Llegamos con esta última entrega al final del especial que hemos dedicado en Nivel Oculto a Heavy Rain, ora obra incomprendida, ora éxito comercial, ora refugio de fanboys y némesis mortal de xboxers. ¿Realmente merece cuatro entregas este juego? Eso seréis vosotros quien lo juzgue, pero yo opino que sí. Para entender por completo Heavy Rain hay que entender el sueño de Quantic Dream, hay que entender Fahrenheit, el propio juego en sí mismo, el episodio del Taxidermista y a la estrella: El Asesino del Origami. Un consejo, antes de que sigáis: si no habéis finalizado el juego ni se os ocurra seguir leyendo.
¿No os he dicho que no sigáis? Bueno, ahí va: Scott Shelby es el Asesino del Origami. Ésa es la principal sorpresa que nos regala David Cage con su juego, y es, como toda buena sorpresa, muy inesperada. Durante el recorrido del juego se nos ha insinuado que es Ethan, con sus sueños de ahogados y sus estados de fuga disociativa (cuando se desconecta y aparece en otro sitio con un origami), o incluso cerca del final podremos creer que el asesino es un policía, pero será difícil que sospechemos de Scott.
¿Cómo sospechar? Se nos presenta como un alma cándida, un gordito bonachón cargado de paciencia que está buscando al asesino. Realmente lo está haciendo, está buscando su propio rastro para eliminarlo, intentando primero cargarle la culpa a otro y luego hacer desaparecer cualquier prueba que le implique. Sin embargo, realiza un montón de actos desinteresados (la mayoría decididos por el jugador), parece hasta implicarse emocionalmente por momentos, y le disgustan personajes como Gordy, que mata sin motivo.
¿Cuánto de esto es real y cuánto no?
En mi opinión, no es probable saberlo al cien por cien, por eso es un personaje tan atractivo y tan complejo. La primera posibilidad es que sea un grandísimo actor (de hecho, lo es), y que todo a lo largo del juego sea fingido. Para deshacerse de la prueba que tiene Lauren la engatusa para que le siga y busca un culpable rápido en Gordy, mostrándose comprensivo con ella y fingiendo ser un buen tipo. Quedarían algunas cosas sin explicar, como que no muestre indiferencia en sus propios pensamientos (aunque esto puede ser un mecanismo de la trama) o algunos actos desinteresados que no le implican ninguna ganancia. Así, respondería al patrón típico del psicópata desconectado emocionalmente. Sin embargo, a diferencia de otros, sólo mataría con un fin muy específico (encontrar un padre digno o cuando no tiene más remedio), más que por la subidón emocional. También, algunos actos desinteresados podrían explicarse: hasta las personalidades más psicopáticas tienen cierto grado de civilización, y hay normas tan metidas en sus cabezas que hasta a ellos les costaría no seguirlas. Por ejemplo, salvarle la vida a un bebé.
Sin embargo, yo creo que es un personaje más gris. La implicación que muestra (salvar a Lauren de una paliza, curar a una mujer suicida) no es incompatible con los asesinatos que comete. Cuando mueren, embarra la cara de los niños, porque lo importante no era su identidad, sino el mensaje que quería transmitir, y deja sus “disculpas” en forma de origami y de orquídea, aunque también eso forme parte del ritual. Scott está obsesionado con la muerte de su hermano y la omisión de ayuda de su padre, pero eso no le ha quitado su humanidad. Es capaz de enfadarse ante algo que le parece injusto (matar a un niño por diversión), de llorar recordando a su hermano o de perjudicar su propia seguridad salvándole la vida a la principal persona que puede descubrirle. Pero no es tonto, y si tiene que matar para evitar ser pillado, matará. Tiene una misión y es más importante que cualquier otra cosa, y esa misión no puede cumplirla si está entre rejas.
Probablemente la realidad, como casi todas las verdades, se encuentre en el punto medio de las dos argumentaciones. A medio camino entre una personalidad antisocial y un trastorno psicótico. Scott es la primera víctima del Asesino del Origami, devastado y obsesionado, sus delirios le impiden hacer otra cosa que matar o cumplir su misión. No tiene vida personal, ni trabajo que sepamos, y sólo se activa y sale de su morada con la lluvia, el momento ideal para continuar su búsqueda. La hipótesis del trauma en la infancia y del padre abusivo es, a día de hoy, controvertida. Por cada asesino en serie maltratado hay otro que tuvo una familia amorosa. Pero en este caso sirve para justificar lo que Scott hace. Quizá no deje de revivir el momento de la muerte de su hermano, como alguien con estrés posttraumático. En este caso, su huida hacia adelante, su escape del sufrimiento, son los delirios y la búsqueda de un padre decente, de la peor de las maneras.
Sólo dos pequeños fallos en la trama para un villano perfecto. La escena de la muerte en la tienda de máquinas de escribir (que podía haberse abordado mucho mejor) y las visiones de Ethan (y despertar con el origami), demasiado rebuscadas. De resto, un antagonista humano, sin estupideces sobrenaturales para justificar su habilidad, con el que es fácil empatizar y doloroso acabar. Scott Shelby, el Asesino del Origami, cumpliendo por fin el sueño de Quantic Dream.