Llevaba mucho tiempo queriendo hablarles con algo de detalle de los videojuegos de Logic Artists y de cómo mezclan ambientación histórica, rol y gestión; pero por una cosa u otra en esta web nunca hubo ni crítica de Expeditions: Conquistador ni de Expeditions: Viking. El primero era un título en el que se notaba aún la bisoñez del estudio pero que aunaba muchísimas buenas ideas y dejaba claro que lo mejor estaba por llegar, y el segundo ya era directamente un muy buen juego de rol al que cualquier fan del género tendría que hacer bastante caso. Así que aún adeudando las críticas de ambos, y animándoles a que igualmente les den un tiento, llega Expeditions: Rome y se convierte en el motivo perfecto para, por fin, hablar bien del estudio danés.
La propuesta de Logic Artists es tan sencilla que es a prueba de bombas: un videojuego de rol bastante clásico y de combates tácticos, al que hay que sumar una pequeña parte de gestión de legiones y conquista de territorios. Sin muchos preámbulos abre dejándonos hacernos a nuestro personaje con el género que prefiramos, algo que ya hicieron en los dos anteriores Expeditions, y ya desde el editor uno puede apreciar el compromiso con cierta verosimilitud histórica. Hago uso del concepto verosimilitud y no veracidad apoyándome un poco en el historiador y crítico Alberto Venegas porque Expeditions: Rome no busca ser realista, pero sí al menos representar con cierta exactitud la que fuera la República Romana anterior al Primer Triunvirato. Por eso el editor sólo nos permite elegir entre determinados nomen y si nos hacemos a una mujer tendremos sólo dos nombres en vez de los tres de los varones, detalles pequeños pero muy de apreciar. Y a la vez, cuando el realismo compromete y estorba, pues fuera. Por eso podemos hacernos a una mujer que acabe de legado de una legión.
Creado nuestro personaje nos lanzarán sin mucho preámbulo a la aventura. Nuestro padre ha sido asesinado por un rival político desconocido y toda su familia corre peligro, por lo que acabamos siendo embarcados camino de Asia Menor para colaborar en la tercera guerra mitridática a las órdenes del cónsul Lucio Licinio Lúculo. No será el único personaje histórico que llegaremos a conocer, y de hecho llegados a un punto el videojuego se convertirá en una ucronía pura y dura con la que podremos salirnos totalmente de la propia historia oficial. Esto seguramente sea un añadido para los que gusten del tema, ver cómo hechos que tenemos tan grabados pueden desarrollarse de otra manera y el propio destino de Roma cambia permanentemente. Yo, al menos, he disfrutado al ver que mi protagonista tenía cierta agencia en vez de convertirse en el perrillo faldero de los grandes hombres de la época.
Ya en el Ponto vamos accediendo poco a poco a los sistemas del juego. Por un lado tenemos a la legión y el mapa de la región, donde tendremos que ir conquistando zonas y acaparando recursos para mejorar el campamento. Estas batallas con la legión han sido retocadas con el último parche porque se hacían algo incomprensibles, y ahora funcionan mejor. Básicamente elegimos a un centurión para que lidere las huestes y vamos usando estratagemas (que podemos mejorar) teniendo en cuenta distintas estadísticas. Sólo al principio se harán algo complicadas pero tras hacernos con ellas se convertirán, la mayoría de veces, en un trámite. No son lo más importante, sino lo que hagamos nosotros a pie con nuestros pretorianos.
Hay dos tipos de pretorianos: los que podemos contratar y los acompañantes canónicos. Los primeros pueden abandonarnos si acaban hartos de nosotros, pero los segundos, no. Son un elenco de cinco personajes a los que es fácil coger cariño y que van desde el magister de nuestro protagonista hasta una guerrera escita, y todos tienen sus propias inquietudes con las que podremos ayudarles. En general hay bastantes posibilidades de interacción con ellos y tienen su propia línea de misiones, pero no hubiera estado de más haber tenido unas pocas interacciones adicionales o algún otro personaje más. Nos acompañarán en casi toda la totalidad del juego y tienen misiones en las que no intervendremos y tocará elegir a uno de ellos para liderar a un grupo de pretorianos contratados, por lo que es importante que siempre tengamos un grupo nutrido y más o menos equipado.
Digamos que en cuanto a sistemas cumple con todo lo esperable: tiene también su parte de crafting, árboles de habilidades bastante diferenciados en las distintas clases de personaje, objetos para usar en los combates tácticos y hasta escuelas retóricas para usar en los diálogos (y que no siempre van a servir pero pueden cambiar dramáticamente alguna misión). Hay poco que reprocharle aquí a Expeditions: Rome. Está claro que Logic Artists han aprovechado el aprendizaje de las dos entregas anteriores (aunque la segunda ya no necesitaba prácticamente de mejoras) para hacer el videojuego que querían.
Al final creo que de eso se trata: Logic Artists tienen una idea muy clara del tipo de videojuegos que quieren hacer, y salvo una canita al aire, es lo que llevan haciendo desde que empezaron. Expeditions: Rome es su culmen y es una gran obra. Se nota el mimo que han puesto en el diseño de escenarios, que son realmente preciosos, y el cuidado en cada detalle tonto que uno podría tratar de buscar. La Roma republicana que retratan justo antes de la futura dictadura de César y ya del ascenso de Augusto se siente viva, aunque casi sólo la conozcamos fuera de sus propias fronteras (el tiempo que pasamos en ella podría ser menos escaso) y toca temas que van desde el papel de la mujer hasta la belicosidad de los romanos y lo que causan a su paso. No es un juego complaciente con ese imperialismo pero tampoco va sermoneándote: simplemente, no se corta de presentar algunas cosas que haces como lo que son y te da la oportunidad de, si quieres, aspirar a cierto ideal civilizado bastante mejor de lo que fueron finalmente.
Para mí, si les gusta el rol, incluso aunque no les interese mucho Roma, será uno de los tapados del año. Una obra bien pulida, bien construida y bien dirigida: el juego que sus creadores quieren hacer y no necesariamente el que más se demanda.