Ojo con los juegos de granjas, amigos. A ese pozo no me quiero ni asomar, porque como me caiga lo hago con todo el equipo. No he tocado ningún Harvest Moon, he huido como de la peste de Stardew Valley… Entiendo que algo tienen de ese afán urbanita de escapar de la ciudad para vivir una vida más simple en el campo, e imagino que una vez que empiezas ya no hay forma humana de parar: en lo que revisas el cultivo, conoces gente y tienes cuidado de que no te pisen el bancal se te va la vida entera. Juegos pacíficos, relajados y con un punto reflexivo con los que no ya escapar de la realidad sino formar parte de otra menos violenta. Hasta que llega Atomicrops.
Imagínense cruzar este tipo de títulos con algo como Nuclear Throne. Ahora no es una granja en la campiña sino en un yermo nuclear, y no sembramos bubangos sino lechugas transgénicas y radiactivas. Pero claro, mutantes e insectos gigantes vendrán a jodernos la cosecha y tocará defendernos, momento en el que entrará la mecánica del clásico twin-stick shooter en acción. Quedan muchas cosas por añadir a la mezcla: acompañantes reclutables vía matrimonio, sharkmatos (sí, tomates-tiburón), malos finales, comercio con el pueblo y el esperable elemento roguelike en el que si nos matan parte de nuestra partida nos ayudará en la siguiente.Al volante de esta movida están Toby Dixon (lo recuerdan seguramente de Nidhogg 2) y Danny Wynne, y me gustaría poder ponerles algún vídeo, pero de momento hay poco más que esto y alguna cosita adicional en su web. Al fin y al cabo, está en un estado de desarrollo muy inicial. A mí personalmente me ha dejado loquísimo la subversión del género, la vuelta que le han dado como a un calcetín y la idea de poder encontrarme a un puerro mutante ayudándome contra una horda de bichos.
Como siempre, en cuanto tengamos fecha o algo más serán ustedes, queridos lectores, los primeros en enterarse.Página Oficial