Me engañaba a mí mismo. Todo había acabado.
Nunca más volvería a recorrer esas solitarias calles.
Sin embargo, vuelvo a deambular hacia lo desconocido,
acompañado de mi linterna y de mi incomoda paranoia,
mientras camino notando gotas de lluvia humeantes
cayendo sobre mí, recorriéndome un enorme escalofrío.
No son mis sueños más inquietos que se apoderan
de mí. Sé que estoy de vuelta. Vuelvo de nuevo a Silent Hill.
Análisis Silent Hill
Aunque muchos pensábamos que los salones recreativos se habían extinguido como los dinosaurios, a veces el destino te pone delante sin darte cuenta uno de estos maravillosos lugares a los que acudíamos de niños para disfrutar de espectáculos gráficos que eran imposibles de portar a nuestras consolas caseras.