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Análisis: The Inquisitor 1

Análisis: The Inquisitor

Ferro Devincere Igne Absolvere

Análisis: The Inquisitor 2
Fecha de lanzamiento
8 febrero, 2024
ESTUDIO
The Dust
EDITOR
Kalypso Media
PLATAFORMAS
PC, PS4/5, XBOX

¿En qué piensan ustedes si yo les vengo a hablar de un videojuego de fantasía oscura basado en una serie de libros de gran éxito en Polonia y cuyos creadores son polacos también? Seguramente no en The Inquisitor, ¿verdad? Y es que el paralelismo inicial que pueda tener el juego del que les voy a hablar con la saga de Geralt de Rivia es más que evidente, y estoy seguro de que puede tratar de aprovechar parte de su impulso, pero es un error irse a la comparación. De hecho, es puro veneno pensar en la saga The Witcher, porque aunque uno pudiera pensar en ella al echar un primer vistazo al juego, no estamos ante un juego de rol. Repito, The Inquisitor no es un juego de rol. Yo mismo pensaba que lo era hasta que me puse con él, y resulta que más bien es una aventura en tercera persona en la que la mayor parte del tiempo la pasamos hablando e investigando. Y si tuviera que compararlo con algún videojuego me inclinaría más hacia la saga Sherlock Holmes de Frogwares, aunque tampoco sea grandísima la semejanza. Siempre es una buena noticia que un videojuego quiera tener su propia identidad.

Los polacos The Dust han tirado de la saga del Ciclo del Inquisidor de Jacek Piekara, que creo que no se ha traducido fuera de su país. Se ambienta en un mundo que empieza como el nuestro pero que diverge en un momento clave: Jesucristo no muere en la cruz sino que se encabrona, la destroza, baja y arrasa con todos los que no se le unen hasta llegar a conquistar el imperio romano y gobernarlo durante siglos como Dios-Emperador. Lo cual acaba dejando una visión del catolicismo en la que las virtudes no son la misericordia ni poner la otra mejilla, sino vengar las afrontas, tirar la primera piedra, acabar con los herejes y, en general, ser la peor persona posible. El cristianismo tal y como lo vería el votante medio de VOX. En este mundo horrible y de mierda los Inquisidores se alzan como garantes y guardianes de la fe, y nosotros vamos a encarnar a Mordimer Madderdin, que aparte de un nombre bastante gracioso, es devoto de su fe y por tanto no resulta el protagonista más simpático. Y hete que nos envían a la ciudad alemana de Koenigstein en pleno siglo XVI a dar caza a un vampiro.

Análisis: The Inquisitor 3

Me gusta mucho la construcción de esta ciudad, que será el escenario principal del juego. Realmente parece una villa medieval tardía, con elementos casi renacentistas en la plaza del mercado que a todo el que haya estado en alguna pintoresca localidad centroeuropea le resonarán. Un poblado alrededor lleno de barro, suciedad y casuchas de madera que va ganando piedra a medida que nos internamos en él, con su puerto, su catedral enorme y hasta un palacio condal en uno de sus extremos. The Inquisitor está en ese limbo de mediaproducción y es difícil que entre por los ojos, especialmente en los modelos de los personajes, pero es innegable el trabajo y el cariño puestos en el diseño artístico, en sus estatuas, retablos, figuritas y adornos del Cristo Vengador. Esto llega a la excelencia en las (escasas) secuencias de visiones que se presentan como grabados medievales y que a mí personalmente me han fascinado.

Y esa Koenigstein es la que va a observar nuestro periplo primero para encontrar al vampiro y luego para resolver el tremendo desmorone de mundo que se nos viene encima. El juego es bastante lineal, sin darnos misiones secundarias, y trata de mostrar cierta organicidad en cómo se desarrollan sus acontecimientos. Vamos de un punto a otro, hablamos con varios personajes, investigamos, nos colamos en algún sitio, resolvemos algún que otro puzle… y de vez en cuando luchamos. Ahora los típicos sentidos aguzados pasan a convertirse en rezos cuyo potencial se gasta y hemos de “recargar” orando en distintas capillitas, donde Mordimer suelta alguna plegaria terrible muy en la línea de su credo. ¿Y el combate? Es sencillo en tanto que no da grandes opciones, pero es muy satisfactorio,  está lleno de fisicalidad y apenas vamos a pelear salvo en los tramos finales del juego y con algún que otro enemigo final. No se echa de menos pero es un buen complemento.

La otra pata jugable son las visitas que hacemos al No-Mundo (Unworld en el original), un espacio oscuro donde somos perseguidos por una emanación terrible de Oscuridad (The Murk) y que nos sirve, una vez reunimos pistas, para ser testigos de eventos que se nos escapan. Es ciertamente una especie de atajo sobrenatural que tomamos cuando nos quedamos atrapados, por el que nos movemos en secciones que parecen más de sigilo, recolectando ecos y encendiendo fuentes de luz, que es nuestra barra de vida en esta zona. La idea es interesante, el cambio de estética funciona, pero creo que a veces se hace un poco pesado vagar por aquí y que al frenar la progresión en determinados momentos puede empantanar la experiencia. Queda la sensación de que es una especie de deus ex machina pero entiendo que es parte de la ambientación del juego y que el estudio ha tratado de ser fiel a las novelas.

Y por lo visto la trama del juego es distinta a cualquiera de la de los libros, una historia aparte apoyada en la ambientación y el protagonista. Sorprende que aunque a veces se haga algo inconexa quede todo bastante bien resuelto al final, que sea un círculo en el que el estudio ha pensado bien en cada cosa que pasa y que todas tengan relación hasta los últimos compases. Siendo un videojuego que no dura más de diez horas logran fiarlo todo a ella y a que mantenga el interés del jugador, a la vez que muestran el mundo de las novelas y algunas de sus peculiaridades. No me sorprendería que aprovechando el tirón empezaran a traducirse, aunque siendo una obra muy lejana a una superproducción, todo está por ver.

Análisis: The Inquisitor 4

Venía yo mismo a The Inquisitor pensando en echar unas horas a un action-RPG con obvio parecido a los juegos de CD Projekt, pero lo que he encontrado ha logrado sorprenderme. Sus creadores han querido hacer un juego peculiar y único, que imagino encarna muy bien cómo debe ser alguna de las novelas: muy centrado en las pesquisas del protagonista, en lo chungo que es todo y en la fe terrible que profesa, que empapa todos los diálogos e interacciones. De hecho me ha sorprendido que el juego va tomando nota de lo que decides y te deja ser un pelín más misericordioso de lo que sería Mordimer, y que todo ello puede llegar a cerrarnos alguno de los posibles finales: una decisión acertada y de la que no se nos avisa.

¿Qué queda al final? Creo que The Inquisitor es un videojuego interesante. Un poco de entretiempo y a veces demasiado edgy por el material del que bebe, con algún que otro sistema que podría estar mejor implementado pero muy fiel a lo que quiere ser. No me cabe la duda de que con más tiempo y dinero luciría de otra manera, igual que pienso que sus creadores deben de estar satisfechos con él y han hecho lo que han querido. A mí ha servido para tomar nota del estudio y de paso me he llevado la alegría de jugar a una producción mediana que lejos de subirse al carro pretende ser ella misma.