a jugabilidad son los enfrentamientos entre barcos y los duelos de espada.
En los primeros deberemos asegurarnos de haber equipado a nuestra nave con buenos cañones y un casco resistente, para bombardear sin piedad a nuestro enemigo.
Dependiendo de lo que decidamos, podemos hundirlos o abordarlos cuando los hayamos debilitado, momento en el que llegará el duelo salvo que hayamos desmoralizado tanto a la tripulación como para que se rindan.
Son de lo más divertido del juego, especialmente en las dificultades más altas. Nada más empezar elegiremos entre tres tipos de espada, según queramos ganar en velocidad, versatilidad o daño, y de ahí a la lucha encarnizada. En el modo más sencillo tendremos una guía de qué movimientos ejecutar para zafarnos de los ataques del enemigo, pero fuera de ahí deberemos fijarnos muy bien en los movimientos del adversario para conseguir eludir su ataque y perforar su defensa. Esta lucha depende también del equipo que tengamos (por ejemplo, “armadura” o una pistola que nos da ventaja inicial), de nuestro número de tripulantes o de eventos aleatorios que podemos aprovechar (una soga para esquivar, un palo en el suelo…). Incluso, cuando más viejo sea nuestro personaje, más lento se moverá.
Ése es el único límite que nos impone Pirates!, el inexorable paso del tiempo. Cada vez que dividamos el botín entre la tripulación (y debemos hacerlo para evitar que se amotinen) podremos elegir entre subir la dificultad, seguir como estamos o retirarnos. Tarde o temprano habrá que hacerlo, porque va empeorando la salud del protagonista y sus reflejos para luchar. Así, en una sola partida no tendremos tiempo para todo lo que el juego ofrece y no nos quedará más que repetir para probar cosas distintas.
Completan las opciones dos de los añadidos con respecto al original: un minijuego de baile para enamorar a la hija del gobernador (con la que podremos llegar a casarnos) y el combate por turnos para atacar ciudades a pie. Todo con inmensas dosis de simpatía, canciones pirata mientras viajamos por el mar y una banda sonora que nos retrotrae a las películas de bucaneros.
Al final, lo que hace grande a Sid Meier\’s Pirates! es la inmensa libertad que da al jugador, que tiene muchísimas maneras de encarar una partida. Podemos dedicarla a explorar ruinas antiguas, a comerciar, a infundir el miedo en los mares, a perseguir el título de marqués con una de las naciones, a enriquecernos, a enamorar una mujer en cada puerto, a vengar a nuestra familia…Muchas cosas y todas ellas muy divertidas.
Y espera, que queda lo mejor y no lo he dicho aún: PIRATAS, JODER.
Como en Civilization, el juego nos da una “Piratepedia” con la que aprender términos náuticos o algo de historia (piratas, colonias…)