Me engañaba a mí mismo. Todo había acabado.
Nunca más volvería a recorrer esas solitarias calles.
Sin embargo, vuelvo a deambular hacia lo desconocido,
acompañado de mi linterna y de mi incomoda paranoia,
mientras camino notando gotas de lluvia humeantes
cayendo sobre mí, recorriéndome un enorme escalofrío.
No son mis sueños más inquietos que se apoderan
de mí. Sé que estoy de vuelta. Vuelvo de nuevo a Silent Hill.
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