Hay sagas que han perdurado a lo largo de los años, pero que pese a ciertas razones, algunas de ellas con los cambios generacionales, no han sabido adaptarse o evolucionar (sino, decídselo a Resident Evil o a Silent Hill), sino que en lo que un momento fue fresco, revolucionario e innovador, termina por siendo retrogrado por miedo al cambio, prefiriendo una experiencia jugable anquilosada y anclada a sus raíces. Siempre es positivo ser fiel a sus orígenes, pues de ahí se denota la identidad de una obra, pero siempre hay que añadirle nuevas pinceladas para que éste esté en constante progreso y evolución. Es por ello que aunque pueda tener sus detractores, lo cierto es que no se le puede reprochar a la saga Metroid su voraz capacidad de adaptarse a los cambios y a las nuevas mecánicas jugables, pero siempre manteniendo su propia esencia y aura que la haga reconocible.
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