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Análisis: Lifeless Planet

Análisis: Lifeless Planet 1

Hay que enfrentarse a Lifeless Planet con el menor conocimiento posible de a lo que vamos a asistir, ya que tiene algunos momentos realmente increíbles. Es por esto que si tenéis intención de jugarlo, deberíais hacerlo YA y después leer lo que tenemos que decir con respecto a él. De lo contrario la sorpresa que os tiene preparada será menor y sería una pena.

 

Lifeless Planet, del que hemos hablado en alguna ocasión, se nos presenta como una aventura de exploración en un planeta lejano que ha sido dominado por los soviéticos en algún momento de la historia. Sólo la ida de mezclar planetas con rusos es atrayente, pero cuando nos ponemos en la piel de este rechoncho astronauta americano, la cosa se vuelve mucho más profunda y genial.

Nuestra expedición se dirige a este inexplorado lugar siendo necesarios 15 años de hibernación para que los 3 tripulantes de nuestra nave lleguemos sin ser afectados por los estragos del tiempo. En nuestra mente durante el largo viaje siempre tendremos presente a nuestra esposa perdida. Pero una vez entramos en la atmósfera perdemos el control y nos estrellamos en un enorme desierto. Nuestras reservas de oxigeno escasean y no tenemos idea de dónde han ido a parar el resto de la tripulación.

¿Debe una crítica tener en cuenta el contexto del producto/obra (decidan ustedes el nivel de mercantilismo) o bien ha de ceñirse únicamente al resultado final? Que sepan que me jode bastante empezar un texto con una pregunta, pero llevo un rato con este debate interno y no he tenido más remedio que externalizarlo. No, no soy imbécil, soy hijo único y tengo este tipo de necesidades. De todos modos la pregunta no es baladí, o al meno no en el caso que nos ocupa. Lifeless Planet ha sido desarrollado prácticamente en solitario por David Board y creo que este es un hecho que influye tanto en el resultado final como a la hora de realizar una valoración del mismo. Quizá una utópica crítica perfecta debiera abstenerse de este tipo de valoraciones y encarar el texto sin tener en cuenta hechos externos pero me siento incapaz de realizar esa tarea porque creo que no sería justo. No para Lifeless Planet y David Board.

Nada es más importante en Lifeless Planet que su premisa argumental y el descubrimiento que ella conlleva, por lo que es difícil encarar los siguientes párrafos sin soltar algún spoiler. Tranquilos, no van a encontrar ninguno, o al menos ninguno que no haya sido visto en el tráiler. De todos modos, y como bien dice mi compañero Awesom-O, si están interesados en el juego lo mejor será que dejen de leer en este mismo momento, eviten ver ningún vídeo y se lancen a comprarlo. Puede que les guste o puede que no, pero al menos llegarán “vírgenes” a la historia que Board nos quiere contar, y nunca está de más tener un primer punto en común con el protagonista.

Tras caminar unos metros vemos a la distancia una sonda de reserva que permite llenar nuestro tanque, con lo que por ahora estamos a salvo de morir asfixiados. Aun sin rastro de los dos compañeros comenzamos a caminar con dificultad por este despoblado paisaje, que se extiende ante nuestros ojos con una belleza extraordinaria. Gracias al impulso de nuestro traje podemos alcanzar saltando lugares más elevados, tener acceso a nuevas zonas, algunas de ellas con agua, como se preveía en las exploraciones previas.

Cogemos muestras para posterior análisis y todo parece indicar que nuestra idea inicial sobre el planeta era correcta. Es un mundo similar al nuestro. Seguimos ascendiendo para tener una mejor panorámica, en cambio nuestra mente comienza a jugarnos malas pasadas. Recuerdos del pasado, ilusiones, imágenes que creíamos olvidadas nos recuerdan a nuestro hogar. Finalmente llegamos a la cima, un inmenso desierto se extiende ante nuestros pies, pero algo aparece de la nada, cuando el polvo se disipa ahí estamos rodeados de cable eléctrico, ¿Es un espejismo?

Tras encontrar esa línea eléctrica damos con toda una ciudad en mitad de este planeta, en cuyo centro hay ondeando una bandera rusa. El desconcierto es mayúsculo. Para el jugador, estos minutos son de lo mejor que se ha creado en mucho tiempo. De la soledad absoluta, a vernos en medio de algo conocido. A su vez llenos de temor ya que hablamos de nuestros rivales durante años. Muchísimas dudas sin resolver. Un golpe en nuestra cara sin verlo venir.

Esta descripción son solo los primeros minutos de juego de Lifeless Planet, un título espacial que se nos vende (según la descripción de su web) como una aventura de acción. Nada más lejos de la realidad. Realmente tiene tintes de otros géneros en cuya mezcla obtiene su base ya que es más cercano a las plataformas e incluso los survival horror que a la acción. Por otro lado, a pesar de sus inicios, la exploración es muy reducida y sólo valdrá para encontrar nuevas muestras del planeta. Como el juego en sí toda la fachada inicial irá cayendo poco a poco, para dejar a la luz ser una aventura muy lineal, pero que su gran fortaleza no es esa ni la pretende, es la historia y como la muestra.

Aunque coge cosas de Solaris o 2001 Odisea en el Espacio (palabras mayores), personalmente me ha parecido más una mezcla del Mago de Oz y Alicia en el país de las maravillas

Comento esto por la aparición de un personaje femenino que nos sirve de guía durante nuestra exploración. Nos marca el camino con unas baldosas pisadas verdes que evitaran que caigamos en los peligros del inhóspito planeta. Es a partir del momento en que entablamos la relación con este misterioso ser cuando el juego vuelve a cambiar, para ser un plataformas de sencilla factura. Esto que podría ser negativo es todo lo contrario.

Lo Ruso ™. Mejor dicho: Lo Soviético ™. Algunos con aversión hacia el este dirán que es lo mismo, pero no lo es. Si quieren descubrir las diferencias abran Youtube, busquen vídeos de rusos y compárenlos con los recuerdos de la “amenaza soviética” que tienen de su infancia. Si no tienen estos recuerdos es que son demasiado jóvenes y les odio por ello. Nada ha definido mejor un estado que la expresión Telón de Acero (Eiserner Vorhang en alemán por si quieren que de aún más miedo). No se trata únicamente de una división fronteriza sino de una división ideológica, que es en buena parte lo que otorga ese aura de misterio a la Rusia Soviética y los estados socialistas satelitales refrendados por el Pacto de Varsovia. La Unión Soviética tuvo con el culo apretado a Occidente durante casi medio siglo y en todo este tiempo lo único que se preguntaba el “mundo libre” era ¿Qué coño están haciendo los Rusos? Ahora sabemos que lo único que hacen es jugarse la vida cada vez que les enfoca una cámara, pero por aquel entonces la imaginación se desbordaba con facilidad.

Lifeless Planet recoge el imaginario de la Guerra Fría y lo traslada a un marco de ciencia ficción donde nuestro protagonista recala en un planeta, en principio deshabitado, que resulta que contiene vestigios soviéticos. Primera consecuencia: Los mejores 25 primeros minutos de un videojuego desde Bioshock. Segunda consecuencia: es imposible mantener ese nivel durante las aproximadamente 5 horas restantes de aventuras. Lo que empieza siendo una mezcla de sci-fi pulp con claras reminiscencias a las “Crónicas Marcianas” de Bradbury se mezcla con un componente “Solaris” que no creo que le acabe de sentar del todo bien al desarrollo. Lem es mucho Lem, y admite pocos experimentos aún cuando su condición de “socialista descontento con el rumbo de la Unión Soviética” le de un punto de ironía.

La belleza del planeta es por otra parte incuestionable. Board ha creado un mundo que juega perfectamente con la desolación, el peligro o la melancolía y lo ha retratado con un estilo singular que se erige bajo un concepto de “belleza decadente” que le sienta a las mil maravillas. Otra cosa es que el lienzo sea intocable, y esto sí que es un problema. La construcción argumental de Lifeless Planet es casi episódica, con escenarios que abandonaremos para encontrarnos en un paraje completamente distinto sin mayor explicación. Esto, que por otra parte recuerda poderosamente a pieza imprescindible de sci-fi pop que es Lost, no encaja con la nula posibilidad de interactuar con las ruinas soviéticas que vamos encontrando. La trama pide a gritos entrar en cada una de las casas e instalaciones y cotillear libros, cintas, rastros…etc. Aquí es cuando uno recuerda que el título está desarrollado únicamente por una persona y comprende la dificultad de la inclusión de un universo más elaborado. Se le perdona, si, pero se echa en falta, y es un lastre que por momentos resulta frustrante.

La tranquilidad de la acción, la música relajada, los pocos efectos de sonido, todo está creado para que nos deleitemos con el espectáculo gráfico que Lifeless Planet nos tiene preparados. Por otro lado es razonable. Estamos en un planeta y como el nuestro posee lugares de una belleza extrema. Pasaremos de zonas áridas a otras ricas en agua. Cumbres nevadas y llanuras verdes. De volcanes en erupción a frondosos bosques.

Mientras vivimos esta experiencia casi vital, vamos descifrando lo ocurrido en el lugar. La invasión rusa, lo que allí sucedió, como lograron llegar y cuando. Todo se resuelve con textos que están dispersos en distintas localizaciones y que han sido traducidos al español. También recordaremos a nuestra esposa, los motivos que nos empujaron a lanzarnos a una aventura sin retorno, etc. Para concluir con un final muy especial, disperso y sujeto a interpretación, siendo el punto culminante de un juego “mentiroso”, de esos que te va poniendo la zancadilla cada pocos minutos, te cambia el paso y vuelve a sorprenderte. Por desgracia es un tipo de juego que escasea y por ello recomendamos que lo juguéis como se merece, con la venda puesta desde el principio.

Con todo, el viaje que nos tiene preparado Lifeless Planet se realiza sin demasiados altibajos, e incluso por momentos recuerda a otros títulos más contemplativos debido al estado de ánimo que nos arrastran los parajes de solados y la magnífica OST creada por Rich Douglas, la cual va mezclando bellas composiciones de cuerda con algunos momentos de future-pop que recuerda poderosamente a los australianos Powerglove (autores de la también magnífica OST de Far Cry 3: Blood Dragon). Ojo, esto no quiere decir que Lifeless Planet sea un “simulador de paseos”, de hecho la mayoría del tiempo estaremos saltando entre peligrosos precipicios gracias a un pequeño propulsor de nuestro traje o esquivando los peligros de la fauna y flora del lugar.

Me encantaría (y de hecho vamos a intentarlo) hablar con Board y preguntarle si ha conseguido con Lifeless Planet todo lo que tenía en mente o se ha visto supeditado a las condiciones del desarrollo. Tengo claras las cosas que en mi opinión no terminan de funcionar, como la mezcla de referencias y cierto subtexto ecologista, pero quiero pensar que las limitaciones en la exploración y algún que otro elemento que se insinúa pero no acaba de explotar se debe al titánico trabajo realizado prácticamente en solitario. Soy consciente de que esto es jugar a un “y si” peligroso, pero este Lifeless Planet merece ese margen de duda y mucho más.