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Análisis: Not a Hero

Not a hero
Not a hero

Not a HeroCrítica

La mejor frase que me viene a la cabeza para empezar un análisis de NOT A HERO es la de la famosa campaña publicitaria de las Pringles: «Cuando haces POP, ya no hay STOP». Y es que cuando nos metemos a reventar cabezas en el pixelado mundo de NOT A HERO es difícil ponerle freno. La premisa es simple, aunque a la vez hilarante: el conejo púrpura antropomórfico de nombre BunnyLord ha viajado atrás en el tiempo desde el año 2048 para ser elegido Presidente y así salvar al mundo de una invasión alienígena total. ¿Y cómo pretende salir electo? Pues dándole para el pelo al crimen organizado de la ciudad gracias a una panda de antihéroes freelance a base de organizar misiones encubiertas desde el sótano de la casa de tu madre. Así, sin despeinarnos.

La gente del estudio Roll7 lanzó NOT A HERO para ordenadores en mayo del año pasado, y hemos tenido que esperar todo este tiempo para que llegara a PlayStation 4 de la mano, cómo no, de Devolver Digital. A Roll7 los conocemos por su otro título indie bastante sonado y muy en consonancia con este: OlliOlli. Muy en consonancia porque repite algunos patrones del anterior: pixel art, rapidez de reflejos, scroll lateral y misiones cortas. Porque NOT A HERO es un festival de sangre cuadriculada dividido en tres capítulos, cada uno de ellos con siete misiones que cuentan con un objetivo principal y tres secundarios, que exigirá de toda nuestra destreza para convertir al crimen organizado de la ciudad en un criadero de malvas.

Como he dicho en el primer párrafo, nos pondremos en la piel de una serie de antihéroes freelance para repartir estopa en tres guetos donde residen tres cabezas del crimen organizado. Para ello, contamos únicamente con las habilidades de cada uno de estos antihéroes, una pipa y dos niveles de profundidad (a cubierto y al descubierto) que nos permitirá recargar munición cuando nos quedemos sin ella. Podemos movernos a izquierda y derecha, subir y bajar escaleras y/o ascensores y lanzarnos por el suelo al más puro estilo The Matrix para golpear a los enemigos dejándolos inconscientes y poder propinarles un buen balazo en toda la jeta o, por ejemplo, para romper una ventana y lanzarnos contra el próximo edificio como si fuéramos Tom Cruise en Misión Imposible. Empezaremos el juego con un solo antihéroe, George, y a medida que avancemos en la trama se nos irán sumando más indeseables como por ejemplo Jesús, el español salido mental y vestido con lycra rosa. Cada antihéroe cuenta con sus propias habilidades, como el poder recargar en movimiento o saltar por encima de los enemigos mientras los freímos a balazos. Además de nuestra arma principal que podremos potenciar con objetos que dejarán caer los enemigos, tendremos la posibilidad de recurrir a un arma secundaria tipo granada, bomba o gatito explosivo de uso más limitado que nos sacará en más de una ocasión de un buen aprieto.

Estas son nuestras armas para enfrentarnos a las siete misiones que componen cada uno de los tres episodios. Al igual que OlliOlli, NOT A HERO es un juego de ritmo frenético basado en el ensayo y el error. Y al igual que el ya citado, NOT A HERO nos propone un objetivo principal y una serie de objetivos alternativos por cada misión. Como por ejemplo, realizar un número de ejecuciones, una serie de muertes seguidas, evitar que nos golpeen o terminarnos la misión en menos de un tiempo prefijado. La banda sonora muy rollo chiptune acompaña bastante bien el festival de vísceras y sangre pixelada y un montón de referencias a memes de internet o a series clásicas cutronas como Miami Vice ponen la guinda del pastel al conjunto.

En líneas generales, NOT A HERO es un juego divertido, pero que a mi parecer expone demasiado pronto todo lo que tiene por ofrecer y acaba convirtiendo al título en poco tiempo en un hastío de misiones poco conexas y a veces con un objetivo poco claro. Los controles están bien definidos y no hay nada que aparentemente rompa la sencillez de las dinámicas, más allá de que en alguna ocasión acabemos saltando por la ventana cuando no queríamos. Aunque si lo miramos con otro prisma, es normal que esta exposición sea demasiado temprana, porque NOT A HERO se puede acabar en unas escasas cinco horas y son pocas las misiones que se nos atragantarán. La rejugabilidad no llega más allá del querer completar todos los objetivos secundarios, probar a los demás antihéroes o de picarte con algún tiempo de la tabla de clasificaciones. En cuanto a la versión de PlayStation 4 en la que se centra este análisis, un servidor ha probado tanto la de compatibles como la de sobremesa y no he notado ninguna diferencia notable más allá de los iconos de los botones.

Como único punto en contra diría una tontería que me ha molestado bastante: no tener un botón para avanzar a mayor velocidad los textos de BunnyLord entre misiones. O te tragas cinco minutos de espera por lo lento que avanza el texto o lo omites por completo, MAL. En resumidas cuentas, NOT A HERO es otro de esos títulos indie que mezclan violencia y gore con pixel art de colores pintorescos que te dará la suficiente diversión para amenizar un hueco entre título y título, porque más allá de BunnyLord, alguna carcajada esporádica y el único objetivo de querer terminártelo por picado no ofrece nada nuevo al panorama actual.