En su crítica de Gone Home, el gran Dr. Alemán abandonó el eterno enfrentamiento entre narración y mecánica para centrar su mirada en el videojuego como medio, como único medio válido para contar lo que el título de The Fullbright Company quería contar. Lo cierto es que a veces perdemos la perspectiva y erramos el adjetivo a la hora de etiquetar lo que debe o no debe contener una experiencia tan amplia como es un videojuego. Soy un firme defensor de que la mecánica suele ser lo principal, pero me emocioné con To the Moon, Dear Esther o The Walking Dead sin echar nada de menos en ninguno de ellos. Quizá no sean videojuegos, quizá sean otra cosa, pero sinceramente no creo que a nadie le importe.
Lógicamente esta introducción venía a propósito de The Note, uno de esos videojuegos a los que le queda mejor la etiqueta de experiencia y cuya propuesta necesita de la complicidad del receptor para funcionar.
En “The Note” no sabemos nada de nuestro personaje. No sabemos que hacer, a donde ir e incluso ignoramos los botones que pulsar. Corre mientras las imágenes de personas desconocidas se agolpan en tu cabeza junto con los textos y las palabras que forman el poema de tu vida. Esta es la parte más importante de la experiencia, la interacción… Corre a través de lo desconocido hasta enfrentarte con la muerte.
The Note está desarrollado por Motamot, un estudio turco independiente afincado en Estambul. Quizá la situación actual de su país pueda influir a la hora de de un desarrollo de estas características, donde la muerte se entrecruza con la esperanza y el aprendizaje personal. Quizá todo sea una metáfora de la defensa del Parque Taksim Gezi y la posterior rebelión social, o quizá simplemente es un videojuego.
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