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Análisis: Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit

Análisis: Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit 1

Ash es un conejo, y es el Príncipe del Infierno, un tipo temible que gobierna con mano dura sin que nadie le tosa. Pero guarda un oscuro secreto: le van los patos. Es decir, al Príncipe del Infierno, que es un conejo, le van los patos. Un buen día está en la bañera haciendo “cosas” con un patito de goma cuando un inoportuno paparazzi captura la escena y filtra las imágenes en Internet. Ahora tiene que recuperar las fotos y matar a los 100 monstruos que las han visto. No me digáis que no es la mejor premisa que habéis visto jamás en videojuego alguno.

Análisis: Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit 3

Desgraciadamente esta premisa sólo dura lo que la secuencia de introducción y es, con diferencia, lo mejor que tiene Hell Yeah! Wrath of the Dead Rabbit. Con esto no quiero decir que estemos ante un mal juego, ni mucho menos, pero sí que la rompedora obra que cabría esperar en un principio se queda en algo entretenido siempre y divertido a veces pero nunca muy por encima de la media.

Jugablemente nos encontramos ante una combinación entre plataformas, acción y exploración de escenarios, una especie de metroidvania (o mejor dicho Metroid of Galiousvania, si habéis escuchado el podcast sabréis por qué lo digo) light, pues no llega a profundizar demasiado en ninguno de estos elementos. Recorreremos niveles bidimensionales con un diseño sencillo para lo que se estila en el género empleando la cuchilla giratoria en que se mueve Ash para eliminar a algunos enemigos y, sobre todo, cavar. Sin embargo ambas mecánicas se encuentran desaprovechadas; por un lado, no existe profundidad alguna en la excavación dado que sólo se puede llevar a cabo por los caminos marcados. Por otro la mayor parte de los enfrentamientos habrá que afrontarlos haciendo uso de armas de fuego. La única gran ventaja de la rueda es que el control del personaje es muy agradable cuando la usamos, especialmente al plataformear, algo que no se mantiene en las secciones a pié, en las que el control es incómodo y mal ajustado y la ausencia de armas nos deja un simple plataformas bastante pobre. Afortunadamente no hay demasiadas de estas tediosas secciones. Sin embargo este no es el único problema de control; apuntando con el stick derecho y saltando con A, nos encontramos con que en un juego donde lo lógico sería disparar y saltar a la vez, esto no es posible. Probablemente consciente de ello, el diseñador (y hablo en singular, porque es obra de un sólo tío), diseñó unos combates en los que normalmente no hay una necesidad de movimiento rápido y frenético. No obstante es triste imaginar un diseño de la jugabilidad en torno a camuflar carencias en lugar de aprovechar virtudes.

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Por otro lado nos encontramos ante una obra que encuentra en las constantes referencias a clásicos del videojuego una de sus principales virtudes. Prácticamente todos los enemigos y escenarios nos recordarán a los de algún otro juego (hay, literalmente, metroids). Esto es más personal, yo echo en falta más riesgo y originalidad, pero sé que muchos lo agradecerán enormemente. Estas referencias también se extienden a la parte jugable, por ejemplo emulando las lanzaderas de Sonic o con una fase bastante larga tipo shmup. Sin embargo, por ejemplo, esta fase, aunque aporta variedad, no es demasiado buena; está claro que en lo que dura no se puede desarrollar una buena mecánica de este tipo, pero en este caso nos encontramos ante algo lento y bastante anodino que no beneficia al juego. Y ya que hablábamos de Sonic, hay un serio problema de cámara (lo cual en un juego en 2D debería suponer un acto delictivo). La distancia de visionado es demasiado corta, con lo que es un suicidio jugar rápido de forma desenfrenada como en los grandes plataformas por más que las mecánicas inciten a ello.

Decíamos que hay que eliminar a los 100 monstruos que han visto  nuestras fotos. Estos pasan por ser desde grandes jefes a enemigos más normales y uno de los grandes reclamos del juego son los microjuegos al estilo Wario Ware que deberemos superar para finiquitarlos. Sin embargo pronto descubriremos que estos microjuegos y los “fatalities” que los acompañan se repiten demasiado, amén de ser poco divertidos y, si me lo permitís, un tanto “chorras”, a años luz de la genialidad en que se inspiran.

También me gustaría hacer un apunte sobre el progreso del personaje: Ash adquiere armas y habilidades, a parte de gran cantidad de skins para personalizar su aspecto. Sin embargo la inmensa mayoría de las armas se pueden comprar al poco de empezar el juego, con lo que uno de los grandes alicientes del género desaparece de un plumazo. Y me refiero a que las compré todas a la vez, pasando de no tener casi nada a tenerlo casi todo en cuestión de segundos. Además, habilidades y armas casi nunca intercambian funciones, algo que creo que debería ser obligatorio en esta clase de juegos. Si un arma te permite encontrar nuevas formas de progresar por el nivel o una habilidad facilita el eliminar enemigos el juego se ve beneficiado enormemente, es algo que se ve claramente en clásicos como Zelda o el ya citado Metroid (Nintendo, amigos, Nintendo).

Hell Yeah! prefiere ser una mezcla sencilla para emplear como reclamo su dirección artística y su humor referencial e irreverente. En cuanto a la primera, nada que objetar; es uno de los juegos más bonitos que han llegado últimamente, con escenarios coloridos y llenos de detalles y un marcado estilo “cartoon” macarra que le sienta genial a la propuesta. Respecto al sentido del humor, y aunque por supuesto es algo muy personal, creo que es algo en lo que Hell Yeah! erra. Y no, no es que no me guste que un juego tenga sentido del humor y sepa no tomarse en serio, porque creo que es algo que sentaría genial a muchísimas soserías jugables, sino que en este caso se peca de un infantilismo demasiado evidente en cada chiste.

En definitiva creo que Hell Yeah! se ha quedado a medio gas en todos sus apartados, excepto el artístico y visual. De lo que podría haber sido a lo que es hay un trecho, y aunque no es malo y sí bastante ameno, no deja de ser uno más de los muchísimos juegos de este estilo. Y entre todos esos juegos hay demasiadas propuestas mucho mejores en cada uno de los sistemas en que se lanza. Y como sé lo valiosos que son nuestro tiempo y nuestro dinero, máxime en los tiempos que corren, no creo que sea un juego que deba recomendar. Sin embargo, y siendo consciente de que mi análisis se ha centrado casi exclusivamente en los aspectos negativos del juego (para los positivos está el trailer) quiero hacer hincapié, antes de despedirme, en que pese a todo, si decides darle una oportunidad, sabes perdonar sus errores y valorar sus virtudes, puedes encontrar aquí un juego interesante, entretenido, disfrutable y bonito.