Fossil EchoCrítica
Mientras jugaba a Fossil Echo he realizado un total de 52 capturas de pantalla en Steam. Pocos juegos tienen esa innata capacidad para salir siempre bien en las fotos, pero el título de Awaceb se presenta como una suerte de manic pixie dream girl para los sentidos del jugador con preferencia por LO INDIE. Un plataformas en 2D con un portentoso acabado visual que además supone un pequeño reto gracias a una ajustada dificultad. Algo que además se revaloriza al conocer que el equipo detrás del desarrollo únicamente lo forman cuatro personas. Es imposible que Fossil Echo no te caiga bien. El problema es que el concepto de manic pixie dream girl es irreal, únicamente funciona en la fantasía del guionista con aspiraciones de que Natalie Portman protagonice su próxima película. La realidad se presta al descontento del cascarón vacío, de ver qué ocurre tras los créditos cuando acaba la película, y ahí Fossil Echo parece que no tiene más que ofrecer aparte de una estupenda sonrisa.
Nuestro protagonista llega en barca a lo que parece una solitaria isla con la intención de escalar una torre. No sabemos para qué, pero se nota que para él es muy importante, pues está dispuesto a matar para conseguirlo. Una carta de presentación extraña para un título que muestra un acabado artístico en el que no parece encajar la violencia. Ante nuestros ojos tenemos un mundo dividido en estancias que bien podría pertenecer a una serie de dibujos animados. El mimo puesto en los detalles de esta aparentemente infinita torre es innegable, y la poca dificultad de los primeros compases anima a concentrarse en todo lo que nos rodea. Nuestros enemigos, unos ninjas no demasiado inteligentes pero implacables cuando son alertados, no nos ponen las cosas muy difíciles y la habilidad con los saltos encadenados del joven héroe es más que suficiente para salir indemne… hasta que llega la hora de dormir.
Una vez superado ciertos tramos de la torre toca encender una hoguera y descansar. Es ahí cuando accederemos al mundo de los sueños y es ahí donde el título aumenta su dificultad de manera exponencial. Tendremos una serie de puertas a las que acceder en la que deberemos superar una serie de salas llenas de plataformas colocadas con bastante mala leche. Cierto es que una vez que “sintonizas” con lo que la mecánica te pide no son tan difíciles como en un principio podía parecer, pero sin duda se trata de un reto muy superior al del resto de apartados de los que consta la aventura. De hecho, el juego es tan consciente de ello, que ni siquiera hace falta superar estos retos para completar la partida, aunque con ello nos estaremos perdiendo buena parte de la diversión que es capaz de proporcionar Fossil Echo, así como alguna que otra cinemática que nos ayudará a comprender un poco mejor la trama.
Algo a destacar, sobre todo porque muchas veces es un tema olvidado cuando hablamos de plataformas en 2D desde el sector independiente, es el esfuerzo puesto en que el control del niño sea tal y como esperas. Las fases de plataformas duras lo son porque el reto así ha sido planteado, no porque el control no responda a las necesidades requeridas. Esto consigue alejar cualquier connotación de frustración más allá de la torpeza propia, de la cual por cierto parezco ir sobrado y así lo atestiguan el haber rozado las tres cifras en el número de muertes.
El resto del título camina sobre seguro, aumentando el número de ninjas y sumando algún que otro nuevo enemigo, como una especie de bolas voladoras con una suerte de sonar que te atacarán en cuanto entres en su radio de acción. A este respecto he de decir que a pesar de que cada una de estas pantallas se encuentre planteado como un puzle en el que descubrir los movimientos con el timing necesario para poder superarla, se agrade que incluya un pequeño componente de aleatoriedad, el cual otorga un margen para el error sin que ello suponga la muerte inmediata.
En el apartado del debe hay que incluir sin duda alguna la trama, la cual se desgrana en los últimos minutos sin ningún sentido práctico para ello, pues ni sorprende ni ayuda a empatizar de una manera distinta a lo que podía haber sucedido si se hubiera contado al principio o durante la aventura. Tampoco ayuda algún personaje desaprovechado que quizás de haberse incluido en la parte de mecánicas podría haber dado más de sí, pero como decía al principio del texto tampoco importa demasiado. Todo en Fossil Echo tiene la capacidad de enamorar a nuestros sentidos, los cuales permanecen en un estado de semiletargo durante el desarrollo de la aventura. Puede que una vez terminada caigan en la cuenta de sus defectos, pero al igual que un amor de verano, merece la pena vivirlo sin pensar demasiado en lo que sucederá mañana. No está la vida para ir despreciando cosas bonitas.