Blackwood CrossingCríticaLa búsqueda del medio más adecuado para expresar una emoción personal es una de las tareas más complejas a las que se enfrenta un artista a lo largo de su vida. Como muchos otros, el ámbito del videojuego se ha ganado ya su puesto fijo como escenario para plasmar este tipo de sensaciones.
Junto a trabajos tan reseñables como The Beginner’s Guide o Dear Esther, Blackwood Crossing se presenta como una historia interactiva que sirve única y exclusivamente a un fin: dialogar con el espectador sobre un concepto. Y es que la opera prima de los británicos Paper Seven se fundamenta en el intento de transmitir la complejidad emocional de la nostalgia y la pérdida. Pero esta lección no se desvela de primera mano, sino que se va manifestando poco a poco según avanzamos en la aventura.
De hecho, Blackwood Crossing se presenta de primeras como un caballo de Troya. Su inocente imagen no advierte sobre el duro mensaje que nos quiere transmitir.Al comenzar la historia nos ponemos en la piel de Scarlett una joven inglesa que está realizando un viaje en tren con su hermano pequeño, Finn. En un momento dado nuestro hermanito se escapa y nos invita a perseguirle por los vagones. Es entonces cuando hacen acto de presencia diversos elementos oníricos, anticipando que nada es lo que parece a primera vista. Buen ejemplo de ello es que un conejo blanco nos invita a perseguirle, como si fuésemos la pequeña Alicia de Lewis Carroll.En este primer segmento del título comenzamos a descubrir un mundo que habíamos dejado atrás por haber crecido. Nos devuelve a la mirada de un niño y observamos todo lo que la supuesta madurez nos ha arrebatado. La premisa es interesante desde luego. El problema es que, desde el punto de vista jugable, las mecánicas introducidas son más bien un obstáculo que entorpece el transcurso de la historia más que ayudar a su desarrollo.“El juego apuesta por una estética cartoon muy colorida, que recuerda a lo visto en el magnífico Life is Strange”El género denominado como walking simulator ha demostrado ser un tanto polémico desde que comenzó a popularizarse. Muchos jugadores sienten que están viendo una película más que participando en una historia, y demandan más acciones por parte del usuario. Pero a veces no entienden que esto no es necesario, y que el simple hecho de que los espectadores seamos los que controlemos al personaje por el escenario es suficiente para romper las barreras impuestas por el cine y otorgar a estos videojuegos un valor único.Sin embargo, por miedo a caer en esta supuesta monotonía o falta de interacción, los chicos de PaperSeven han introducido una serie de puzles en la experiencia que al final resultan más bien tediosos y lastran la naturalidad de lo que se narra.
Concretamente en varios escenarios deberemos buscar “emparejar” a dos personajes o recoger diversos objetos para que la historia avance. Sin duda acciones carentes de interés y que podrían haber sido omitidas sin ningún problema.Tampoco ayuda que el control se sienta bastante lento e impreciso. A este respecto es un poco indiferente si se utiliza mando o ratón, ya que ninguna de las dos experiencias es verdaderamente cómoda.
Desde el punto de vista formal sin embargo las impresiones son mucho mejores. El juego apuesta por una estética cartoon muy colorida, que recuerda a lo visto en el magnífico Life is Strange. Además, el diseño de algunos personajes secundarios junto con el componente surrealista de los escenarios dotan a la aventura de una personalidad especial.En definitiva, Blackwood Crossing cuenta con todos los elementos necesarios para convertirse en una gran historia interactiva: un argumento sólido y profundo, un apartado visual original y atractivo, una banda sonora acorde y una duración reducida.
El único punto negativo es la implementación de alguna de sus mecánicas jugables, y lo tosco que resulta en ocasiones su control. Pero por fortuna esto es perfectamente olvidable una vez que nos acostumbramos.
Por ello será sin duda un título recomendable para los amantes del género, que encontrarán en él una emotiva historia sobre lo difícil que es crecer y acerca del dolor de la pérdida.