El carné GAMER

Buen Gamer

El carné GAMEROpiniónHubo un tiempo lejano en el que existían unos lugares bastante cutres, moderadamente peligrosos y llenos de mucho humo que hoy se conocen como Recreativos y que entonces denominábamos con el simpático nombre de “los recres”. Olvídense de la perversión actual de convertir estos lugares dejados de la mano de Dios en prístinos lugares de culto para regocijo del FAN. Aquello era Mad Max con chalecos vaqueros sin hombreras y cajetillas de tabaco apoyadas encima de la máquina. El respeto general se imponía a base de miradas asesinas que daban prioridad sobre cualquier tipo de orden de espera, pero existía una suerte de veneración hacia aquellos que eran buenos en lo suyo, es decir, las posibilidades de que te robaran eran menores si demostrabas cierta pericia con los mandos.

Examinando el contexto es fácil llegar a la conclusión de que todo esto tenía cierto sentido. En primer lugar, jugar valía dinero, por lo que jugar mal costaba dinero. La pericia de alguien a los mandos no sólo se respetaba desde un plano de maestría, sino de rentabilidad. Este pequeño ecosistema se traducía en una lógica carcelaria de matones y protegidos. Si jugabas bien no ibas a tener problemas, pero tenías que estar al servicio del poder para lo que ellos pudieran necesitar. Aquí entra una anécdota de señor mayor. Yo no era ni soy especialmente habilidoso, pero podía pasarme Golden Axe sin que apenas me tocaran. Esto significaba que en ciertas partes alguien reclamaba mi presencia para que jugase por ellos y de este modo no perder la partida. No había opción a la negativa y tampoco al error, así que aquello se convertía en la escena del hackeo de Swordfish pero sin sexo de por medio, esto es: ridículo e inútil. En el mejor de los casos servía para que me dejaran en paz un día más. No sé qué pasaría por mi cabeza en aquellos días. No sé si pensaba que me darían una paliza, algo que ahora sé que no iba a pasar, pero recuerdo manos sudorosas y cierto tembleque seguido de palmaditas en la espalda. Un día más había conseguido superar la prueba, pero de nada valdría esto cuando la cagara, cosa que sin duda llegaría en algún momento.

Conté esta anécdota hace poco entre risas a una audiencia cercana que poco o nada tiene que ver con el videojuego. Era otra conversación más sobre una época que nos empeñamos en edulcorar. Lo bueno es que sirvió para pensar en la situación actual y trazar ciertos paralelismos con lo que día a día viven algunos de los colectivos que dedican su tiempo a esto de los videojuegos.“La discusión sobre la infantilidad de ciertos títulos comparados con la madurez de otros lleva ahí desde los tiempos en los que Sega y Nintendo”El buen GAMEREl artículo del título no es genérico, pues todo el mundo sabe que el BUEN GAMER es hombre. El buen gamer nace, no se hace. Su título le viene concedido por Dios a través de sus genitales, y no hace falta decir que el buen gamer no necesita sacar su carné gamer, lo tiene desde que nació, y si alguien lo cuestiona basta con que recite de memoria sus amplios conocimientos de cualquier título mainstream y las horas dedicada al mismo. El buen gamer no juega por ocio, ni siquiera por placer, juega porque es su sino, un mandato divino que cumple con rigor y buen hacer.El buen gamer ya no está en los recreativos, sino en su casa rodeado de decenas de gadgets y sentado en su trono en forma de silla gamer. La seguridad de su castillo le ha proporcionado una defensa perfecta.Ya no tiene depredador natural, por lo que ha escalado dentro de la pirámide alimentaria hasta convertirse en rey. Es cierto que ha de competir con otros gamers, pero todos ellos se encuentran en la cima. En el peor de los casos bajará un escalón, pero seguirá viendo a la mayoría desde una atalaya que no va a permitir que se la arrebaten. Lo interesante de esta concepción es que, al igual que la nobleza, una vez adquirido el título ya no hace falta defenderlo. El buen gamer no admite referéndums, y cualquier voz que se alce para cuestionar su estatus será tildada de amenaza para la convivencia entre los gamers de bien, LOS GAMERS SENSATOS.“El buen gamer no busca el avance del medio, sino que el medio siga representando sus gustos o intereses. ”La amenazaAquí lo del artículo está más cogido por los pelos, pero que “amenaza” sea femenino me viene estupendamente. Resulta que la mujer se ha incorporado al videojuego (falso, lleva ahí desde siempre), y no contenta con ello incluso se atreve a cuestionar ciertos pilares totémicos del medio y la lógica que lo rodea. El buen gamer comenzó viendo esto con incredulidad y paternalismo, pero llegó un momento en el que tuvo que poner orden. Aquí se viene a JUGAR, y cualquier otra consideración está fuera de lugar y pertenece a un ámbito que no es el videojuego. Bien, juguemos entonces, dijeron ellas, y aquí comenzó otro problema. En un giro de los acontecimientos que no habría podido imaginar ni el Shyamalan más loco, el buen gamer se convirtió en el tipo de aliento a alcohol y cigarro en la oreja de los recreativos. Ahora era él quien iba a juzgar si eras lo suficientemente buena como para formar parte de la nobleza. La trampa es que al igual que pasaba entonces, da igual si lo haces bien, pues siempre habrá un día en el que falles y ahí estará el gamer para recordarte tu estatus de plebeya. Los títulos no se consiguen, se heredan, nunca lo olvides.

Por si esto fuera poco, ahora resulta que el mundo no deja de girar y el sector de los videojuegos con él. Lo que antes era un perfecto orden basado en una estructura piramidal donde ya sabemos quién gobernaba, ahora es un completo caos en el que la irrupción de distintas voces están poniendo todo pata arriba. El buen gamer, que jamás se había preocupado por cualquier consideración política o social de su ocio, se ven ahora bombardeados por opiniones externas que cuestionan no ya su estatus, sino el propio medio que refrenda el mismo. Ahora resulta que jugar con una protagonista pechugona vestida con únicamente con un tanga está mal. Ahora resulta que Doom tiene un mensaje político. Ahora resulta que queremos dar una lectura social a Far Cry 5. El buen gamer se revuelve y enseña sus títulos nobiliarios (a.k.a. entrepierna) mientras grita a los cuatro vientos que él ya estaba ahí antes de que tú te interesaras por el tema, por lo cualquier consideración de este tipo tenía que haber venido mucho antes y no ahora. Seguir por ese camino sólo va a traer problemas y el buen gamer va a hacer todo lo posible para defenderse.»El buen gamer, con su defensa a ultranza de un modo de ver el medio corre el riesgo de colapsarlo»El ataqueHasta aquí hemos llegado. Vale que tenga que aguantar que no juegues como yo quiero, pero no voy a permitir que cuestiones mi ocio y mi posición. La tierra para el que la trabaja, y yo trabajé esta tierra a pesar de las risitas de gente como tú. Me llamaron freak, se reían de mi afición y se burlaban de mis camisetas. Yo estaba aquí cuando esto era impopular, así que no voy a permitir que te subas a este carro sin pasar por lo que yo he pasado.Entramos en la perversa lógica del esfuerzo y del sudor de la frente para ganarse un respeto que jamás llegará. El buen gamer, al igual que buena parte de los buenos cinéfilos o melómanos, no busca el avance del medio, sino que el medio siga representando sus gustos o intereses. El buen gamer no necesita saber mucho de videojuegos, de hecho ni siquiera necesita estar atento a las novedades, pues le basta con que la rueda que impulsó en su momento siga girando.Hoy mismo Eurogamer se hacía eco de las unidades de Shovel Knight vendidas en las diferentes plataformas. Curiosamente donde menos ha vendido uno de los mejores videojuego de los últimos años es en PS4, la consola gamer por excelencia, al menos en España. Esta insostenibilidad en la escala imaginaria en la que el buen gamer se ha colocado ha tenido como resultado un furibundo ataque hacia todo aquello que cuestione su posición.

La discusión sobre la infantilidad de ciertos títulos comparados con la madurez de otros (esto daría para otro artículo) lleva ahí desde los tiempos en los que Sega y Nintendo se batían el cobre. No fue hasta la salida de Wii cuando este debate se reavivó hasta convertirse en la primera división dentro de la escala social gamer. El buen gamer no podía permitir que todo el mundo entrara en su ocio, por lo que evitó este asalto a los cielos creando la figura del jugador casual y diferenciándolo del buen gamer con la etiqueta hardcore gamer, que es el epítome del flipado. Los medios entramos sonriendo a través de aquello, fomentándolo y abriendo debates, a cada cual más absurdo, sobre una diferencia entre jugadores completamente artificial. Esto se ha mantenido hasta nuestros días e incluso aumentado a través de la irrupción de LO INDIE.

El desarrollo independiente ha atraído todo un conjunto de nuevas sensibilidades al sector que han cuestionado los cimientos sobre los que se sostenía el AAA. No se trata únicamente de la irrupción de protagonistas como Senua en Hellblade o Aloy en Horizon Zero Dawn, algo impensable no hace tanto, sino de la concienciación del medio como un vehículo político, social y cultural que no debe permanecer al margen de los avances de la sociedad. El buen gamer ha recibido esto como un ataque del que se ha defendido con fiereza y del que no hay visos de un final cercano.»El buen gamer ya no tiene depredador natural, por lo que ha escalado dentro de la pirámide alimentaria hasta convertirse en rey. «El huracánMientras esto sucede nadie parece capaz de crear un marco de diálogo en el que se pueda debatir sobre la situación actual y la inevitable evolución del medio con la calma necesaria. El castillo de No Homers creado por el buen gamer han dado como resultado una serie de innumerables propuestas condicionadas por la necesidad de hablar y ser escuchados dentro de un entorno seguro y propicio. Los mismos que no permitían a nadie entrar en su castillo atacan este tipo de propuestas sin preguntarse en ningún momento cómo hemos llegado hasta aquí. Tampoco parece que este tipo de iniciativas tengan un objetivo a medio o largo plazo, sino que se articulan en base a una realidad que tampoco parece proponer otras vías.

El buen gamer, con su defensa a ultranza de un modo de ver el medio completamente anacrónico, corre el riesgo de colapsarlo. Esto hace mucho que dejó de tener que ver con habilidad. Ya nadie le va a pedir que se pase un nivel. El medio ha evolucionado hasta convertirse en otra cosa, algo donde la competitiva es opcional y existen miles de propuestas alejadas de este dogma. Seguir insistiendo en lo mismo no hace más que perpetuar una endogamia que encorseta las posibilidades del videojuego, el cual año a año ve como las ventas de sus grandes IPs continúan creciendo en detrimento de las nuevas propuestas. Quizás todo pase por eliminar la palabra gamer o puede que simplemente estemos en el ojo de un huracán que poco a poco se irá alejando. Será entonces cuando haya que evaluar los daños. Por lo pronto la toxicidad de la comunidad es más que evidente y las voces que lo alimentan no parecen dispuestas a callarse un rato para escuchar al otro. Veremos cuántos cadáveres encontramos bajo los escombros.

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