Hablar de Kongregate es difícil, por diversos motivos. En parte, porque su historia está íntimamente relacionada con la de muchos procesos ligados al desarrollo de la Web 2.0. Cuando oí hablar de él por primera vez (en 2012, a través de un vídeo en Youtube), mi impresión era que se trataba de un portal más de los miles que existen sobre juegos gratuitos. Definitivamente tenía opciones más interesantes que algo como isladejuegos, pero tampoco se ha caracterizado por el mismo espíritu experimental de itch.io o anárquico de Glorious Trainwrecks. En vez de eso, Kongregate recuerda mucho más a ArmorGames, en el sentido de que la mayor parte de su producción (tanto antigua como actual) se ha caracterizado por lo formulaico de sus géneros y la sencillez de sus estilos.
Basta mirar la selección del portal para hacerse una idea de su producción principal. En un evidente reclamo a jugadores de sitios como Big Fish Games, tiene entre sus categorías principales el género de juegos idle (del inglés “ocioso”). En sí, es un cajón de sastre indefinido que abarca tanto los juegos arcade prototípicos como los clickers que plagan Facebook. Al mismo tiempo, hay un énfasis evidente en juegos de aventura, rol y acción, todo obras generalistas que también pueden encontrarse en sitios como Newgrounds (de hecho, muchas se publican al mismo tiempo en ambas páginas). La visión general que se tiene de la página cuando se observa su selección inicial es similar, de hecho, a aquella clásica comunidad, y se continúa percibiendo en los detalles: muchos juegos cuentan con un sistema de logros personalizado (“medallas” lo llaman), es posible crear una cuenta personal que lleva el registro de tu actividad, puedes seguir a autores individuales e incluso participar en conversaciones con elles. En su iniciativa por crear “insignias diarias” y presentar mascotas nuevas cada pocas semanas, Kongregate intenta crear el mismo tipo de público comprometido que otras comunidades han amasado con los años.
Fue precisamente esta disolución progresiva de géneros, expectativas y jugadores la que Greer y su equipo aprovechó para constituir Kongregate, y a raíz de ello, la experiencia de navegar su página se siente similar a la de explorar capas de tierra de un yacimiento arqueológico. Según el año, la etiqueta o el género que elijamos, es posible reconocer la época e incluso el ethos del momento. Tenemos una selección profusa de juegos online de aquellos tiempos en que World of Warcraft copaba las conversaciones entre amigues. También tenemos experimentos sádicos con ragdolls que caracterizaban a la primera Newgrounds. También hay muchos crossovers ridículos entre personajes animados a lo Ultimate Showdown of Ultimate Destiny, y juegos de mascotas que están prácticamente plagiados de Neopets. todo el mundo tiene un lugar aquí. Incluso los juegos experimentales o estéticos de tiempos recientes (los Missed images, los This is not a Game y los You have to burn the Rope) se pueden encontrar en esta abigarrada y ecléctica página. A excepción del término idle que la compañía parece proteger con mimo, hay poco en Kongregate que le es genuinamente propio.
Aun así, hay algo concreto por lo que Kongregate merece atención especial, al menos en años recientes. Tras su adquisición en 2012 por Gamestop (y su más reciente venta a MTG), la página ha intentado de forma cada vez más evidente convertirse en una plataforma de distribución digital de pleno derecho. Al igual que antes, sin embargo, su iniciativa se ha caracterizado por el eclecticismo y la verticalidad. Al tiempo que Kongregate pasaba a ser marca editorial para juegos de móvil como Adventure Capitalist, Animation Throwdown y Bit Heroes, también sacaba al mercado una plataforma digital de descarga y compra de artículos a lo Steam y Epic llamada Kartridge. El intento por mantenerse relevante a los tiempos se hace evidente, a la vez que el deseo de continuar las costumbres de la vieja: las insignias siguen siendo un componente principal, los juegos se siguen dividiendo entre los tradicionales y el casual idle, y el énfasis en la personalización se mantiene igual. Si acaso, ahora hay un poco más de atención puesta en Lo Indie como categoría propia, y un intento claro por recoger la cosecha que otras páginas más jóvenes han sembrado durante la última década. Como buen negocio integrado que se precie, Kongregate se adapta a los tiempos y necesidades de su sector, y en el caso de los videojuegos, esa necesidad se traduce en asumir los cauces por donde discurre la innovación antes de que se sequen.
Trilogía Kongregate