Esta columna tenía que haber salido el lunes. Bueno, siendo completamente sinceros, el martes, ya que Javi tenía la estupenda crítica de Warhammer 40.000: Rogue Trader y queríamos sacarla lo antes posible. Lo cierto es que no he podido ponerme con ello hasta ayer por la tarde, cuando el trabajo me dio un pequeño respiro y saqué el tiempo, la tranquilidad y las fuerzas suficiente como para ponerme a escribir. No les voy a mentir, yo venía a hablar hoy aquí de algo completamente diferente. Valoré decir algo de Palworld, el tema de moda, que para algo esto es una columna y debería estar medianamente ligada a la actualidad, pero sinceramente no me apetece nada. Tiré de la agenda con anotaciones, la cual me di cuenta de que parecen las notas de un puto psicópata que podrían formar parte de los interminables cuadernos del malo de Seven, pero al verme ahí consultando opciones y valorar si de ahí podría sacar algo que no se hubiese dicho ya, así que me he puesto a investigar. He leído varios artículos de compañeras y compañeros, he entrado en alguna web mainstream y otras menos conocidas, un recorrido más menos general por la prensa patria en la que he terminado preguntándome ¿Por qué demonios hacemos esto?
Nivel Oculto comenzó hace catorce años. En este tiempo hemos visto comenzar muchísimos proyectos ilusionantes que poco a poco se fueron diluyendo hasta desaparecer. Proyectos mil veces mejores que este o que otros que gozan de muchísimo más éxito que nosotros. Los proyectos han sido de todo tipo, desde revistas muy parecidas a esta a proyectos que incluían emisiones en directo, entrevistas, reportajes, viajes a eventos… Toda una amalgama de propuestas de diferente índole que fueron cayendo mientras nosotros continuábamos aquí. Uno podría pensar que nuestra perseverancia merece un reconocimiento o que dentro de todos nuestros errores, siempre hemos intentado hacer las cosas bien. Poniéndonos exquisitos podríamos incluso afirmar que hemos realizado alguna aportación decente al panorama nacional, aunque solo sea por insistencia. La realidad es que todas esas afirmaciones son ridículas, pues nuestro único mérito para permanecer aquí mientras otros iban cayendo se debe a que tenemos el privilegio de poder hacerlo.
¿Hay alguien que viva de escribir sobre videojuegos en España? La respuesta corta es sí, pero se pueden contar con los dedos de una oreja, que diría Forges. La respuesta larga es que el problema no es tanto si hay alguien que viva de escribir sobre videojuegos, el problema es si merece la pena vivir escribiendo sobre videojuegos. Pensemos en los dos artículos básicos que tenemos rellenando publicaciones: noticias y crítica. Las noticias, en el 99,9% de las ocasiones no dejan de ser una transcripción, cuando no directamente un copy/paste de la nota de prensa que ha enviado el PR de turno a tu correo o bien la traducción de algo publicado en un medio extranjero. En cuanto a las críticas, hablamos de interactuar con un producto una cantidad de horas que van desde dos a cuarenta y posteriormente escribir algo medianamente decente que diga un poco de lo que quieres decir sin venirte muy arriba, ya que el público, al menos dentro de lo mainstream, no lleva demasiado bien que el redactor saque los pies del tiesto. No digamos ya si se trata de una redactora. La cosa empeora aún más si aplicamos unas reglas básicas de rentabilidad, puesto que en la práctica es prácticamente imposible rentabilizar una crítica. ¿Acaso alguien pagaría cuarenta horas de trabajo por sacar adelante una reseña? Evidentemente no, sobre todo cuando vas a obtener muchas más visitas soltando un titular tipo “corre el rumor de X empresa anunciará X juego durante el próximo mes”. Si alguien entra en el rodillo de las plataformas mainstream con la sana intención de escribir sobre videojuegos, lo más probable es que la realidad le golpee tan fuerte que no quiera saber nada sobre el tema después de unos meses. Así que surgen las publicaciones alternativas, aquellas que tratan de dar un enfoque diferente y apuestan por abordar el videojuego de una manera que no se trata de forma habitual. Esto, en la práctica, suena muy bien y parece un contrapeso natural al rodillo industrial, pero desde hace un tiempo lo veo como una especie de trampa para que todo siga igual.
En Nivel Oculto cobra todo el mundo excepto Javi y yo. Pagamos lo que podemos, que ciertamente no es mucho y aún así está por encima de la media. La única razón para hacer esto es porque podemos, porque nuestra situación personal nos lo permite, porque tenemos el tiempo, la energía y el contexto necesario para sacar adelante todo esto. No digo que sea fácil, que no lleve esfuerzo o que no quitemos tiempo a nuestros seres queridos u obligaciones personales, pero la realidad es que podemos. Si hiciéramos esto por rentabilidad, hace mucho que este dominio estaría libre. Lo mismo pasa con el podcast, que sí se cobra, pero ni de lejos podemos pagar a Alex, Clara y Mariela ni un diez por ciento de lo que vale su trabajo. Y no es un eufemismo para quedar bien, es que su trabajo no sólo es grabar un podcast, es que ese podcast sin todo el expertise individual que lleva cada uno no valdría nada, y eso se paga. Lo mismo podría decir de toda la gente que nos envía sus artículos y críticas o de aquellos que se animan a colaborar e intervenir en el podcast. No estamos pagando lo suficiente a nadie y quienes gestionan esto no cobran, sin embargo seguimos aquí.
Pensábamos, y cuando digo “pensábamos” me refiero a una amplísima amalgama de proyectos que están o que estuvieron, que nuestro hobby podría ser un contrapeso al mainstream, y lo es, pero no de la manera que nosotros creíamos. No es un contrapeso que ayude a equilibrar, sino que lo está sosteniendo, ya que evita que se exija mucho más a las pocas publicaciones rentables porque “ya hay otros que lo hacen”. Existe, gracias a Dios, el oasis de Anait, que de alguna manera mágica ha conseguido encontrar un equilibrio casi místico entre su apuesta por la calidad y un alto alcance, pero más allá de ellos no hay nada. Mientras tanto, decenas de publicaciones nacen y mueren cada año intentando abrirse un hueco dentro de un panorama que es prácticamente imposible rentabilizar y sólo se sostiene a través del privilegio de quienes podemos hacer esto porque nos da la gana sin esperar nada a cambio.
Esta columna tenía que haber salido el lunes y hoy es jueves. No ha sido una semana fácil y la vida no me ha dado para más, pero quizás esto sea una buena noticia.