A la carta: Unirally (a.k.a. Uniracers)

A la carta: Unirally (a.k.a. Uniracers) 2

   Unirally (conocido como Uniracers en Norteamérica) fue lanzado en 1994 por DMA Design, de aquella famosos por Lemmings y hoy en día por haberse cambiado el nombre a Rockstar North y convertido a miles de inocentes prepúberes en delincuentes en potencia con las múltiples entregas de Grand Theft Auto que cargan a sus espaldas. Así que el juego del monociclo no sólo es atípico dentro del panorama «videojueguil» de ayer y hoy sino también dentro del expediente de unos desarrolladores acostumbrados a la polémica. No desentona, eso sí, en su currículo; es, como nos tienen acostumbrados (u os tienen a los que os gusta GTA…) un gran juego. Veamos por qué.

   Lo primero que me pregunté sobre Unirally es por qué DMA escogió monociclos y no cualquier otra cosa un poco más corriente y con más tirón como skates o motos. La respuesta podría ser que para llamar la atención con personajes originales o por ser más fáciles de hacer y requerir menos nivel de detalle (de ahí quizás la falta de tripulantes). Pero por lo visto cada cábala que hagamos estará tanto o más equivocada que la anterior; DMA y Nintendo fueron demandados por Pixar, que consideraba al juego un plagio de su cortometraje de 1987 Red´s Dream. El juez dio la razón a los genios que un año después cambiarían el cine de animación para siempre con Toy Story, y Unirally se dejó de fabricar cuando apenas se habían distribuido unas 300.000 unidades. Esto explicaría lo poco conocido (y reconocido) que es el juego hoy en día, así como que yo tuviese que tirar de emulador para poder jugarlo.

   Pero dejando a un lado si es un plagio o no, la originalidad del juego es innegable; no se me ocurren muchos juegos de la época o anteriores (por no decir que no se me ocurre ninguno) que utilizase las mecánicas de piruetas y puntuaciones de esta forma. Básicamente el juego se divide en dos tipos de pruebas; las carreras y las pruebas de acrobacias. Pero el hecho de realizar trucos en el aire está presente en ambas. Si vas a toda velocidad y aprovechas un salto para hacer un par de tirabuzones tu velocidad puede aumentar, pero si caes mal te frenas y pierdes unos valiosos segundos, con lo que debes decidir en milésimas de segundo si arriesgarte o no, lo cual es bastante jodido por lo poco que se ve del circuito más allá de tus naricestu sillín. Por otro lado, la idea de saltar, hacer una pirueta y tener que caer correctamente controlando la inclinación o la posición fueron conceptos revolucionarios que sentaron las bases de lo que años más tarde haría triunfar a Tony Hawk en los videojuegos.    Gracias a esto no basta con saberse una pista, también hay que saber qué hacer en cada momento, y se consigue una gran rejugabilidad mediante la repetición para superar tiempos y puntuaciones.

Remake HD

   Además Unirally está coronado con un multijugador tremendamente adictivo de esos que te pueden consumir la tarde entera a poco que te descuides. A decir verdad es un juego muy simple, pero dicha simplicidad es aquí una virtud; fácil empezar a jugar, difícil de dominar, la Piedra Filosofal de todo arcade que se precie de serlo.

   Por último, la gran personalidad del juego. Cierto es que los circuitos son terriblemente repetitivos y monótonos en su diseño artístico, y que los monociclos no aparentan diferenciarse en nada más que el color, pero aún así se ha sabido dotar a estos últimos de una gran personalidad, patente en cómo miran hacia atrás si les siguen, cómo tiemblan antes de la carrera o cómo celebran las victorias en el pódium (impagable esto último). Y por supuesto todo ello aderezado por la ultramotivadora música de los 90.

   El gran mérito de Unirally es que han pasado 19 años desde su lanzamiento y consigue mantenerse fresco como el primer día. Gráficamente no es un tipo de juego que el tiempo maltrate demasiado, y su dirección artística le dota de la personalidad necesaria para seguir haciendo gracia pasen los años que pasen. Jugablemente es imperecedero, como todo buen arcade y como todo buen juego en el que Nintendo meta mano, y sigue siendo capaz de enganchar a cualquier jugador durante horas, especialmente si está con amigos (y más aún si se encuentran bajo los efectos del alcohol o los psicotrópicos).

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