El terror me llenaba a medida que se iba desvelando más y más sobre Alan Wake’s American Nightmare. No era un miedo producido por su condición de survival horror (ni siquiera el primero lo fue), sino más bien una náusea que se deslizaba por mi garganta, un grito mudo que quería salir de mi boca y expresar en voz bien alta: ¡No la caguéis más aún! Y es que desde Remedy, quizá en un acceso de enajenación mental transitoria, prometían haber captado lo que los fans deseaban en un juego de Alan Wake: ¡acción y más acción!
Así, aparecía este American Nightmare: una especie de secuela en formato descargable. Por suerte, aunque es bien cierto que hay más acción, no nos encontramos un salto tan rocambolesco y horroroso como el del futuro Resident Evil: Operation Raccon City, sino una progresión de “contenido nocturno” (el término lo uso en mi análisis del juego padre), más enfocado a la lucha con enemigos. De hecho, jugablemente recuerda a los últimos episodios de la primera entrega, o a los dos episodios descargables: poca interacción con el pueblo y los personajes, y un mucho de ir a un sitio a otro cumpliendo una serie de encargos.
Sería muy fácil haber sacado esta entrega en forma de contenido descargable, pues casi no ha variado en su mecánica, y aunque desde Remedy se dijo que no sería exactamente una secuela, se puede ver que están preparando el terreno para ella. La nueva aventura de Alan Wake abre con una cabecera de televisión de la serie que él una vez guionizó, “Night Springs” (que es a su vez un enorme homenaje a The Twilight Zone), ahora encontramos a Alan (con un aspecto distinto) en un pueblo Arizona con el mismo nombre de la serie, en el que no dejan de pasar cosas raras. Tras un tiempo atrapado por la oscuridad parece que ahora ha podido zafarse momentáneamente, y el pueblo será el escenario de su lucha con su nueva némesis: una especie de doble suyo llamado Mr.Scratch (ya aparece en el primer juego)
Quizá para intentar sacarnos la idea de que es un clon jugable, el título incorpora alguna cosa para diferenciarse. Para empezar, las localizaciones son más pequeñas y se elimina la posibilidad de coger coche, a la vez que se eliminan los coleccionables (ya no hay que recorrer el escenario recogiendo termos de café), aunque se mantienen la radio, la televisión y las páginas escritas por Alan (que desvelan cosas importantes, además de reflexiones sobre todo lo que ha pasado). Se añaden varios enemigos nuevos y armas (algunas debemos desbloquearlas al recoger un número de páginas) y un modo de juego llamado arcade, que recoge las promesas de acción de los desarrolladores. Básicamente consiste en aguantar a que amanezca en distintos escenarios, combatiendo contra hordas de enemigos, y cuenta con marcadores para que nos comparemos con nuestros amigos. No deja de ser un añadido curioso, y por suerte no sustenta el peso del juego, sino que sirve como prórroga rejugable.
Porque lo verdaderamente importante (y se agradece) es el modo historia, que dura alrededor de cinco horas. A lo largo de él viviremos el enfrentamiento entre Alan y Mr.Scratch, y recorreremos los tres escenarios disfrutando de un guión plagado de guiños, que nos es narrado como si viéramos la serie Night Springs. Lo importante del juego se concentra en su trama, y aunque no llega al nivel del primer juego, tampoco lo desmerece. Lo más interesante es observar cómo el protagonista ha cambiado, ha vivido una progresión que normalmente o no se observa en los videojuegos, o es demasiado brusca como para creerse (Condemned 2, te miro a ti). Alan ha cambiado tras su paso por la oscuridad, y ha aceptado una serie de cosas y aprendido a enfocar sus habilidades. De hecho, probablemente el añadido más curioso que encontramos son las escenas de “reescritura de la realidad”, en las que si hacemos una serie de cosas y preparamos la escena como si se tratara de una novela, podemos cambiar la realidad. El problema es que, aún siendo el motor del juego, sólo las haremos en contadas ocasiones, y son demasiado sencillas de replicar. A esto hay que sumarle el otro pilar que sustenta la trama: los bucles temporales. No diré nada más para no revelar uno de los aciertos del juego, pero están tratados con suma inteligencia y sirven para justificar decisiones como el uso de escenarios.
Más allá de esto, ¿qué encontramos a nivel técnico? Lo mismo. American Nightmare sigue una línea muy continuista con el juego original, aunque cuenta con un detalle acertadísimo: el diseño de escenarios. Si en el pueblo de Bright Falls estábamos rodeados por bosques, ríos y el tono predominante era el azul oscuro, ahora en Night Springs la noche será casi anaranjada, predominando la tierra y la imagen de desierto. Las ubicaciones que visitamos, además, no son las típicas de un título de terror, que parecen puestas para ir acumulando sitios que dan miedo. Nos encontramos tres sitios distintos, dos de ellos que nos retrotraen a la América profunda donde pasan siempre cosas extrañas y un redneck puede avistar un OVNI cada noche y otro que es tremendamente original. El apartado técnico lo complementan una banda sonora fantástica (Remedy cuidan mucho estas cosas) con un momento sublime con Kasabian de fondo, y un doblaje que mantiene al actor y doblador principal (que esta vez no nos llega en castellano).
Como vemos, American Nightmare no es un título menor, sino que contiene cierta ambición y buen hacer. Los fantasmas que poblaban la cabeza de algunos (yo entre ellos) respecto a la posibilidad de que sacaran una locura arcade para terminar de destruir la saga han sido ahuyentados, aunque sí parece que, o mucho cambia la cosa o Alan Wake nunca será un survival horror, o al menos algo parecido al sublime Deadly Premonition, sino un dignísimo título de aventura con temática siniestra y guión trabajadísimo. Aceptando esto, uno podrá disfrutar de esta entrega, que no inventa ni innova nada pero está recomendadísima para los fans por la forma en la que progresa la historia y las buenas ideas de las que hace gala. Lo que queda claro es que tendremos más noticias del escritor y su linterna.