A pesar de que me encanta que los juegos hablen de sentimientos, no puedo evitar que me salten las alarmas cuando un juego elige esto como motivo central de su propuesta. Siempre me ha parecido mucho más sencillo mostrar el amor o el dolor de una separación que hablar sobre ello, y el videojuego, por lo general, sigue teniendo problemas para manejar la escala de grises necesaria para adentrarse en sentimientos universales sin salir escaldado. Lo bueno es que nunca dejo de creer, y DOOR:Inner Child muestra alicientes de sobra como para mantener la fe.
Nia vive en el mundo de las almas. Ella puede sanar los sentimientos heridos, tales como la muerte de un ser querido, la soledad, el dolor de una separación, la soledad o el fracaso. La consciencia herida se almacena en habitaciones independientes que de no ser sanadas se convertirán en traumas. El problema es que este mundo de almas, antaño una región pacífica, se encuentra acechada por un peligro que va haciendo estragos poco a poco y que amenaza con deteriorarlo hasta hacerlo insalvable.
Desarrollado por PLAY Mephistowaltz, DOOR:Inner Child mezcla puzles con una narrativa emergente que se construye a través de una puesta escena bastante trabajada. Cada una de las habitaciones tiene un color, un punto de vista y un modo de juego diferente, lo que hace que la propuesta estética se resienta en algunos momentos. Aún así, el conjunto apunta buenas maneras, aunque el resultado dependerá de lo bien integrada que se encuentre esta parte estética con la resolución de puzles.
DOOR:Inner Child se encuentra desde el pasado 26 de noviembre en Early Access (Windows) y por el momento no tiene fecha de saluda para su versión definitiva.
