Kojima Hills

Kojima Hills 2

Empecemos con una obviedad: Hideo Kojima es un grande de la industria.

Más allá de cualquier consideración que mi alma hater quiera realizar sobre el realizador nipón, Kojima ostenta un reconocido prestigio con todo el merecimiento. Su manera de entender el videojuego y la evolución que ésta ha tenido con el paso de los años ha sido clave tanto en el crecimiento de la industria como en su reflejo dentro de la misma. El Metal Gear de Playstation sigue siendo a día de hoy una de las obras más importantes del medio y su importancia mediática, e incluso como elemento pop contemporáneo se encuentra fuera de toda duda. Otra cosa es que hablemos de la evolución de la saga y de cómo el interés de Kojima ha ido derivando desde los límites del videojuego en la primera entrega hacia una propuesta mucho más conservadora enfocada hacia su otra gran pasión: el cine. Personalmente no creo que esto sea algo empíricamente negativo, pero trasladar la locura de referencias asíaticas y occidentales de MGS a un entorno menos interactivo y barnizarlas con un poso de seriedad imposible quizás no sea el concepto adecuado. Kojima tiene talento, si, pero al igual que otros muchos personajes con talento necesita de alguien que le imponga límites.El anuncio por parte de Kojima de tomar las riendas junto a Guillermo del Toro de la saga Silent Hill ha sido sin duda alguna el gran bombazo de la Gamescom 2014. No es para menos, comparativamente podríamos asemejarlo al anuncio de J.J. Abrams haciéndose cargo de la saga Star Wars. Además, el bueno de Hideo ya se había dejado querer en alguna ocasión alabando las bondades de la serie de títulos que comenzó el Team Silent y, qué demonios, es una jugada maestra por parte de Konami, pues consigue revitalizar una saga en horas (muy) bajas, poner a su mayor estrella a los mandos de un desarrollo ajeno a MGS y muy probablemente abonar una cosecha de remasterizaciones y revisiones en HD para deléite y disfrute de los usuarios de Sony. Una jugada de notable que alcanza el sobresaliente al traer bajo el brazo P.T. (Playable Teaser), una suerte de demo técnica/conceptual que sirve como presentación de Silent Hills(s). Aplausos.

Muchos de ustedes ya habrán probado P.T. o habrán visto los centenares de vídeos que pueblan la red con un montón de gente asustándose muy fuerte. Nada nuevo esto último. Gritar en youtube con cualquier juego que tenga poca iluminación se ha convertido en una moda que ya debería esta enterrada. En cuanto a P.T., pues bien, de hecho la propuesta muy bien. Una suerte de The Stanley Parable terrorífico en la que el usuario recorre un pasillo en forma de “L” durante una y mil veces y se van sucediendo diferentes variaciones que conforman la experiencia. Es elegante, es sofisticado, el Fox Engine ayuda con su hiper-realismo a que todo el mundo lo flipe mucho y cumple sobradamente su principal cometido, que no es otro que dar miedo. Por lo tanto, y haciendo un breve repaso tenemos a Kojima, del Toro, un teaser jugable que acojona, la promesa de un nuevo Silent Hill y toda la fuerza mediática de Konami puesta al servicio de la revitalización de la saga. Entonces ¿por qué demonios debería alguien desconfiar?

Si ahora mismo hiciéramos un repaso de los elementos que conforman Silent Hill seguro que coincidiríamos en unos cuantos: la niebla, el óxido, los cultos paganos, enfermeras… Toda obra ha de tener una serie de elementos autoreferenciales que le ayuden a conformar su ecosistema, y al igual que prescindir del uso de las cajas en MGS sería un error, huir de estos elementos propios del universo silenthilliano no parece la mejor de las ideas. El matiz, porque siempre hay un matiz, es cómo se usan estos elementos para abordar la propuesta. Silent Hill en este aspecto es una saga bastante peculiar, ya que si bien existe cierte homogeneidad en la puesta en escena, es en el fondo donde surgen las mayores diferencias. No es casualidad que Silent Hill 2 sea el título más recordado de la serie, ya que es el que mejor recoge los elementos naturales de la misma para conformar el estado del jugador. Todo en Silent Hill 2 tiene un perverso significado, desde los cuadros hasta los enemigos. La culpabilidad de James traspasa la propia imagenería de la saga para eregirse en un su propio universo paradigmático, que si bien conserva los rasgos característicos, se transforma en la perfecta representación de su carga. Silent Hill 2 no es una pesadilla con ecos de revelación como el resto de los capítulos, sino un purgatorio-psicoanalítico en el que Freud hace acto de presencia en forma de Pyramid-Head.Si Silent Hill 2 es el máximo exponente de la saga hasta el momento, parece claro que Kojima y del Toro deberían ir por ahí o bien crear su propia interpretación de la misma. El primer supuesto prácticamente lo descarto, y con el segundo tengo serias dudas. El terrorífico Rubicón creado en P.T. no inventa nada nuevo, pero funciona a la perfección dentro de su contexto, algo que parece complicado con una duración más amplia. Por otra parte los nombres de Kojima y del Toro no figuran en ninguna parte de los créditos, lo cual me hace sospechar que poco o nada han tenido que ver con la realización del mismo, aunque seguro que ha contado con su aprobación. Aún dando por hecha su participación ¿podemos esperar una ruptura tan brutal del clásico concepto silenthilliano? Quizás, ya el cambio de perspectiva supondría toda una revolución dentro de la saga, pero lo que me crea las dudas anteriormente mencionadas es si este duo maravilla va a tener la sutileza necesaria para encarar el desarrollo a través de la conciencia del(los) protagonista(s) (no descarten más de uno) o bien tirarán de manual para introducir cada uno de los elementos recurrentes de la saga sin mayor motivo que la obligación de ponerlos.

Ni Kojima ni del Toro destacan por su sutileza. Lo suyo es otra cosa. Funcionan mejor cuanto más loca es la propuesta, pero suelen patinar cuando hay que andar comedido. Curiosamente dos de las mejores obras de del Toro, Cronos y El Laberinto del Fauno, muestran que el director y guionista es capaz de elaborar interesantes propuestas cuando alcanza la mesura, pero desde entonces parece que su carrera ha dado un giro hacia otro tipo de cine que, ciertamente, maneja a la perfección. De Kojima poco hay que hablar en este aspecto. Sus excesos tanto argumentales como puramente conceptuales son más que conocidos. El nipón infunde a toda su obra una capa de adolescente pajillero que muchos parecen apreciar, pero que personalmente creo que no le sienta nada bien. Con esto en mente, y con los ejemplos de las incursiones de del Toro en otros territorios como la literatura, con su bastante infumable saga vampírica junto a Chuck Hogan, las expectativas de que este Silent Hills continúe los derroteros llenos de matices de Silent Hill 2 parece algo poco probable.

La vuelta a la actualidad de primera línea de Silent Hill es algo sin duda positivo, y la unión de dos grandes estrellas para revitalizar la saga debería dar buenos resultados. Ambos estarán rodeados de un equipo lleno de talento que, espero y deseo, sean capaces de hacer un buen juego de terror. De si el resultado final está a la altura de las expectativas hablaremos en su momento. Reconozco que no tengo gran confianza en lo que pueda salir de aquí, pero también es cierto que si alguien me hubiese dicho hace cuatro o cinco años que Matthew Mcconaughey iba a convertirse en uno de los mejores actores de la actualidad le habría golpeado hasta hartarme (yo reacciono así), por lo que como dijo Guy de Maupassant ¿Quién sabe?Créditos P.T.

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